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"Reflexiones"

"Acerca de la ambición"

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02/06/2012 00:00

    Héctor Tomás Jiménez

    "No es pobre el que tiene poco, sino aquel que teniendo mucho desea todavía tener más".
    Epicuro.


    La ambición es una actitud humana que según como se le practique, será un ego o una virtud, de ahí que dependa del ser humano hacer que la ambición lo pierda en la vida o lo haga un ser triunfador. De acuerdo con Rogers, cada individuo está llamado a desarrollarse, pues desde su nacimiento, lleva consigo en su código genético un conjunto de aptitudes y cualidades para hacerlas fructificar. La ambición es una de ellas.
    Dotado de inteligencia y de libertad, el hombre es responsable de su desarrollo, muchas veces apoyado por la educación que recibe en el hogar y en la escuela, aunque a veces, esta educación no sirva como freno para evitar las conductas guiadas por ambiciones desmedidas. El hombre puede crecer, valer más, ser más humano, esta es la finalidad suprema del desarrollo personal.
    Alguien dijo alguna vez que "La ambición es el deseo inmoderado de gloria", frase que contiene una fuerte connotación negativa, pues tiene implícito que para lograr sus objetivos, las cosas se hacen "a costa de lo que sea", es decir, haciendo daño y violentando los derechos de los demás; aunque también podríamos decir de manera positiva que "La ambición es el motor que mueve a las realizaciones y los logros" frase que tiene implícito el espíritu de lucha del hombre y que refleja además, la laboriosidad que el ser humano le imprime a todos sus proyectos. Desde este punto de vista, la ambición es una fuerza vital que mueve al hombre hacia grandes acciones, pues quién ambiciona poco o nada, logrará también, poco o nada en la vida.
    Por lo general, a la ambición se le conoce más por su connotación negativa, pues vivimos en una sociedad altamente materialista donde prevalecen el egoísmo, la envidia y la avaricia, que como egos perniciosos nos motivan a hacer las cosas sin medir consecuencias y en muchas ocasiones, a juzgar la ambición de otros como obstáculos para nuestros logros, los culpamos de nuestros fracasos pues no hemos aprendido a ver la viga que tenemos en nuestros ojos.
    La ambición es simultáneamente un ego y una virtud y aunque se le conoce más por ser lo primero, es también una fuerza que mueve al hombre hacia grandes acciones. Quién no ambiciona ser y vivir mejor, logrará poco en la vida.
    Bajo la premisa de que cada quién tenemos la ambición del logro y la realización, es importante conocer una serie de premisas básicas que nos llevarán por este camino. Estas son algunas actitudes que podemos poner en práctica.
    Respeta siempre lo ajeno. Parte siempre del principio ético de que todo aquello que no es tuyo, que no te pertenece, necesariamente es de otro, tiene dueño, y por lo mismo, debemos siempre respetarlo. Recuerda el refrán popular que dice: "El que ambiciona lo ajeno, pronto pierde lo propio". Tener siempre objetivos medibles y metas bien definidas. Si sabes a donde quieres llegar, puedes planificar cada paso de tu vida, enfocando tus pensamientos para tomar decisiones estratégicas sin temor a equivocarte. Sé proactivo, no reactivo: con creatividad e imaginación y haciéndote cargo de las situaciones, siempre estarás en primer plano. Mide tus capacidades, no desees aquello que no puedes lograr. Muchas veces nos guiamos por deseos insatisfechos más que por necesidades reales, situación que nos coloca en desventaja frente a los más aptos. Conoce los últimos desarrollos en tu campo. Esto significa motivación para continuar aprendiendo hasta ser un especialista en lo que más te gusta, esto te dará siempre una ventaja competitiva. Demuestra que estás interesado y que puedes tomar decisiones con conocimiento. Aprende a relacionarte con los demás. Conocerse a sí mismo, es la mejor arma para conocer al otro. Esto permitirá que puedan percibirte como una persona segura de sí misma, con habilidades para relacionarse socialmente. Los buenos modales y el lenguaje corporal adecuado serán una herramienta fundamental para lograrlo. Cuida tu apariencia. Nunca descuides tus hábitos de higiene personal, ni la elección de los atuendos apropiados para cada ocasión. Si eres ambicioso pero se te ve con el aspecto de una persona indolente, la imagen no coordinará con el objetivo. Haz que la gente tome conciencia de tus logros. Esto demostrará que eres capaz y determinado para que te recuerden y te tengan en cuenta.
    Como moraleja simple podemos decir: "Lo más grave de todo esto es que los jóvenes que empiezan a la vida, se dejen llevar por el camino de la ambición perniciosa, es decir, que sean ambiciosos en un sólo sentido, que viene a ser el camino que le permite obtener todo a costa de lo que sea, evadiendo el sacrificio y la responsabilidad que conlleva la ambición positiva".

    JM Desde la Universidad de San Miguel
    udesmrector@gmail.com