"Al pronunciar la poesía, o pensar cómo decirla, yo escucho un ritmo que me hace imaginar el subir y bajar del oleaje."
Manuel Antonio Díaz Cid
La poesía clásica daba música al lenguaje al proporcionarle sucesiones de sílabas acentuadas, tónicas, o sin acento, átonas. Formaba el poema en líneas llamadas versos que dividía en conjuntos llamados pies de verso.
Cada pie se compone de una o varias sílabas. Los pies reciben un nombre de acuerdo al acomodo de sílabas tónicas y átonas.
Así, por ejemplo, se llama dáctilo al compuesto de una primera sílaba tónica, llamada también larga, seguida de dos átonas o breves. Dáctilo como los huesos de los dedos de la mano: el primero largo seguido de dos cortos.
La composición poética consistía en trasmitir el mensaje utilizando el ritmo de los acentos de las palabras para dar música haciendo del habla un instrumento de percusión.
Aclaro que el habla regional acentúa y hace pausas de manera diferente y dentro del acento regional, cada persona da mayor volumen o se lo quita a las sílabas tónicas.
Así, entonces, se dan curiosidades como los versos del Poeta del Crucero, de Mérida, Yucatán, que compone estrofas que solamente tienen música y riman si se leen a la manera como hablan los yucatecos.
Una lectura, como hablamos en el resto de México, daría otro ritmo y hasta sin sentidos. La gracia de estos versos radica precisamente en estas diferencias entre las melodías del hablar. Dice el Poeta del Crucero: "Al pasar por la laguna, sobre una piedra vi un sapo. Yo que lo quiero agarrar y él que se me escapo".
Nótese que el poeta no escribe escapó sino escapo para rimar con sapo. Una tontería sino fuese que así acentúan los de la hermana república.
Enseguida menciono partes de una muy conocida poesía de José de Espronceda, enseñada en primaria a los de mi edad, llamada: "La canción del pirata"
Con diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela,
no corta el mar sino vuela,
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman
por su bravura el Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.
Agrego otras estrofas, que no siguen de la anterior, para que observen la rima y cadencia del texto.
Y del trueno al son violento,
y del viento al rebramar,
yo me duermo sosegado,
arrullado por el mar.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad,
mi ley la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.
Al pronunciar la poesía, o pensar cómo decirla, yo escucho un ritmo que me hace imaginar el subir y bajar del oleaje. Espronceda no escogió las palabras solamente para trasmitir la narración que le ocupa, fue mucho más allá. Seleccionó sílaba por sílaba para dar el efecto que buscaba.
Fui cajero en la banda de guerra del Colegio Cervantes. Circa 1942-1946. Escucho música cuando oigo los instrumentos de percusión. He tamborileado ritmos a mi nieto Sergio, desde que él tenía 8 años de edad, y enseguida los ha repetido sin error. De tal suerte que no me digan que no escuchan la cadencia de las sucesiones de sílabas tónicas y átonas.
Un buen poeta puede hacer que su lector sienta lo tenebroso de una noche oscura o lo alegre de una fiesta. La música de sus notas coincide con el significado de sus palabras.
En su hermosa poesía intitulada: "Suave patria", López Velarde sabía qué ritmo y qué rima colocaba en su obra. Después de un bello proemio dice el jerezano:
Patria: tu superficie es el maíz,
tus minas el palacio del Rey de Oros,
y tu cielo, las garzas en desliz
y el relámpago verde de los loros.
El Niño Dios te escrituró un establo
y los veneros del petróleo el diablo.
Adelante dice:
Patria: tu mutilado territorio
se viste de percal y de abalorio.
Suave Patria: tu casa todavía
es tan grande, que el tren va por la vía
como aguinaldo de juguetería.
Y así sigue el patriótico poema. Nótese que los versos tienen aproximadamente el mismo número de sílabas, que hay rima y que las estrofas juegan con la cantidad de versos. La poesía libre no exige ninguna de estos requisitos que son obligados en la poesía clásica.
Sea dicho entonces que la poesía libre puede tener versos de una o de varias palabras, sin ninguna rima y tantos versos por estrofa como se desee.
Lo difícil de la poesía moderna no radica en esta libertad sino en que muchos poetas que la practican tampoco cuidan la cadencia. No será necesario aprender la especialidad pero una mala poesía evidencia la mala música del énfasis fonético y una buena poesía es un deleite al oído y al alma.
La poesía así como la pintura, la escultura, la música y la danza modernas se liberaron del rigor de lo clásico. Comprendo que, en el lenguaje clásico de estas artes, los grandes maestros agotaron la expresión y que con ese idioma todo estaba dicho.
Entiendo la búsqueda de una nueva manera de comunicar a los artistas con el mundo. Los he escuchado cuando me dicen que el arte está precisamente en tal búsqueda. Quizás.
Lo que me es difícil percibir es la poesía sin música, la pintura y escultura sin belleza, la música sin ritmo ni melodía y la danza que no demuestre la armonía del movimiento del cuerpo humano.