|
"Reflexiones"

"Algunas teorías que explican las conductas agresivas"

""
16/02/2013 00:00

    Héctor Tomás Jiménez

    (Primera parte)

    Las noticias diarias a nivel nacional y del mundo nos dejan ver una sociedad donde prevalecen actos de violencia y agresión, y en lo local, una permanente actitud defensiva frente a situaciones del entorno. Esto nos lleva a la necesidad de explicarnos estas conductas desde el punto de vista de algunas teorías de la personalidad de los individuos.
    La agresión, como conducta, es un modo de actuar de las personas, y que cuando tiene connotación positiva o asertiva, sirve como una fuerza que impulsa hacia la acción, hacia el logro, sin embargo, cuando se manifiesta de manera negativa como una conducta de incomodidad o insatisfacción hacia algo o hacia alguien, entre muchos otros sentimientos, puede decirse que es un fuerza mal canalizada, sobre todo cuando las reacciones ante lo que no les gusta, la mayoría de las ocasiones son desproporcionadas con respecto al problema original; esta desproporción es como ver las cosas en una magnitud demasiado grande y la respuesta automática se traduce en un insulto, desprecio, crítica, golpe, amenaza y otras tantas conductas que se catalogan como actitudes violentas, sean éstas de orden físico, verbal o psicológica, entre otras; todas ellas son conductas que buscan el castigo de la otra u otras personas.
    Numerosas teorías psicológicas plantean que la agresión, es un patrón de respuestas adquiridas en función de determinados estímulos ambientales o familiares según una variedad de procedimientos. Al respecto, Christian Zakzyk (2002) señala en el capítulo 3 de su libro intitulado: "La Agresividad; comprenderla y evitarla" y que está dedicado a describir la hipótesis Frustración-Agresión, que: "Desde la década de 1940, Freud es asociado a la idea de que la agresividad es la consecuencia de una frustración de los deseos libidinales. En esa misma época, investigadores norteamericanos conductistas de la Universidad de Yale como Dollard (1939) y Miller (1941), intentan explicar los comportamientos agresivos por la hipótesis de la frustración-agresión definiendo esta última como una conducta cuya meta consiste en herir a otro o a su sustituto".
    En efecto, Freud (1955) es uno de los autores que a lo largo de su vida buscaron explicar científicamente aspectos de la personalidad y la conducta, quien consideraba que la agresividad, en principio, era una categoría de impulso sexual, razón por la cual, a lo largo del tiempo le fue dando la categoría de dogma. Sin embargo, años después, afirmaba que ésta era flexible y que quien la infringía, (agresor) se deleitaba con el sufrimiento de la víctima.
    Al respecto, en la obra de Feist & Feist, dedicada a Teorías de la Personalidad, puede leerse, siguiendo las ideas de Freud con relación a esta categoría psicológica, que: "La agresividad es flexible y puede adoptar diversas formas como la burla, los cotilleos, el sarcasmo, la humillación, el humor y el disfrute con el sufrimiento de los demás. Las tendencias agresivas están presentes en todo el mundo y son la causa de las guerras y de las atrocidades y persecuciones por motivos religiosos".
    Hay que recordar que en esos años, Freud vivió los estragos en la mente humana de la Primera Guerra Mundial y que por lo mismo participó en el análisis conductual de muchos pacientes neuróticos, merced a lo cual, llegó a la indiscutible conclusión que el hombre tiene dos fuerzas instintivas contrapuestas, una que significa la conservación de la vida y la otra, que lo lleva a la destrucción y a muerte. Puede verse que Freud avala el hecho de que la agresión puede manifestarse de manera diferente, cuando afirma sobre la existencia de dos fuerzas instintivas contrapuestas.
    De igual manera, Adler (1936), sostenía que algunas personas utilizan la conducta agresiva para protegerse de un profundo sentimiento o complejo de superioridad, el cual definió como un mecanismo inconsciente, neurológico, en el cual tratan de compensarse los sentimientos de inferioridad de los individuos, resaltando aquellas cualidades en las que sobresalen. Es lógico pensar que cada individuo posea aspectos positivos y otros negativos. Posiblemente los aspectos negativos del ser son obviados por su psiquis para obstinarse sólo con los positivos. Adler sostenía también que la conducta agresiva estaba relacionada con la necesidad de proteger una autoestima frágil.
    Esta forma de establecer protección frente a amenazas externas, decía Adler, puede adoptar la forma de menosprecio, acusación o autoacusación. En el primer caso, se da la tendencia a infravalorar los logros de otras personas y a sobrevalorar los propios, buscando con ello, menospreciar las acciones del otro. Por lo que respecta a la acusación, aquí la actitud distintiva, era culpar a otros de los errores propios, matizada con una buena carga de "no aceptación" de las malas decisiones personales. Y en el caso de la autoacusación, esta forma se caracteriza por una aceptación simulada de las culpas propias, con el fin de buscar la conmiseración de los demás, y con ello, someterlos a sus sufrimientos. (Continuará) JM Desde la Universidad de San Miguel

    udesmrector@gmail.com