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"Reflexiones"

"Amar es mirar juntos en la misma dirección"

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03/10/2009 00:00

    Héctor Tomás Jiménez

    Hay una hermosa frase que leí en alguna ocasión y que resume muy bien el enorme significado del amor en pareja y que a la letra dice: "Amar no es mirarse mutuamente a los ojos, sino mirar juntos en la misma dirección".
    Y así es como interpreto el amor de Ana Beatriz, mi querida hija, y Nicolás su prometido, quienes por su propia decisión y con la seguridad que su madurez les dicta, que han aprendido a vencer vicisitudes de todo tipo, y además en la construcción de su vida en pareja, han decidido amarse siempre viendo juntos en la misma dirección.
    Desde el principio de los siglos, y por institución divina, el hombre y la mujer saben que serán elegidos por alguien para formar una pareja, y que a partir de ese mismo instante en el que bendicen su amor con el matrimonio, dejan de ser dos siendo uno cada uno, para convertirse en solo uno sin dejar de ser un nosotros.
    Esto significa que ambos se entregan al otro para vivir juntos su propia historia de amor, sin dejar de ser personas en toda su plenitud.
    En este sentido, el arte de amarse tiene que ver con el darse de manera incondicional.
    Ellos saben bien que el matrimonio cristiano no es sólo una convivencia entre un hombre y una mujer que se quieren, que es mucho más que eso, pues como sacramento instituido por Dios, es algo sagrado y que debe durar para siempre, pues bien se indica en el pasaje bíblico, Mateo 19 3:12, "Se acercaron a Jesús algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: '¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?'
    El respondió: '¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, los hizo varón y mujer, y que dijo: Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne?
    De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido".
    El matrimonio es entonces, un proyecto común de vida que una pareja decide cuando desea servir a Dios amándose y buscando darse la felicidad mutuamente en los hijos con los que sean bendecidos.
    El matrimonio es una experiencia cargada de pequeños detalles, como son: un regalo inesperado, una mirada y sonrisa, una invitación a pasar la tarde juntos, hacer una oración en familia, una nota escrita en el espejo y tantos detalles sencillos que sirven como medios para caldear el amor en el matrimonio.
    Ellos están escribiendo su propia historia de amor, y no tengo duda alguna que será a partir del sábado 10 de Octubre, cuando iniciarán su vida en común bendecidos por Dios, pues han sabido respetarse mutuamente y sin dejar de ser cada quién, han encontrado la forma de crecer en sus diferencias.
    Ana Beatriz es una joven que sabe lo que quiere para su vida y sabe además como lograr sus metas de vida dentro de las reglas que dictan la moral y las buenas costumbres, es una joven profesionista que se ha preparado para cumplir con su rol de ejecutiva dentro de la universidad y sobre todo, que tiene muy claro el rol que le tocará vivir a partir de este momento.
    Yo la he visto crecer, la he amado paso a paso en toda su vida, la he visto disfrutar los buenos momentos en la familia, y también la he visto solidaria y llena de entereza en las dificultades.
    Por eso se que su decisión de amar a su pareja y darse en matrimonio, ha sido una decisión seria y comprometida, y sobre todo, se que supo encontrar en su prometido, facetas que le ayudarán a crecer más como mujer.
    De Nicolás por su parte, puedo decir que desde el momento mismo en que solicitó permiso para visitar formalmente a mi hija e iniciar su noviazgo, advertí en su mirada y en sus expresiones, la seriedad de sus intenciones y el entusiasmo de cortejar a una joven como mi hija, y desde entonces a la fecha, después de casi un año y medio de conocerlo, se que tiene más virtudes que defectos y que sabrá hacer una vida en común dentro del respeto y la tolerancia.
    El amor de ellos es una historia como muchas, pero se que han aprendido a saber como bajar estrellas con las manos y ponerlas a sus pies, que sabrán utilizar las nubes para secar sus lágrimas en momentos de tristeza, que sabrán darse la energía del sol para sacar adelante sus proyectos, que la luna les servirá de testigo al amarse mutuamente, que abrirán su corazón cada vez que sea necesario consolarse, que sabrán poner su hombro para aliviarse mutuamente las penas y, sobre todo, que mirarán siempre juntos en la misma dirección. ¡Felicidades Ana Beatriz y Nicolás!

    udesmrector@gmail.com