Héctor Tomás Jiménez
El amor es una emoción de doble vía que implica equilibrio e igualdad, pues es condición de dar y recibir simultáneamente; y más importante aún, es un sentimiento que reclama una intensa paz interior en quien ama, pues la fluidez del mismo se da en mayor plenitud cuando las personas se unifican en la misma frecuencia espiritual.
Esto último significa también, que si el amor fluye de una persona hacia otra, pero ésta a su vez no corresponde, el sentimiento de quien ama no logra cerrar el círculo y por lo mismo, el amor no fluye de manera natural, sino que se confunde con otro tipo de sentimientos que incluso, pueden derivarse en actitudes negativas y de frustración.
Un corazón lleno de desatinos, reclamos o condiciones, no puede amar de manera incondicional, pues todas estas turbulencias bloquean el libre flujo del sentimiento y la emoción de amar. Es por ello que el amor pleno e incondicional, puede ser comparado con una balanza donde lo que se mide es la relación entre lo que se da y lo que se recibe. ¡Amor en pleno equilibrio!
Algunas veces, la balanza puede inclinarse levemente hacia alguno de los lados, lo que sucede, por lo general cuando uno de los que aman se encuentra más necesitado de amor y ternura respecto al otro, pero, cuando la balanza se mantiene constantemente de un solo lado, entonces empieza a reinar un malestar como señal de que algo no funciona. Siempre existe una compensación cuando al recibir algo se siente el impulso de devolverlo, así fuera algo negativo como positivo. El amor es además de un sentimiento, una decisión y en ese sentido, está sujeto a la voluntad del individuo, la que a su vez, presupone una actitud sujeta a la libertad del mismo. De esta manera, amor y libertad también van de la mano.
La capacidad de amar es una condición eminentemente humana que está condicionada a la libertad de las personas, pues es el hombre el único ser de la creación condicionado para el amor, aunque de igual manera para el sentimiento contrario. De esta manera, la capacidad de amar, entendida como un acto de voluntad, sólo podrá ser medible en términos de intensidad, lo que hace que este sentimiento sea muy frágil aunque al mismo tiempo eminentemente sólido.
Como cualquier otro sentimiento, el amor nace desde el interior de nuestra alma, de ahí que sea importante vivir una intensa y plena paz interior para que desde dentro fluya la nobleza de este sentimiento. Si nos percatamos de ello, podemos darnos cuenta que nadie nos da odio, rabia ni amor; sino que nuestros sentimientos afloran ante una situación determinada o ante cierta persona. Todo depende de la actitud que adoptamos ante lo que nos sucede, y en ese sentido, nosotros decidimos si reaccionamos con odio o con amor.
Si tomamos conciencia de que tenemos responsabilidad por lo que sentimos, entonces nos daremos cuenta que culpar a otras personas de lo que sentimos, resulta en vano. Así, podremos descubrir que realmente tenemos control sobre nuestros sentimientos y que sentirnos bien o mal con nosotros o los demás, depende exclusivamente de nuestra capacidad de amar.
El amor entonces, va mas allá de la comprensión, pues llegar a sentir el amor hace que las parejas disuelvan las barreras que los tratan de separar y de alguna manera, construyan un lugar mágico donde se desarrolla la relación y la comunicación afectuosa y tierna. Por ello, amar significa también tener esa capacidad de ver y percibir en profundidad a otra persona como la voluntad de dejarnos ver tal como somos.
Cualquier otro sentimiento humano, como el afecto, la ternura, la confiabilidad, entre otros, sí es posible darlos de manera incondicional y sin que sea necesario un camino de doble vía, pues son sensaciones humanas que por sí mismas llenan a quienes las sienten.
El camino para llegar a la plenitud del amor es fácil, sólo depende de nosotros y de nuestra actitud para hacerle frente a los temores y problemas que se presenten durante el camino. Amar es un sentimiento en el que podemos decidir. Si no lo queremos, nuestro corazón se cierra y es muy difícil llegarnos a entender con otras personas.
La clave del amor está en una paz interior llena de disposición para dar lo positivo de manera mesurada y responder a lo negativo con menos fuerza de la que se recibió. JM Desde la Universidad de San Miguel.
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