Héctor Tomás Jiménez
La madurez del ser humano puede ser medida en atención al desarrollo y orientación de su personalidad, entendida ésta como la suma y organización de todos los rasgos que determinan el papel que desempeña la persona dentro de la organización social a la que corresponde. No podemos pasar por alto que dichos rasgos, son a su vez derivados de factores de origen biológico que el individuo hereda de sus padres, entre los que sobresale el temperamento junto con la inteligencia y la apariencia física entre otros; así como también, en todos aquellos elementos que permean en el ambiente en el que la persona se desenvuelve, y que incluyen la cultura, la educación, la religión, todo ello en una constante interacción social que modela el carácter del individuo. En este sentido, pues, temperamento y carácter juntos, definen la personalidad del individuo.
Es obvio que al ser el temperamento un factor innato, resulta más difícil de cambiar, mientras que el carácter, al ser producto de nuestra interacción con el medio ambiente y con quienes lo conforman, es mucho más fácil de propiciar procesos y sinergias de adaptación socialmente hablando.
De manera metafórica, hay autores que señalan que el carácter es para el hombre, lo que el faro de luz es para el barco, lo que significa que es a través de él como el hombre puede llegar a su destino. Esta alegoría es una verdad de Perogrullo, pues el carácter es el único recurso que tiene el hombre para salir airoso en ocasión en que se encuentra en situaciones difíciles o adversas, pues con el carácter siempre vamos en una u otra dirección, nos salvamos de la adversidad o la vencemos a pesar de nuestras limitaciones.
En ese sentido, el carácter no es algo que podamos conseguir como algo caído del cielo, o bien, que podamos aprender en cursos de superación personal, sino al contrario, es algo tan íntimo y personal que pudiésemos decir que forma parte de nuestro propio ser, como un órgano que debemos cuidar para evitar su deterioro y desgaste, y lo que si es viable, es fortalecerlo con acciones diarias y cotidianas.
Muy a pesar de que el carácter es una disposición humana que nos ayuda a hacerle frente a las adversidades y salir airoso de ellas, poéticamente podemos decir que en el fondo más íntimo de nuestro ser, el carácter puede ser localizado junto al corazón, pues forma parte del mismo y se confunde con el torrente de luz que genera y que nos mantiene con vida, de tal manera que cuando en la lucha diaria aparezca el desaliento, debemos buscar en nuestro ser interno el haz de luz que nos dé la fuerza necesaria para salir adelante.
En realidad modelar nuestro carácter significa fortalecer la intensidad de nuestra luz interior, de manera que estamos obligados a establecer estrategias personales que nos lleven a adquirir un mejor carácter y con ello, un mejor destino. Estos son algunos ejemplos de estrategias, tácticas, estados anímicos, actitudes, posturas y pasos que ayudan a las personas a redescubrir su carácter.
Un código de valores
Las decisiones más importantes de la vida se toman diariamente en el silencio del jardín interior del alma, por lo que es importante cultivar y enriquecer ese lugar privado adquiriendo nuevos hábitos y desterrando los egos que lastiman el alma.
Aceptar las cosas como son
Hacer siempre todo lo posible por cambiar las cosas que podamos cambiar a favor de nosotros mismos y quienes nos rodean, pero estar conscientes de que habrá cosas que no dependen de nosotros y por lo mismo debemos aceptarlas como son. La aceptación libera la energía que queda atrapada cuando nos sentimos heridos o frustrados. La aceptación es una actitud, una disposición, un estado mental. Es nuestra política común para relacionarnos con el mundo en general.
Ser responsables de nuestras acciones
Cada uno de nosotros es responsable de lo que hacemos o dejamos de hacer, de ahí que debemos aprender a tomar decisiones responsables, sin esperar que otros hagan la parte que nos toca a cada uno de nosotros.
Mirar hacia nuestro interior.
La verdad interior es la esencia destilada del carácter. Después de todo ser íntegro no es otra cosa sino vivir de acuerdo con nuestra verdad interior dentro del orden y el respeto hacia los demás.
Escuchar nuestro yo interno
Todos los mensajes que nos llegan en forma de palabras, símbolos, reacciones físicas, como un "insigth" provienen de nuestra voz interior, de tal manera que cuando aprendemos a conocer nuestras reacciones interiores e imágenes, es más probable que aprendamos a leer las actitudes de los otros sin que medie palabra alguna. Ese idioma el de los gestos o los corporales están determinados por hondas raíces del comportamiento humano, saberlas interpretar es esencial para la comunicación con los demás. JM Desde la Universidad de San Miguel.
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