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"El final definitivo"

"Cantarell se acaba, y lo hace mucho más rápido de lo que Pemex esperaba"

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29/05/2008 00:00

    Blanca Rosa Hernández

    En abril, cuando los prohombres del Senado decidieron tomarse unos meses para meditar acerca de las posibles reformas a la industria petrolera mexicana, la producción de petróleo cayó por debajo de los 2.8 millones de barriles diarios.
    Esto no había ocurrido desde los últimos meses de 1999, cuando se empezó a inyectar nitrógeno en Cantarell, para posponer su agonía.
    Pero ésta ya ha llegado, y en el mes pasado, el campo de Akal-Nohoch, el Cantarell original, apenas pudo producir un poco más de un millón de barriles cada día. Para comparar, este mismo campo produjo casi 2.2 mbd en 2003-2004.
    Cantarell se acaba, y lo hace mucho más rápido de lo que Pemex esperaba. En este mes de mayo producirá menos de un millón de barriles, y llegará a medio millón durante 2009. No es fácil saber en qué mes.
    Si el ritmo de caída que ha tenido durante el último año continúa igual, será en febrero. Si tenemos suerte, puede ocurrir hasta julio. Pero no mucho más que eso.
    Esto significa que, en el mejor de los casos, terminaremos este año produciendo 2.5 mbd, es decir, exportando apenas un millón de barriles cada día durante diciembre próximo. Casi la mitad de lo que exportamos entre 2003 y 2007.
    Se acabó Cantarell, y con él, se acabó el México petrolero. Porque este país nunca fue importante en la producción de crudo sino hasta que apareció Cantarell.
    Sólo entre 1911 y 1921 México tuvo alguna presencia mundial, con el petróleo de Tampico y el norte de Veracruz, pero a partir de entonces, la producción cayó y no se volvió a recuperar sino hasta 1974, cuando el embargo árabe inició la época de petróleo caro y eso nos permitió explotar áreas costosas.
    Pero en esos 50 años, apenas producíamos para nuestro propio consumo, y a veces ni eso. El mito del país petrolero es producto, claro, del mítico general y su mítica expropiación.
    Pero fue Cantarell lo que nos colocó en el mapa petrolero del mundo, lo que nos hizo pensar en la abundancia, y lo que nos permitió vivir sin esfuerzo, sin pagar impuestos, y sin cambiar nuestra ineficiencia por los últimos 30 años.
    Pero esto ya se acabó. Por eso la urgencia de la reforma fiscal del año pasado, de la energética que ahora se discute, de la reforma educativa que aparentemente ha dado inicio, y de tantos cambios que tendremos que hacer.
    Porque hemos vivido en la mentira durante décadas, y ahora hay que enfrentar la verdad, aunque duela. En la posguerra, crecimos porque había para dónde: terreno disponible, población reducida.
    Hacia 1965 nos acabamos el territorio, y ya no hubo cómo seguir creciendo. Para no reconocerlo, los gobiernos de entonces decidieron contratar deuda externa, expediente que permitió mantener el despilfarro y la mentira hasta fines de los 80.
    Desde entonces, fue el petróleo el que pagó esa deuda que habíamos contratado y los esfuerzos que no quisimos hacer.
    Ahora no parece que tengamos ya ninguna manera de evitar la realidad. Éste es un país fracasado, que ha desperdiciado décadas encerrado en sí mismo, que se ha ido deteriorando poco a poco hasta llegar a lo que hoy tenemos, ese paisaje urbano deprimente, esos millones de mexicanos en pobreza extrema y esos otros millones en miseria moral, que sin ningún escrúpulo siguen viviendo del presupuesto, defendiendo sus prebendas, agarrados como lapas a su plaza, a su pensión, a su pedacito de Revolución Mexicana.
    Es ese fracaso el que defienden los llamados "izquierdistas", aunque su ubicación real no sea geométrica, sino cronológica: son rémoras que no pueden entender que el fracaso de México se le debe a ellos mismos.
    El régimen de la Revolución no funcionó, no hizo a este país más justo, ni más competitivo, ni más democrático. Mientras más rápido lo entendamos, será mejor. Mientras eso ocurre, el petróleo se seguirá acabando. Día a día.

    *Profesor de Humanidades del ITESM-CCM
    www.macario.com.mx