PREMIO
No puede dejarse de opinar sobre la forma en que el País se está moviendo o lo están moviendo. La ola delictiva no tiene tregua y la incapacidad oficial es manifiesta. El sureste, lo que tiene de pobreza lo tiene de violento, en donde grupos, justificados o no, de alguna manera enraizados en la misma violencia que cubre al País, contribuyen con sus acciones a desquiciar cualquier intento de solución.
Pero lo de Ayotzinapa, lo de Tlatlaya y las casas de los funcionarios, siguen estando en la opinión mundial. Esto lleva al régimen al desprestigio y de forma no inteligente recurren a acciones que, como dicen los columnistas serios, pareciera ser que entre más se mueve el régimen, más se hunde.
Ante la andanada por los hechos de influencia y corrupción, que ahora se denominan conflicto de intereses, el exclusivo círculo del poder sesiona y acuerda, vuelve a sesionar y vuelve a acordar, y concluye. Se requieren cortinas de humo y persianas para tapar con el olvido social, los hechos que han pintado a la administración del sexenio como ineficaz y torpe, con una tinta indeleble, como la del 68, la de los hechos violentos de Acteal y otros que no justifican en forma alguna, lo que en teoría es un régimen democrático que se supone, es incluyente y de justicia social.
Inge, lo que sucede, y se agravará más, se reduce a una sola causa, la inmensa brecha entre la riqueza de muy pocos, casi todos políticos que medran al amparo del poder, y el resto de la sociedad, sobre todo lo que queda de la clase media y la parte baja, que siempre ha sido materia humana que vota y justifica los eslóganes de los partidos.
Esa barbarie económica es la causa del enfrentamiento social que desde tiempo, como la devaluación del peso, se ha venido presentando, y ningún poder, ningún partido, ningún político ha querido o ha podido enfrentar para menguar sus efectos. Y este régimen actual, entregando cocinas y comida como otra cortina para calmar el hambre física, pero con ello no logra calmar el hambre social de justicia y de bienestar. Y pareciera que la intranquilidad en lugar de reducirse se incrementa.
Ahora, una cortina más es haber rehabilitado a la reumática Secretaría de la Función Pública. Se dieron vuelo los columnistas escribiendo verdades sobre esta otra parodia burocrática que ha comenzado a funcionar, no para juzgar acciones de corrupción, sino para emitir un veredicto que ya está escrito, donde se limpie, para tranquilidad del régimen, pero no para opinión mexicana, una imagen que está pegada en el muro constitucional, y que por obsolescencia política se viene despegando.
Pero la opinión internacional tiene otra mirada y sigue viendo con desconfianza a un régimen que juega a hacer política, sustentada ésta en la incompetencia administrativa y falta de normas que le den sustento.
Cuentan los columnistas nacionales que el nuevo Secretario es del grupo del Secretario de Hacienda, uno de los beneficiados de los créditos de la constructora Higa con una casa en Malinalco, Estado de México, y el jefe directo del recién nombrado Secretario es el otro beneficiado con dos casas vendidas a crédito también por empresas del mismo grupo de la constructora, la que se dice que ha salido beneficiada con miles de millones de pesos y que, aunque blancas las casas, manchan el actuar de quien en teoría constitucional, debiese ser incorruptible en todo sentido, o al menos ser el de mayor moral política.
En el discurso, que yo no vi por tener clases, pero tú sí, Inge, dicen que le dio la instrucción de que investigara los conflictos de intereses sobre dichas casas y luego le indicó de cómo debiera proceder en un esquema poco ortodoxo, es decir, reunir un comité de expertos y que participaran miembros del sector productivo, y al final se emita un dictamen, que como te digo, ya está escrito, según mi opinión. El investigado le da órdenes al investigador, le dice qué tiene que hacer y cómo debe proceder. Y aún así, esperaba aplausos. Qué iluso.
Total, Inge, el régimen está como el peso frente al dólar, perdiendo prestigio cada día, enredando lo que pudiera haber sido una lección y haber aprendido que en los tiempos actuales, lo que se hace y se deja de hacer, se conoce rápidamente entre la sociedad y se convierte en noticia en países del exterior. Esa cerrazón para huir de la opinión pública, para no comprender que los grupos organizados participan y algunos actúan violentamente ante esas pifias por no saber hacer política inteligente, debiese de ponerlos en alerta y actuar en consecuencia para evitar lo que hasta ahora han logrado en los últimos meses.
Sabe el Presidente que para él, para la señora Rivera y para el Secretario de Hacienda, hay elementos que evitan configurar un delito penal. Pero les urge aparecer limpios ante la opinión, pues les quedan cuatro años al frente de la administración, por eso el dictamen de la Secretaría más inoperante de todas es como una salvavidas en medio del océano de críticas en las que se hayan metidos. Les urge.
Tardaron en fraguar una alternativa para desviar la atención a los problemas graves que se viven y, de paso, que se diga que ellos no mantienen conflictos porque ellos no asignan licitaciones, no es ella funcionaria, y cuando recibió el crédito y compró la casa el Secretario, no era funcionario de la administración pública.
Pero podrá haber una verdad jurídica al respecto, tal vez, lo que sí hay y se demuestra con estos hechos, es una falta de moral política y una ausencia de respeto a la sociedad.