"Cultivar virtudes es como sembrar árboles de frutos dulces"
Héctor Tomás Jiménez
Los seres humanos nos pasamos buena parte de la vida lamentándonos y quejándonos de todo aquello que no hicimos bien, o hablando mal de aquellos a quienes hacemos responsables de nuestras fallas y desaciertos. Esto significa que nuestra vida la tenemos dedicada en gran medida a generar pensamientos negativos, lo que de alguna manera significa que preferimos sembrar amarguras sin percatarnos que lo que obtengamos como resultado de estos lamentos, serán pesares, frustraciones y más amarguras. ¡Una vida así, no tiene sentido vivirla!
Otra cosa sería si buscásemos sembrar en nuestra vida pensamientos positivos, con la seguridad de que la cosecha será de frutos dulces y sobre todo, que nos darían la formación suficiente para saber vivir dentro de los valores y virtudes que caracterizan a los hombres de bien. Sembrar y generar pensamientos y acciones positivas, nos retribuye a nuestra vida con alabanzas y cosas buenas, así funciona la ley cósmica de dar y recibir.
Uno de las virtudes de más alto valor por que encierra a otras, es la prudencia, virtud cardinal que simboliza la parte racional del alma y que viene a ser uno de los principales ingredientes de nuestro crecimiento como personas y por lo mismo de la felicidad, como valor supremo de la vida.
La templanza por su parte, es la virtud de la parte concupiscible que nos hace insensibles al goce desmedido de los placeres y conforma junto con la continencia como virtud ancla, el gozne que con el auxilio de nuestra razón, sujeta los deseos que nos arrastran hacia los placeres.
La justicia es la virtud del alma que nos obliga a dar a cada uno lo que le corresponde, según su mérito, y nos permite dejar de juzgar los actos de los demás, e incluso, dejar de suponer cosas cuando no sabemos bien a bien las razones o motivos de quienes al parecer actúan mal o en contra y perjuicio de otros. Ser justos, es tener la medida de las cosas y la confianza en que tarde o temprano, Dios acomodará cada cosa en su lugar.
Otra virtud adicional que nos ayuda enormemente a formar nuestro carácter, es la generosidad, sobre todo la que va impregnada de incondicionalidad. Esta es una virtud del alma que nos enseña a dar sin esperar nada a cambio, y va muy ligada a la magnanimidad, que como virtud del alma que nos enseña a soportar las adversidades y disfrutar los frutos dulces que cosechamos.
Otra virtud es la dulzura, la que por su esencia y aroma, representa la parte apasionada que nos permite generar amor a nuestro prójimo, y por añadidura, impide la aparición de egos perniciosos que trastocan el carácter como el odio, la cólera, el enojo y el encono.
De la cosecha de Gabriela Mistral recogemos este pensamiento, "Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú. Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú. Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, hazlo tú. Se tú el que aparta la piedra del camino".
Con frecuencia podemos estar frente a la disyuntiva de sembrar árboles de frutos amargos, sin embargo, debemos tener la convicción de que los frutos no son todo lo que un árbol puede darnos, pues también nos da aromáticas flores, sombra para mitigar, ornato para embellecer y sobre todo, oxígeno para vivir. Esto significa que muy a pesar de que estemos frente a frutos no gratos, no debemos lamentarnos por lo que no tenemos, sino alegrarnos por lo que sí podemos disfrutar.
Recuerdo que hace algunos años, allá por los 70, Don Mario Ramos, entonces Presidente Municipal de Culiacán, decidió sembrar árboles de ornato a lo largo de la calle Álvaro Obregón, principal arteria de la ciudad, y durante algunos trienios, vimos crecer los árboles denominado "naranjo amargo", el cual, se caracteriza por ser de tamaño medio pero con suficiente follaje para generar fronda que ayudaba a mitigar los calores del verano culiacanense, además de las hermosas, blancas y aromáticas flores de azahar, que suelen venir a principios de la primavera. De entonces a la fecha, pocos ediles se han preocupado por arborizar la ciudad y sobre todo, de cultivar los valores sustantivos de convivencia ciudadana.
JM Desde la Universidad de San Miguel
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