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Santiago Levy no pudo resistir, finalmente, el duradero embate del SNTSS contra las reformas a la Ley del Seguro Social aprobadas el 11 de agosto de 2004. Cuyo contenido primordial consiste en que el IMSS no podrá destinar al financiamiento del Régimen de Pensiones y Jubilaciones, de los trabajadores de nuevo ingreso, recursos provenientes de cuotas obrero-patronales, cuotas y aportaciones a cargo del Gobierno federal, ni de otro tipo de reservas de la institución previstas en la ley.
La rotunda negativa del sindicato a aceptar semejantes cambios legales ha fracasado, empero, hasta hoy, en el plano jurídico, sufriendo repetidos reveses en su intento de conseguir un amparo para demostrar en tribunales la "inconstitucionalidad" de éstos. El último de los cuales estuvo a cargo de un juez federal en materia administrativa, quien desechó (30/09/005), por improcedente para su estudio, el juicio de amparo interpuesto por la parte quejosa.
Es evidente que a lo que más teme la cúpula del SNTSS, encabezada por Vega Galina, es que dichos cambios sienten un precedente capaz de ser usado luego contra todos los trabajadores, no sólo contra los de nuevo ingreso.
La tensión, encono, y juego sucio en el conflicto entre el Sindicato y el director del IMSS "renunciado", Santiago Levy, congeló prácticamente toda nueva contratación de personal sindicalizado desde agosto del año pasado, acumulándose un déficit de casi 20 mil plazas.
Levy no dejó de presionar para que el sindicato incorporase a su Contrato Colectivo de Trabajo el contenido de las reformas de marras. Oponiéndose a que en las negociaciones para la revisión del Contrato Colectivo 2005 se tocara el tema de las jubilaciones y pensiones para los trabajadores de reciente ingreso, desde un ángulo distinto al resuelto por el Congreso de la Unión.
Colocado en la difícil disyuntiva de enfrentar una huelga de trabajadores en el IMSS, el próximo 16 de octubre si no hay un acuerdo entre las partes, o sacrificar a Santiago Levy, el presidente Fox no dudó mucho en optar por lo segundo a fin de preservar la paz laboral que mal que bien ha prevalecido principalmente en su gobierno.
Más aún por lo delicado de la coyuntura electoral en que el país ya está inmerso. Pero, ¿podrá el nuevo director del IMSS, Fernando Flores, conjurar el peligro de un estallido de la huelga en el IMSS, sin ceder en el Régimen de Jubilaciones y Pensiones para los nuevos trabajadores, que el Sindicato impugna?
El máximo dirigente del sindicato, Roberto Vega Galina, recibió con inocultable satisfacción la renuncia de Levy, mandando al Gobierno de Fox una señal "positiva", favorable a un compromiso. "No estamos en la postura del todo o nada", aclaró. Por su parte, Fernando Flores se comprometió a retomar las negociaciones contractuales con una propuesta que rompa el nudo gordiano para la contratación de personal, suspendida desde agosto de 2004.
En el pliego petitorio que el sindicato presentó ante la Junta de Conciliación y Arbitraje se plantea, además del 10 por ciento de incremento salarial y otros tantos puntos, una propuesta para fortalecer el esquema de jubilaciones.
Divergente del aprobado el año pasado por una mayoría bipartidista PRI-PAN en el Congreso de la Unión, poniendo el acento en aumentar la contribución de los trabajadores para su jubilación, de 3 hasta el 10 por ciento, fijar como tope de jubilación el 100 por ciento del salario, y no como ocurre hoy, que es el 130 por ciento. Así como elevar el tiempo laboral para jubilarse, a 35 años, o por edad a los 65. Pero en esencia, el SNTSS busca echar abajo las reformas a la ley del Seguro Social.
Imposible obviar, sin embargo, bajo ninguna circunstancia, que en 2004 el IMSS destinó más dinero al pago de jubilaciones y pensiones de sus 330 mil ex trabajadores, que en medicinas y material de curación para sus 44 millones de derechohabientes. Tampoco podemos soslayar que sus pasivos laborales en 2004 ascendieron a 715 mil millones de pesos, 9.4 por ciento del PIB. Creciendo a un ritmo galopante de 50 mil millones de pesos al año.
Un rezago financiero de tal envergadura terminaría colapsando las finanzas públicas en unos años más si no se adoptan medidas correctivas de fondo. Amén, claro está, del deterioro sin remedio de la atención médica a casi 50 millones de mexicanos. Eso lo saben todos los actores políticos, incluido el sindicato, claro está.
No es posible desactivar la bomba de tiempo que significan en México las pensiones y jubilaciones de millones de trabajadores mexicanos sin una cooperación democrática entre adversarios políticos, concientes de su responsabilidad, capaz de encontrar soluciones realistas a un problema financiero que no admite respuestas demagógicas.
Conciliar los intereses gremiales de los grandes sindicatos nacionales con los del resto de la población trabajadora y, en suma, con el interés superior del país, requiere voluntad política y visión de Estado. No obstante, es incompatible con cualquier ajuste estructural en el régimen de Pensiones y Jubilaciones, no sólo en el IMSS, sino en todo México, con una política de privilegios y canonjías para los altos mandos burocráticos en la administración federal de los estados, municipios, Poder Legislativo y Poder Judicial; las elites burocráticas de los organismos autónomos del Estado. Sin auténtica austeridad republicana no hay autoridad moral para exigir a los sindicatos mayores sacrificios. Como tampoco si la corrupción e impunidad siguen gozando de "cabal salud".
El relevo en la dirección del IMSS abre una oportunidad para retomar el diálogo roto por las excesivas exhibiciones de músculo, tanto por cuenta de Levy como de Vega Galina. El primero se fue. El segundo se queda. Como corresponde a los roles que cada cual desempeña. Pero el conflicto sigue.
No puede minimizarse que la lucha del SNTSS por echar abajo las reformas al sistema de Pensiones y Jubilaciones tiene el respaldo de amplios sectores del movimiento sindical mexicano y otros sectores populares. Capaces cada vez más de articularse para combatir unidos la política económica del régimen y su continuada fórmula de apretar el cinturón a los de abajo y los de en medio, olvidándose, aquí sí, de los de arriba.
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