"David Martín Barajas: Sin control de daños"

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24/02/2005 00:00

    Gestionan

    El choque entre AMLO y Vicente Fox llegó a su pico más alto. La presidencia de la República resintió las últimas acusaciones del Jefe de Gobierno capitalino contra el presidente Fox, a quien acusa de ser el instigador de su desafuero para excluirlo de la contienda presidencial. Y también las formuladas contra el Procurador Macedo de la Concha, a quien el Peje calificó de "cínico" e "hipócrita" por dar como un hecho que va a ser desaforado y recluido en prisión. No se recuerda, por lo belicoso del lenguaje, tamaña inquina presidencial contra un gobernante. Rubén Aguilar, vocero presidencial, acusó a López Obrador de reproducir con sus actos "la prepotencia del poder" que la sociedad tanto ha condenado, como lo manifiesta "el hecho de que se haga uso de recursos públicos en defensa de causas personales. ¿Lo es que se quiera desaforar con argucias jurídicas al jefe de Gobierno del DF democráticamente electo? De que se pretenda utilizar la presión política en sustitución de los caminos que otorga la ley". ¿Se pretende, acaso, que AMLO no convoque a sus simpatizantes y a toda la ciudadanía a defender sus derechos políticos para que la democracia mexicana en ciernes no sufra grave retroceso?. "De que se quiera ganar por la vía de la difamación lo que no se puede ganar por la vía de la razón". Pero, tras semejante galimatías de recriminaciones no puede ocultarse que el dolo, con su alevosía y ventaja, procede del Poder Ejecutivo federal ante su enfermizo empeño de culpar temerariamente a AMLO de haber infligido la ley. En el hipotético caso de que en verdad se haya violado una suspensión en el predio El Encino, la responsabilidad directa no recae en el Jefe de Gobierno sino en quien fungió primeramente como Secretario de Gobierno del DF, José Agustín Ortiz Pincheti. Ello explica los intentos que hizo Germán Martínez, vice coordinador de la bancada panista en San Lázaro, para negociar la exculpación de AMLO a cambio de que hiciera recaer la responsabilidad por el presunto desacato en el ex Secretario general de Gobierno capitalino, hoy Diputado federal. Lo cual rechazó el Peje por elemental decoro. No le corresponde a él dicho deslinde, sino, en todo caso, a la PGR. Sin embargo, la pifia en que ésta se enredó, enredando al Presidente Fox, es mayúscula, pues, como se ha advertido, el Código Penal no contempla ninguna pena para delito semejante. En Los Pinos se percibe un creciente malestar porque la batalla por la opinión pública en torno al susodicho desafuero está siendo ganada por AMLO con holgura. Así lo indican las encuestas. Un 70 por ciento de la ciudadanía reprueba el intento gubernamental y priista de suprimir la inmunidad de aquél y poco más de la mitad considera que unas elecciones presidenciales sin el popular tabasqueño serían ilegítimas. Inclusive 50 por ciento de quienes dicen ser panistas o que votarían por el PAN son contrarios a la chicana jurídica con que se quiere inhabilitar a quien va adelante en las encuestas de intención de voto para los comicios presidenciales de 2006. Agréguese que en los medios intelectuales y artísticos del país prevalece, abrumadoramente, la opinión de que el desafuero es una "imprudencia" que pone en riesgo el futuro de la joven democracia mexicana. Y que hasta el Cardenal Norberto Rivera desautorizó la histérica campaña de medios contra la movilización anunciada por López Obrador en su defensa. Protestar en las calles contra el posible desafuero de AMLO, no es el Apocalipsis, dijo con calculada ironía el prelado mexicano. Proponerse remar contra la corriente de la opinión pública nacional esgrimiendo el trillado discurso de la defensa del Estado de derecho con tan frágiles argumentos jurídicos, significa para el panismo un handicap tal vez ya insuperable en 2006. Al invertir tanto empeño en quitar el fuero al jefe de Gobierno capitalino, el presidente Fox y el PAN terminaron por disipar la energía necesaria para empujar la transición política, ya muy afectada por los casos judiciales del Pemexgate y Los Amigos de Fox, donde la impunidad salió en gran parte airosa; dilapidándose con todo ello la mayor parte del capital político inicial del Presidente Fox. No debe sorprender, entonces, los últimos descalabros electorales panistas que dibujan un extenso voto de castigo. En los primeros cuatro comicios de 2005 donde se eligió gobernador: Guerrero, Q. Roo, BCS e Hidalgo, el PAN fue relegado al tercer y hasta cuarto sitios. Uno de los aspirantes a la presidencia de ese partido, Alejandro Zapata Perogordo, señaló los yerros del Gobierno federal como causante de la sensible pérdida de votos sufrida por el PAN. Con sus reflejos políticos adormecidos por un ejercicio del poder que glorifica el pragmatismo, los políticos blanquiazules aceptan como si fuese un chiste su condición de "pecadores standard", revelada con proverbial cinismo por el "jefe Diego". Con la cual se justifica el tráfico de influencias y los conflictos de interés. El PAN extravió el rumbo trazado por sus fundadores, y aun por Maquío Clouthier, para la transformación política de México. El pacto de la pareja presidencial con la maestra Elba Esther Gordillo y el imperio sindical que ésta encabeza, junto con el atrabiliario juicio de procedencia contra El Peje, quitaron toda lozanía al joven rostro de la democracia mexicana. Ha llegado de tal forma a su fin nuestra otrora muy celebrada transición de terciopelo. Poco ha servido la libertad de expresión que el Gobierno del cambio pregona como uno de sus grandes logros, obviando que con la alternancia en el poder ya no era posible seguir apretando, como antes, las tuercas de la censura. Si el Presidente Fox se niega a leer los diarios "para no hacer corajes" y recomienda a los miembros de su "gabinetazo" y a la gente del pueblo hacer lo mismo para no "amargarse la vida". Ignorándose así desde el Olimpo presidencial a los críticos de la Administración foxista. Hay, sin embargo, un "pequeño detalle" que puede alterar la ecuación oficialista contra AMLO: si se inhabilita a éste para el 2006, el voto anti priista no se dividiría en dos grandes vertientes, siendo en ese escenario el voto duro tricolor insuficiente para recuperar la presidencia. Además, claro está, del impacto desestabilizador de efecto prolongado que la exclusión del Peje traería consigo. Ello explica la duda "existencial" de la bancada tricolor. La suerte del país está en sus manos. dmartinbara@hotmail.com