SEGURIDAD
"¿Qué locura o qué desatino me lleva a contar las ajenas faltas, teniendo tanto que decir de las mías?". Miguel de Cervantes Saavedra.
Cada vez que viene a mi pensamiento "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha", no puedo dejar de sentir empatía por este personaje.
Es por eso que he reflexionado que en algún lugar de La Mancha todos hemos perdido el juicio.
Somos humanos y por consiguiente no estamos exentos de confundir la fantasía con la realidad, de luchar muchas veces contra algo que no existe y de perder la noción del tiempo mientras idealizamos, eso es locura sana "vuestra merced" diría Sancho.
El Quijote es un genio que naufraga en un océano brutal, donde perdura una gran ceguera espiritual y filosófica, y transcurre su vida combatiendo monstruos, o mejor dicho los miedos, la represión y el conformismo.
Este personaje inspira la lucha incansable por un ideal, el mal nunca es la locura, en este caso lleva por nombre: la rutina.
Él no está loco, está despierto y la mayoría de nosotros estamos durmiendo. Don Quijote puede ver la verdadera cara del mal y enfrentarse a el, le importa poco si arriesga su vida por lo que él cree, es la libertad del pensamiento, como alguna vez lo leí en una frase del célebre escritor y filósofo francés, Voltaire.
Platón, filósofo griego del año 427- 428 a.c narra en una de sus obras más importantes, La República, una alegoría que ha trascendido siglos y siglos, hasta nuestros días: el mito de la caverna.
Trata acerca de un grupo de hombres que se encuentran encadenados en una cueva desde su nacimiento, quienes no pueden girar la cabeza y lo único que ven son las sombras que proyecta una hoguera que está detrás de ellos. La realidad de los hombres se limita a las sombras, y cuando uno logra desencadenarse y contemplar lo que hay a sus espaldas, está admirando una completa y profunda realidad.
Cuando este vuelve y les describe a sus compañeros las maravillas que ha visto, estos se burlan de él, alegando que ha sido cegado por el paso de la oscuridad a la luz.
A estás personas que consiguen salir de la cueva y ver con claridad, o en otras palabras, aquellos que alcanzan la iluminación, les podemos otorgar el nombre de filósofos.
De la cordura a la locura hay sólo un paso, y por eso Don Quijote más que un loco, es un héroe, es decir, un filósofo audaz e indomable.
Es un ser colmado de defectos, pero que en conjunto son tan poco en comparación con la virtud más grande que posee, la sabiduría. ¡Que tengan buen inicio de semana!