"El Cristo sin brazos"

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16/08/2014 00:00

    Sugey Estrada/Hugo Gómez

    Es común que lamentemos las injusticias y desórdenes del mundo. Es, también, normal que reclamemos a Dios el que permita tales cosas, sin percatarnos de nuestra responsabilidad, por comisión u omisión, de aquello mismo que condenamos.
    José Luis Martín Descalzo contaba que durante un cruento bombardeo acaecido en una ciudad alemana durante la Segunda Guerra Mundial, resultó seriamente dañada la catedral del lugar.
    Afortunadamente, el templo se encontraba vacío y no hubo pérdida de vidas humanas; sin embargo, una de las "víctimas" fue el Cristo que presidía el altar mayor.
    Al concluir la guerra, los habitantes del lugar reconstruyeron con heroica paciencia parte por parte de la imagen, hasta que la dejaron totalmente restaurada, a excepción de los brazos, los cuales se destruyeron completamente.
    Ante el dilema de arrumbar la imagen en la sacristía, o esperar a que le fabricaran unos nuevos brazos, los fieles del templo decidieron volver a instalarla en su lugar colocando una gran inscripción explicativa: "Desde ahora, Dios no tiene más brazos que los nuestros".
    Concluyó Martín Descalzo que ese Cristo de los brazos inexistentes continúa extendiendo una invitación a cada uno de nosotros a colaborar con él.
    "Bueno, en realidad, siempre ha sido así. Desde el día de la creación Dios no tiene más brazos que los nuestros. Nos los dio precisamente para suplir los suyos, para que fuéramos nosotros quienes multiplicáramos su creación con las semillas que Él había sembrado", señaló.
    En efecto, el libro del Génesis afirma que Dios puso al hombre en el jardín del edén para que lo labrara y cuidara. Además, precisa que le llevó a todos los animales para que les pusiera nombre, con lo que indicó su dominio y responsabilidad sobre lo creado.
    ¿Ofrezco mis brazos para remediar los males del mundo?
    rfonseca@noroeste.com
    @rodolfodiazf