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"Análisis: Jesús Kumate: Ombudsman de los niños"

"El Dr. Jesús Kumate, quien no necesitó de ser músico de El Recodo para recibir honores, no fue al Senado de la República a leer un discurso complaciente; al contrario, fue a recordarle al país que la muestra más fehaciente de la injusticia ca"

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14/10/2006 00:00

    Noroeste / Pedro Guevara

    Salud por los 30 y los 27 de Noroeste en Culiacán y Mazatlán.

    "Ahí en El Recodo fue donde vi unas cajitas blancas (en las que) llevaban a enterrar a los niños que se habían muerto de diarrea. Ahí fue donde quise convertirme en médico", le confesó el laureado Jesús Kumate Rodríguez al reportero de Noroeste, Ariel Noriega.
    Con esta imagen entre trágica y poética nació la vocación científica del Eminente sinaloense.
    Las cajitas blancas que cargaban niños muertos de diarrea ha sido la memoria más poderosa que no ha dejado descansar a uno de los hombres más grandes que hayan nacido en esta feraz tierra empapada de sudores humanos y marinos.
    Desde la tierna infancia hasta la edad de mayor plenitud humana, el Dr. Kumate Rodríguez no ha traicionado el recuerdo del pasaje trágico de El Recodo, cuando en su discurso de agradecimiento al recibir la Medalla "Belisario Domínguez", hablando de los niños de la calle, protestó con sensibilidad e inteligencia:
    "Los vemos sin mirarlos. Para fines prácticos no existen, son invisibles. No parecen niños porque no sonríen, están desaliñados y tristes () Se les condena a vivir sin educación formal, en el desempleo, la promiscuidad y en la drogadicción barata: los inhalantes. Un escape de la realidad que los marginó sin ninguna esperanza".
    La paradójica tragedia para México, la cual se aferra en las garras de la desigualdad, es que "No somos un país pobre, les recordó el Dr. Kumate a los hombres del poder, muy por el contrario, podríamos ser muy ricos si damos valor agregado a nuestro tesoro demográfico, mediante educación, nutrición, salud y un ambiente que haga de la niñez una edad de alegría y paz, juegos, aprendizaje y crecimiento y en un futuro forjado con el espíritu de armonía y cooperación".
    La propuesta del ilustre recodense nos restrega el rostro cuando escuchamos nuevamente que en los últimos diez años la educación mexicana en las escuelas primarias y secundarias ha empeorado, oscureciendo aún más el futuro de los que ahora son niños.
    El reconocimiento al Dr. Kumate también es, de manera indirecta, un grave reclamo a la sociedad sinaloense porque sabiendo que en el estado han nacido científicos del talle del distinguido hijo de El Recodo o de Octavio Paredes, nuevo integrante de la Junta de Gobierno de la UNAM y también miembro del Colegio de Sinaloa, lo cierto es que ellos se han formado fuera de esta fértil tierra en productos agrícolas pero casi árida en la formación de científicos, como bien lo informa el análisis "Entidades Federativas con la Mejor Base Científica y Tecnológica" que presentó la firma Aregional, el pasado lunes en Culiacán.
    Sinaloa en producción científica y tecnológica se encuentra en el último lugar regional, por debajo de Nuevo León, Baja California Sur, Baja California, Coahuila, Sonora, Tamaulipas y Chihuahua, lo cual no hace honor al homenajeado por los Senadores.
    El Dr. Jesús Kumate, quien no necesitó de ser músico de El Recodo para recibir honores, no fue al Senado de la República a leer un discurso complaciente; al contrario, fue a recordarle al país que la muestra más fehaciente de la injusticia canalla de este país es la pobreza y el dolor de millones de niños.
    La fidelidad del distinguido médico sinaloense a la vena que nutre su vocación, irriga una y otra vez sus artículos científicos. De los 367 escritos que le han publicado en revistas especializadas, muchos de ellos rinden homenaje insistente a las cajitas blancas de El Recodo porque parece que, a través del conocimiento científico, quisiera resucitar a los niños que iban a en ellas.
    Uno de esos artículos se llama justamente "El Ombudsman de los niños", en él el hijo de Don Efrén Kumate Kumate, quien por fortuna llegó de las costas de Japón a las sinaloenses, escribió, coincidiendo con la tesis del psicoanalista mexicano Santiago Ramírez, de que "infancia es destino":
    "La niñez y la adolescencia, etapas de la vida durante las cuales ocurren el crecimiento y desarrollo, son definitorias de su futuro como adultos. Se espera sean tiempos de cuidados y acciones para promover el óptimo aprovechamiento de sus facultades, mediante la alimentación apropiada a su edad, la prevención de enfermedades y accidentes, la educación durante un mínimo de nueve a diez años, la detección oportuna de enfermedades y en su caso el tratamiento y la rehabilitación, así como las interacciones intrafamiliares, escolares y sociales determinantes de su personalidad".
    (Sin embargo). "Ese ideal dista de la realidad imperante, si bien los riesgos de morir en el primer día, la primera semana, el primer mes y el primer año son los mayores, salvo los últimos, las diferencias en la mortalidad infantil en 19991 fueron desde tres en Suecia y Suiza hasta 165 en Afganistán (seguramente muy subestimada); en 86/191 de los países encuestados por UNICEF, la mortalidad infantil fue de 30 o más/1 000 nacidos vivos, en 25 países con más de 100, literalmente los niños transitan por un valle de la muerte antes de tener una edad en la que puedan defenderse para sobrevivir".
    La medalla "Belisario Domínguez" ha sido una condecoración que se entrega desde 1953, "a los hombres y mujeres mexicanos que se hayan distinguido por su ciencia o virtud en grado eminente, como servidores de nuestra Patria o de la Humanidad", pero muy pocas veces se ha prendido en el pecho de hombres y mujeres que asemejen su obra a la del también Dr. Belisario Domínguez, como ahora que se entrega al Dr. Jesús Kumate Rodríguez.
    En efecto, el también Senador Belisario Domínguez, además de ser uno de los más grandes defensores de las libertades civiles en nuestro país y por las cuales fue sacrificado en 1913, fue sobre todas las cosas, un médico entregado a la salud de los otros.
    En 1903, Belisario Domínguez, inconformándose con la pobreza que observaba en Comitán, su lugar de nacimiento, hace circular en la Ciudad de México una serie de impresos que llama "Chiapas".
    En ellos da a conocer las riquezas desconocidas de su estado, la incuria de los gobiernos de Chiapas y su desenfrenado afán de lucro, e invita a todos los patriotas, y especialmente a los periodistas de México a colaborar con sus valiosos elementos de propaganda, para dar a conocer las necesidades de ese castigado rincón de la República.
    En su discurso de agradecimiento el Dr. Kumate hace honor a las hojas volantes de Belisario Domínguez que denunciaban la pobreza, la corrupción y el abandono que imperaba en su estado, cuando ante el Senado en Pleno les dijo a los legisladores:
    "Si el asunto y bienestar de los niños no se ubica en ningún sector del espectro político, ¿Qué obstáculos puede haber para invertir en este capital humano? ¿Qué puede impedir que los legisladores aquí presentes, elegidos por el pueblo de México, acordaran una política de Estado dirigida a poner el interés de los niños en primer lugar? ¿Vamos a defraudarlos?
    "La niñez, escribe el Dr. Kumate una y otra vez, es la edad más vulnerable a toda clase de influencias nocivas, desde la concepción hasta la adolescencia. Las tasas de morbilidad y las de mortalidad infantil son las más altas en el decurso de la vida".
    Esta tesis quedó impresa con tinta indeleble de las cajitas blancas de El Recodo en el corazón y la mente de un científico que nació en México para ser el mejor defensor de la salud de los niños.
    Ninguna mejor noticia para Sinaloa que el reconocimiento a la labor científica y humanística de un hombre que tiene como seña buscar la salud de los infantes, en un año donde las drogas y la violencia son el azote de todos los días.