Claudia Beltrán/Marcos Vizcarra
Alberto Anaya es señalado como el usufructuario de una franquicia política que le ha permitido construir un estilo de vida, junto a su familia, financiado por el erario público. Entregado
a Andrés Manuel López Obrador para que le inyecte oxígeno, dinamismo y seguidores
al Partido del Trabajo, se le suele descalificar como un oportunista sin escrúpulos.
Pero la biografía política de Anaya es mucho más que esa caricatura de su vida; es la de una izquierda maoísta
que ha sido autora de las turbulencias sociales más importantes en el país en los 15 últimos años.
Anaya no es un dirigente que salió de la nada, como si lo hubiera inventado Raúl Salinas de Gortari en los 70 y fuera una marioneta de su hermano, Carlos, el ex Presidente,
con quienes tiene una relación personal, fluida y de cercana. Anaya fue uno de los dirigentes de lo que los estudiosos de movimientos sociales en América Latina consideran una de las experiencias
urbanas más importantes
del continente, que tuvo el apoyo directo del hoy repudiado mandatario, Luis Echeverría, quien estimuló y financió la creación de una izquierda social en México que hoy, como antes, toma como causa la lucha por los pobres.
Los 70 son el punto de inflexión
entre una izquierda perseguida y asesinada, y una que encontró, al repudiar
la vía de las armas, cauces
legales para su desarrollo.
Anaya pertenece a esta última, cuyo núcleo intelectual
surgió de la Facultad de Economía de la UNAM de la mano de la corriente Política Popular (PP), donde
figuraban Hugo Andrés Araujo, Gustavo Gordillo y Rolando Cordera, bajo el liderazgo de Adolfo Orive, hoy coordinador del PT en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, y que fue guía ideológico de movimientos
populares y armados,
entre los que se incluyeron
Tierra y Libertad en Monterrey, donde participó Anaya, y el Ejército Zapatista
de Liberación Nacional en Chiapas.
La PP surgió antes del Movimiento Estudiantil de 1968, y coincidieron en la UNAM con un grupo de personas que iniciaron su camino al poder: Carlos y Raúl Salinas, Manuel Camacho
y Emilio Lozoya, con quienes se cruzarían nuevamente
a mediados de los 70. La matanza de Tlatelolco y la represión del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz al movimiento,
provocó la diáspora
de ese grupo, mas no su disolución. Anaya regresó a su natal Durango, donde fue un brigadista de la incipiente
Línea de Masas, un movimiento campesino de corte maoísta que recibió el apoyo económico y político
del entonces presidente Echeverría, de su secretario de Gobernación, Mario Moya
Palencia, y más adelante del ex presidente José López Portillo.
Anaya llegó a Monterrey en 1971, donde una helada mañana del 28 de marzo de 1973, junto con mil 500 personas
invadió unos terrenos entonces inhóspitos en las faldas del cerro Topo Chico en donde fundaron la Colonia
Tierra y Libertad, que sirvió
como el centro coordinador
del movimiento urbano que lleva su nombre. No fue esa una primera invasión de tierras, ni el síntoma de un fenómeno social, sino la conclusión
de la primera etapa de una revolución urbana.
Tierra y Libertad nació formalmente tras dos años de invasiones de tierras, realizadas
principalmente por campesinos inmigrantes de Coahuila, San Luis Potosí, Tamaulipas y Zacatecas que tenían el sueño de cruzar a Estados Unidos. No llegaron y no tenían donde vivir, pues las reformas echeverristas de vivienda para los más desprotegidos, fracasaron en sus objetivos finales ante la fuerza del Grupo Monterrey,
que tenía políticas paternalistas
de vivienda con sus sindicatos blancos, y con el sindicalismo oficial de la CTM y la CROC.
La invasión en Topo Chico
fue la novena, y la que cambió el rumbo del movimiento
urbano de posesionarios.
Orive estuvo en Monterrey en el adiestramiento
ideológico, y algunos de sus alumnos abrieron brecha.
Araujo, Diputado y Senador
del PRI, dirigente de la CNC durante el gobierno de Salinas, fue enviado por Orive a Coahuila, donde se convirtió en arquitecto del experimento comunista en Badiraguato, en la Comarca
Lagunera, apoyado con trabajo y dinero por los hermanos
Salinas. Gordillo fue subsecretario de Agricultura
y de la Reforma Agraria en los 90, y hoy colabora con Camacho en el DIA, que coordina las fuerzas de izquierda, desde donde intentaron políticas que beneficiaran
al campesinado.
Anaya utilizó la experiencia
de la PP en la fundación de la Coordinación del Movimiento
Urbano Popular, que es un gran paraguas de organizaciones de izquierda,
varias de ellas radicales, donde coincidió con una dirigente
de colonos de Iztapalapa,
Clara Brugada, hoy delegada por el PT en esa delegación. La Conamup, que es su acrónimo, nació en 1980 y prácticamente murió entre los escombros del terremoto
de 1985 en la ciudad de México, donde vio en el surgimiento de una coordinadora
de damnificados, con René Bejarano como uno de sus principales líderes, su relevo como articuladora de movimientos urbanos.
Anaya debió haber comenzado
a eclipsarse en la parte final de los 80 y principios
de los 90, cuando sus apoyos de Los Pinos con mandatarios que se identificaban
con la izquierda social, dejaron el poder. El presidente
Ernesto Zedillo, que nunca abrazó ningún movimiento de izquierda, rompió lazos con ella, no sólo por definición
ideológica, sino por desinterés. Zedillo, paradójicamente,
le dio viabilidad política a López Obrador, cuando obligó al PRI a no impugnar su candidatura a la jefatura de Gobierno del Distrito Federal en 2000, pese
a violar la ley electoral por carecer de residencia.
En López Obrador, quien cuando él movilizaba campesinos
en Nuevo León con ideología maoísta, él era representante del Instituto Nacional Indigenista en Tabasco
y colaborador de un gobernador salinista, con un corte de izquierda social, Enrique González Pedrero, encontró su vida transexenal.
Con sus viejos aliados fuera del poder y sin recursos
para sobrevivir como partido, se recargó en López Obrador, heredero de toda esa cultura que emanó de las luchas sociales y urbanas de los 70, a quien le entregó el Partido del Trabajo, que fundó en 1990 aún bajo los auspicios de los Salinas, y le encomendó su futuro.
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