PREMIO
Alguna vez escuché, Inge., la frase: le estás haciendo al tío Lolo. Sé que es un refrán y que contiene una alta dosis de ingenio popular. Un clásico de café, cuando le pregunté el significado me explicó que tiene varias interpretaciones. Es una forma de decir que se hace tonto, también, me dijo, es ser incongruente entre el decir y el hacer, muy clásico en los políticos o cuasi políticos. Cuando alguien diluye por tiempo, algo que debe decidir ya, se le puede aplicar la frase, me explicó, mientras el mesero le hacía mucho al tío Lolo, pues pasaba y pasaba y no servía lo ordenado.
Y ¿quién fue el tío Lolo? le pregunté. Oye, me contestó, tuve 8.9 de promedio en la Prevo, no llegué a saber tanto. Total, después de su explicación me di cuenta de que todos de alguna forma, le hacemos al tío Lolo.
Pero en tiempos electorales, como los que vivimos ahora, las autoridades correspondientes entran al juego del tío Lolo, y lo sustentan en una ley. Resulta que el Gobierno, en ninguna de sus presentaciones, ni dependencia pública alguna, incluidas universidades, puede decir o hacer algo, porque estamos en tiempos electorales y la ley prohíbe generar información sobre sus actividades, porque, dice la ley, podría inclinar la preferencia del voto ciudadano para tal o cual candidato propuesto por algún partido para un cargo de elección. La verdad, cómo nos gusta hacerle al tío Lolo.
En la Universidad de Occidente se aprobaron recientemente cuatro nuevas licenciaturas para la Unidad Culiacán para impartirlas en el próximo ciclo escolar, lo que representa una oportunidad más de estudio para jóvenes bachilleres, y al preguntar qué ha sido de la promoción de las mismas, me dijeron que no se puede hacer nada hasta pasadas las elecciones. ¿Cómo es posible que a la actividad académica la frene la actividad electoral? Es que somos institución pública, fue la respuesta, y la ley lo impide.
Vaya manera de entorpecer lo que debe estar sujeto a un plan de trabajo. Esta ley, si la observa el gobernante, pero la que señala al peculado, al robo de dinero, o a la transparencia y rendición de cuentas, y otras muchas que reglamentan el actuar del servicio público, esas no las obedecen en cualquier tiempo. Increíble que en cosas que no merman la voluntad popular, pues votar es un derecho, y el derecho no implica obligación, pues es potestativo de quien lo tiene si lo ejerce o no, haya una ley que impida el desarrollo de un plan de trabajo de instituciones, incluso del mismo Gobierno, que es necesario desarrollar. No cabe duda que el sistema, en algunas cosas, es más papista que el Obispo de Roma.
Y no hace bien la ley en impedirlo, porque la práctica nos ha dicho, desde la época de Miguel Alemán, cuando tú empezaste a votar Inge,. que por debajo del agua se viola toda la ley por parte de los funcionarios públicos, del partido que sea, y como dijo el clásico aquel, tú obedece, pero por debajo de la mesa, ¡bolas!
O, ¿acaso los espectaculares del locutor Sergio Torres, y la portada de una revista con la imagen del candidato panista, no fueron hacerle al tío Lolo con todo el zipi zape que se armó? ¿Y les creíste Inge., cuando partidos y aludidos marcaron dizque un deslinde, y terminaron diciendo que no violaban la ley y que no estaban enterados de algunos señalamientos respecto a la propaganda política previa al arranque de las campañas? ¿Qué ética pueden tener si desde antes de empezar ya mentían? ¿No es hacerle al tío Lolo?
Ahora podrán ellos, los candidatos, comprender por qué el ciudadano ya no les cree y sus mensajes y discursos no atraen. O, ¿qué querrán decir frases como: transformar Culiacán, te aseguro un mejor Culiacán, transformemos el miedo, vamos por todo, voy en serio, y otras huecas frases que tienen una interpretación diferente a la intención con que son dichas, porque le experiencia eso nos ha dicho? El juego del tío Lolo a todo lo que da. ¡Ah políticos!
Una visión moderna de un político debiera ser, centrarse en lo específico de la problemática social y económica de la ciudad que pretende gobernar o del distrito que pretende representar. Decir lo que dicen todos, y decir lo que han dicho tantos antes, ni tiene impacto propagandístico, ni tiene efecto en votación. Tal vez por eso dijo un analista político de radio local, las campañas actuales no prenden y los candidatos no calientan la contienda.
Por otro lado, leía que se preparan debates públicos entre los contendientes. Otra acción más bajo la égida del refrán del tío Lolo. ¿Interesarán los debates al votante de nueva generación?, ¿le interesará al ama de casa, al intelectual, al investigador universitario, al desempleado, a los de la tercera edad, a los usuarios de Internet y a los ludópatas sinaloenses? Pero bueno, dirán los árbitros elegantemente, lo mandata la ley.
En fin, son tiempos de poca seriedad, de poca honestidad, y de poco interés electoral. Tiempos en donde hacerle al tío Lolo de manera colectiva parece ser una forma terapéutica para enfrentar la recesión económica que deja bajas ventas al comercio, para torear como se pueda los incrementos y ajustes de precios a productos básicos, gasolinazos y demás, para la espera de las añoradas lluvias y el agobiante calor, y pues total, ¿ya sabes qué viene después de las elecciones Inge? Las vacaciones escolares.