"El olvido de la memoria"

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27/08/2014 00:00

    Sugey Estrada/Hugo Gómez

    En la educación tra­dicional se recurría constantemente al ejercicio de la memo­rización. Repetir textos de me­moria era signo de inteligencia, de comprensión y de dominio del tema.
    Hoy no se acostumbra ejercitar tanto la memoria, existen aparatos que se encargan de esa función. Anteriormente, era común que las personas memorizaran los números de teléfono, o la serie de las placas de los carros. Actualmente, ya no es tan necesario. Proliferan las memorias que se pueden adquirir a precios mó­dicos en el mercado. Hay circuitos electrónicos que reemplazan la fati­ga neuronal.
    Los ejercicios mnemotécnicos ya no se practican. El juego del memo­rama, y otros afines, cada vez tienen menos demanda. Se está producien­do una generación no de olvidadizos, sino de olvidadores, dijo Mario Be­nedetti.
    La memoria es base importante de nuestra personalidad; es el cordón umbilical que nos une a nuestra his­toria. De acuerdo a la RAE, es la "po­tencia del alma por la cual se retiene y recuerda el pasado". Somos lo que hacemos, lo que decimos, lo que nos pasa. Somos en cada momento la me­moria de nosotros mismos, apuntó José María Segovia.
    Añadió que el olvido tiene un sentido sano y terapéutico. "El olvido es necesario, porque no podríamos recordar todo lo que hemos vivido. Olvidamos selectivamente y unas cosas antes que otras, de acuerdo a intereses y aspectos emocionales".
    Entre memoria y olvido existe una simbiosis y fraternidad secreta. "El olvido es una de las formas de la memoria, su vago sótano, la otra cara secreta de la moneda", expresó Borges.
    El mundo actual no puede pros­pectar su futuro sin atender a su me­moria. "Todo se hunde en la niebla del olvido/ pero cuando la niebla se despeja/ el olvido está lleno de me­moria", reiteró Benedetti.
    ¿Soy olvidador u olvidadizo?
    rfonseca@noroeste.com@rodolfodiazf