"El reconocimiento que Calderón hace al Ejército mexicano en Apatzingán, Michoacán, es el quinto encuentro del Presidente con soldados y marinos, en un lapso de poco más de un mes, tras haber prometido a éstos aumentar sustancialmente sus sala"
Saúl Valdez / Fernanda González
El Presidente Felipe Calderón ha querido dejar de relieve, en su primer acto público del año, una especial cercanía con el alto mando castrense y la elevada prioridad que dará a las Fuerzas Armadas durante su Gobierno.
Ataviado de casaca y gorra militar con el escudo donde resplandecían las cinco estrellas distintivas de comandante en jefe del Ejército, Felipe Calderón hizo un reconocimiento en Apatzingán, Michoacán, a los soldados, marinos y policías por su trabajo durante la primera fase de los operativos de seguridad, cuyo objetivo es contener y abatir la delincuencia organizada:
"Vengo hoy como comandante supremo a reconocer su trabajo, a exhortarlos a seguir adelante con firmeza, entrega y a decirles que estamos con ustedes".
Imposible pasar inadvertido que se trató del quinto encuentro del Presidente Calderón con soldados y (o) marinos, en un lapso de poco más de un mes, tras haber prometido a éstos aumentar sustancialmente sus salarios ("llegó la hora de la tropa"), para lo cual pidió a la Cámara de Diputados un aumento sustancial de 24 por ciento, que obtuvo, en el rubro de la seguridad y el sector castrense.
El Gobernador de Michoacán, Lázaro Cárdenas Batel, aprovechó la ocasión para mostrar, en la tónica de su padre, Cuauhtémoc Cárdenas, el distanciamiento con Andrés Manuel López Obrador (y el PRD), exteriorizando la "convicción" de que para combatir con éxito a la delincuencia es imprescindible hacer a un lado las diferencias partidistas y poner por delante el interés general. Cárdenas Batel dio fe así de su "sana cercanía" con el Presidente Calderón, dando a éste una "muy calurosa bienvenida" al par de expresarle su "agradecimiento por las operaciones emprendidas contra el narcotráfico" en la entidad.
El mensaje presidencial lleva dedicatoria múltiple, destacando la que va dirigida a las Fuerzas Armadas. No se puede soslayar la existencia de una corriente de simpatía en la tropa hacia AMLO, como bien observa Luis Hernández Navarro (Album de fotos, La Jornada 9/01/007), reflejada ésta en que en la mayoría de las casillas electorales, cercanas a los cuarteles, triunfo el candidato coalicionista con mucha ventaja sobre su principal oponente.
"La mano firme" que Calderón blandió en campaña se confunde ya con mano dura, como deja entrever el portazo del Secretario de Gobernación a la APPO, posponiendo el diálogo con ella, así como su ominoso silencio sobre las violaciones sexuales sufridas por appistas durante su traslado de Oaxaca a un penal de Nayarit.
Ramírez Acuña no alcanzó a balbucear nada cuando los periodistas lo cuestionaron sobre semejantes vejaciones, apretando el paso para desaparecer. Tales violaciones a los derechos humanos serán turnadas a la Corte Internacional de La Haya.
Quedó así constancia de la gran incongruencia del titular de la Segob, en tanto minutos antes había enaltecido el respeto y defensa de las garantías individuales como "parte medular" de la encomienda presidencial bajo su cargo:
"La aplicación de la ley bajo el respeto a los derechos humanos es una ecuación política sencilla de responder cuando se tiene claro que el bien común debe ser resultado de nuestras acciones de Gobierno" (9/01/007).
No parece, sin embargo, dada la conducta de las autoridades federales, que esa "ecuación política sencilla" sea el santo y seña de la política interior. Ramírez Acuña exhibe su propensión al formalismo discursivo, de contenido hueco, sin correspondencia con la realidad.
Al fin y al cabo la plana mayor del PAN confía que con un "adecuado" manejo de medios, Calderón pueda evitar, como hizo el Presidente Fox a lo largo de su mandato, que su imagen presidencial salga muy dañada (en el círculo verde), manteniendo como su antecesor un elevado índice de popularidad y aprobación ciudadana.
No obstante, el camino escogido por Fox, primero, y Calderón ahora, para la gobernabilidad, conduce a una virtual involución autoritaria. Poniendo con ello en grave riesgo la paz social.
La polarización que las elecciones presidenciales provocaron, seguirá potencialmente activa si el Gobierno del presidente Calderón se empeña en consagrar el continuismo, obviando que la mayoría de los mexicanos no dieron el dos de julio de 2006 un mandato claro para nadie, dado el virtual empate del candidato presidencial del PAN con AMLO.
Durante su reaparición en pantalla chica, a través de TV Azteca, mediante el programa La verdad sea dicha, El Peje volvió al ataque, poniendo el dedo en la llaga del capitalismo mexicano, al haberse convertido México en un país de monopolios, donde "productos, bienes y servicios, incluyendo los básicos tienen un costo mucho mayor que a escala internacional".
Al mismo tiempo que fustigó al Presidente Felipe Calderón por haberse uniformado de "soldado chocolate" (en Apatzingán), para dar el banderazo de salida a las operaciones contra el narcotráfico. Y cuestionó sobre cuándo se lanzaría también una campaña de Estado contra los "delincuentes de cuello blanco", que menudean en las estructuras de Gobierno.
Llegado a ese punto, fue imposible no tener en mente el caso del ex secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, quien poco después de dejar su cargo aceptó incorporarse al Consejo de Administración de HSBC Holdings PLC, siendo por ello acusado por el secretario general del PRD-DF, Carlos Reyes Gamiz, ante la Secretaría de la Función Pública, de violar la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos, específicamente del apartado 12 del artículo 8 donde se establece que "todo funcionario que deje su cargo deberá observar hasta un año después de concluir sus funciones (para ocupar otro en la iniciativa privada), y no usar en provecho propio o de terceros la información o documentación a que haya tenido acceso en su empleo y que no sea del dominio público".
Con su proceder, Gil Díaz se coloca en un grave conflicto de intereses en agravio del país. Ahora es empleado, con información privilegiada, de un consorcio bancario presente en México, el cual se distingue por ser "proclive a la usura".
Sin poder evadir su responsabilidad al respecto, la Secretaría de la Función Pública dio inicio a una investigación administrativa contra Gil Díaz, ante el cambio de señales en Los Pinos, donde el primer círculo calderonista acaricia la idea de convertir al ex Secretario de Hacienda en el chivo expiatorio del sexenio. ¿Al fin un quinazo?
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