"El turismo en Sinaloa, a pesar del relativo declive de Mazatlán en el contexto nacional, ha cobrado mayor relevancia en las dos últimas décadas para la economía estatal."
Noroeste / Pedro Guevara
El Presidente Felipe Calderón desea convertir a México en uno de los cinco destinos turísticos más visitados del mundo. No dice en qué periodo, pero es de imaginar que en lo que resta de su sexenio. El objetivo es muy ambicioso y poco probable de concretar en un periodo tan corto, pero tal propósito no deja de ser seductor.
Nuestro país ha oscilado entre el séptimo y décimo tercer lugar de los destinos con más visitantes en los últimos veinte años; en 2005 ocupó precisamente el séptimo pero el catorceavo por el número de divisas.
De 1980 al 2000, México experimentó un gradual crecimiento turístico prácticamente ininterrumpido, pero en el 2002, raíz de la crisis del 11 de septiembre padeció una brutal caída, de la cual se empezó a recuperar hace aproximadamente tres años, aunque la furia de Wilma que castigó en 2005 a Cancún, el principal destino turístico mexicano, hizo descender de manera considerable el número de visitantes extranjeros ese año.
México ocupa un buen lugar mundial por el número de visitantes pero no tan bueno por el gasto que éstos generan. Esto quiere decir, que los turistas que arriban a nuestro territorio son, en promedio, de menor poder adquisitivo que los que se dirigen a Europa, Asia o las Islas del Pacífico.
Aun y cuando Estados Unidos es la principal fuente de turismo internacional para México no ha logrado aprovecharse la enorme riqueza de ese mercado. En el año 2000, el 87.2 por ciento de los turistas internacionales procedieron de ese país, y tan solo California y Texas ofrecieron 42.8 por ciento, casi la mitad. Siendo tan importante este país para nosotros, lo podía ser aun más; mucho más.
El Medio Oeste y la Costa Este de nuestros vecinos del norte podrían surtir de varios millones más de visitantes a las ciudades y costas de México. De Canadá procedieron tan solo el 4.5 por ciento de los turistas, y de Alemania, España, Francia, Reino Unido e Italia aun menos: 3.8 por ciento.
China, a pesar de lo distante que está de Estados Unidos, compite con México por su mercado turístico. El Gran Dragón en un plazo muy corto se ha convertido ya en una de las primeras cinco potencias turísticas, y está proyectado que será la número uno en escasos diez años. Esto quiere decir que la cercanía no es el principal factor para llevar turistas a China. Este inmenso país presume una de las culturas milenarias más importantes de la humanidad, pero además tiene millones de kilómetros de costas, diversidad de climas, atractivos paquetes turísticos y, sobre todo, una seguridad que nosotros no gozamos.
El turismo en Sinaloa, a pesar del relativo declive de Mazatlán en el contexto nacional, ha cobrado mayor relevancia en las dos últimas décadas para la economía estatal. Su aporte, tomando en cuenta el comercio, la hotelería y restaurantes, supera la contribución de la silvicultura y la pesca. Según el Gobernador Jesús Aguilar Padilla, en declaraciones periodísticas hechas el pasado jueves, su aporte el PIB estatal es del 9.5 por ciento, superando el 8 por ciento de hace dos años.
En efecto, es visible el fortalecimiento de la industria turística estatal tanto por la recuperación de Mazatlán en los últimos tres años, como el crecimiento del turismo de negocios en Culiacán.
Son varios los factores que han intervenido para que esto haya sido así. Unos de corto alcance y otros de largo plazo. Los inmediatos tienen que ver con los graves daños que generó Wilma en Cancún, los cuales obligaron a reorientar decenas de miles de turistas extranjeros y nacionales, incluyendo visitantes de cruceros, a otros puertos como Mazatlán. Otras de corto plazo tienen que ver con las inversiones nacionales y extranjeras en la construcción de condominios en este mismo puerto a un ritmo y densidad como no se había hecho antes.
A largo plazo, el aumento progresivo de inmigrantes de Estados Unidos y Canadá, temporales o definitivos, que se están estableciendo en Mazatlán, 6, 500 personas en 2006 en el puerto, y otras poblaciones del estado, sobre todo del sur, las cuales demandan vivienda, alimentos, servicios médicos, transportación, diversiones, etc.
Esta inmigración que está contemplando Sinaloa no es exclusiva si no que en otras partes del país y de América Latina, por lo menos, también se experimenta. Lo cual quiere decir que hay una lucha intensa por atraer a millones de jubilados de Estados Unidos y Canadá a regiones con climas más benignos que los que imperan en gran parte de esos países, y a economías con costos más bajos, que hagan menos difícil la vida en los años de retiro.
Precisamente por lo anterior, es decir, porque la inmigración de jubilados será de largo plazo, por lo menos hasta los años treinta, cuando se llegue al pico de las personas en retiro, y porque el clima se ha convertido, más que nunca, en el bien más preciado del que puede gozar una región en la era del calentamiento global, es necesario hacer entender a hoteleros y políticos que la preservación de los recursos naturales no es un capricho de los ambientalistas, y mucho menos un obstáculo para el desarrollo, sino, justamente, la única posibilidad de que éste se mantenga a largo plazo.
En Sinaloa son frecuentes las declaraciones contra aquellos que hablan de cuidar con más vigor el hábitat natural del estado. Tanto el Gobernador Aguilar Padilla, el Presidente Municipal de Mazatlán, Alejandro Higuera, como más recientemente el influyente empresario Ernesto Coppel Nelly, han criticado la "ley del Mangle" porque, según ellos, obstruye el desarrollo turístico. Si ellos entienden a éste como la construcción incesante de hoteles y otras instalaciones para el servicio turístico, pues entonces sí que habría obstáculos con esa ley, pero si entiende el desarrollo sustentable, al que ellos dicen apelar, como aquel que no atenta contra el equilibrio entre naturaleza y sociedad, entonces sí que habrá que respetar la "ley del mangle" y varias más.
Uno creería que ante el intenso y reciente debate sobre el calentamiento global, al que ha contribuido el papel crítico del ex Vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, los hoteleros y políticos mexicanos cobrarían más conciencia del daño que ha sufrido la naturaleza ante el modelo desarrollista que ha imperado en el mundo desde la Revolución Industrial, pero no es así. Su desconocimiento del tema es temerario.
Tan solo el miércoles pasado leímos en las páginas de Noroeste como Coppel Nelly solicitó que se modifique la "ley del mangle" porque impide la construcción de complejos turísticos. Dijo el dueño de la cadena hotelera Pueblo Bonito: "No estamos en contra de proteger a la naturaleza, sino que es necesario tener un equilibrio con el desarrollo sustentable, pues no es posible que se dejen de crear fuentes de trabajo solo para proteger a los mangles".
Parece que el éxito ciega a muchos hombres, y esto es lo que dejan ver los mazatlecos Ernesto Coppel y Alejandro Higuera porque, prácticamente con los mismos argumentos, critican las leyes de protección medio ambiental. No les caería mal el estudio de textos básicos sobre desarrollo sostenible. Una idea elemental de ellos es que la protección de la naturaleza es la protección misma de la sociedad y el desarrollo y, por lo tanto, del ser humano mismo. No hay tal separación entre naturaleza y sociedad, como estableció el pensamiento moderno primario.
La protección de los mangles es la protección nuestra, a corto y largo plazo. Y, por cierto, los empresarios invierten en primer lugar para obtener ganancias y en segundo para crear empleos. La ecuación no es a la inversa. Esto lo sabe mucho mejor que cualquiera Ernesto Coppel. Pero la búsqueda de ganancias, a estas alturas, sobre todo después de las conclusiones de la última reunión de Davos, tendrá que tomar en cuenta, de ahora en adelante, la inversión en la protección de la naturaleza, tal y como lo ha dicho en todos los foros que puede el Premio Nobel de Química, Mario Molina. ¿Lo habrán escuchado los hoteleros y políticos mexicanos?
Si queremos que el turismo se convierta a largo plazo en la principal fuente de ingresos de la economía mexicana habrá que escuchar más a Mario Molina.