Sugey Estrada/Hugo Gómez
Es proverbial la puntualidad de los ingleses y, de acuerdo a un artículo del diario español El Día.es, el pueblo más impuntual es el venezolano. Sin embargo, los mexicanos tampoco nos distinguimos por la puntualidad.
La puntualidad es una virtud que exige disciplina y organización. Es indispensable en la convivencia diaria y se valora de manera especial en el terreno de los negocios. Quien es puntual no roba lo más valioso de la vida: el tiempo.
James Hunter, en su obra "La paradoja. Un relato sobre la verdadera esencia del liderazgo", transmite una conversación entre un maestro y una entrenadora. "Si llegamos tarde a nuestras citas, reuniones u otros compromisos, ¿qué mensaje estamos haciendo llegar a los demás?", preguntó el profesor.
"¡La gente que llega tarde me ataca los nervios!, saltó la entrenadora. De hecho me encanta que aquí se respete el tiempo porque me gusta saber a qué atenerme. Para contestar a tu pregunta, Simeón, a mí, cuando alguien se retrasa, me llegan distintos mensajes. Uno es que su tiempo es más importante que el mío, un mensaje bastante arrogante para mandármelo. También implica este mensaje que yo no debo ser una persona muy importante para los que me hacen esperar, porque seguro que llegarían a la hora con una persona importante. También me comunica que no son demasiado rectos, porque las personas serias se atienen a la palabra dada y cumplen con sus compromisos, incluso con sus compromisos de tiempo. Llegar tarde es un comportamiento muy poco respetuoso y además crea hábito".
Leszek Kolakowski, en su irónico ensayo "Elogio de la impuntualidad", sostiene que la impuntualidad nos libra de la infalibilidad y perfección, además de que deja lugar al azar y a la libertad.
¿Soy puntual? Respeto el tiempo de los demás?
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@rodolfodiazf