"En la sección publicitaria de marras el crédito de 'masajes' apenas aparece en el titulito identificador"
Profesor Arturo Cundapí Ramos
Los Servicios
M. Ángel González Córdova
En una ciudad vulnerada por el ilícito, resulta un tanto restaurador el hecho de que, desde el ámbito de la autoridad municipal, emane una decisión claramente inclinada a desfacer algunos entuertos mediante la aplicación de una suerte de profilaxis social contra la proliferación de un giro comercial cuya publicidad se identifica más con la prostitución que con el supuesto masaje terapéutico que sus promotores argumentan.
La negativa del Cabildo de Culiacán, ante doce solicitudes de operación de otras tantas de las llamadas casas de masaje, tiene un contenido social de innegable trascendencia, toda vez que, al menos en este caso, se puso un freno a la proliferación permitida de establecimientos de dudosos fines, que pueden ser obvios según se interpreta en el tenor de la publicidad contratada en los medios.
Dígalo más evidentemente la cita de algunos anuncios publicados en el espacio identificado para "masajistas" en un diario local:
Algunos de esos anuncios usan la palabra "masaje", y otros, de plano entran en materia respecto a propuestas eróticas francamente identificables con la prostitución.
En el primero de los casos figuran los siguientes anuncios: "Masajes Club; las mejores chicas". "Masajes Club; entretenimiento exclusivo para caballeros". "Masajista dotado, guapo, para tríos; llamar ahora", es evidente que este sedicente masajista no se refiere a tríos de cancioneros. "Clínica de masajes; ya abrimos de día; súper descuentos; chicas muy guapas; abrimos desde las 11:00 horas". "Chavos masajistas, somos 10, bien dotados y complacientes".
En la sección publicitaria de marras el crédito de "masajes" apenas aparece en el titulito identificador y en unos pocos anuncios, la gran mayoría de los cuales ya ni siquiera recurre a ese disfraz. He aquí algunas citas:
"¡Fantasías lésbicas! Jovensitas ( sic) y maduritas, ardientes, servicio a domicilio". "Atrevida chaparrita, joven, guerita, profesional, a 800 pesos". "Chicos atractivos, varoniles, complacemos fantasías, absoluta discreción". "Maduritas, cachondas, te complacerán, llámanos". "Acompañamiento masculino, satisfacción absoluta, instalaciones privadas". "¿Fantasías? Escógelas, muchachas lesvis, lo que quieras".
Si alguno de estos enunciados es ofensivo a la moral y a las buenas costumbres, aquí solamente se reproducen los textos en los que se han eliminado los nombres, en su caso, direcciones y teléfonos de los establecimientos o personas que ofrecen estos servicios, pues tampoco se trata de secundar una función publicitaria.
A continuación se reproducen solamente dos anuncios de los que revelan una presencia que debiera ser motivo de atención, no sólo para las autoridades, sino para la sociedad en general, en razón de la realidad que aflora:
Y dicen así: "Somos muchachas estudiantes, 18-20 años, 100 por ciento garantizadas. Servicio a domicilio". "Anímate: estudiantes atractivas, excelente cuerpo, llámame, te estoy esperando".
Lo anterior supone un ejercicio de lenocinio o sexoservicio con la participación de jovencitas que, por la edad y la actividad pregonada, cursan la preparatoria o se inician en la educación superior.
Podría pensarse que en la actualidad ya a nadie debe asombrar una realidad como la que se refleja en esa especie publicitaria; sin embargo, resulta a todas luces preocupante el hecho de que entre la juventud femenina se den casos tan obvios de prostitución, con todos los riesgos que en ese ejercicio entrañan, sobre todo en edad tan vulnerable.
Por estas y otras razones resulta muy positivo el acuerdo del Cabildo en el sentido de evitar, cuando menos oficialmente, la proliferación de las susodichas casas de masaje, negativa que tuvo como argumento válido y determinante el rechazo de los ciudadanos residentes en las fincas vecinas a los sitios donde se pretendía ofrecer los pretendidos servicios.