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"Los inventos de la PGJE en el caso Ávila"

"Enrique Ávila no merece que su recuerdo y su lamentable muerte sean utilizados en disputas internas en la Facultad de Derecho y en la UAS, ni que su caso se use por grupos rivales, que vienen de donde mismo y han compartido, vicios y prácticas."

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25/04/2007 00:00

    Abigauil Bello

    Enrique Ávila Castro, era una recta y honorable persona; un maestro muy comprometido con la Facultad de Derecho, que quería a la UAS, responsable, atento con sus alumnos, preparado en la materia que impartía que era el derecho laboral y muy profesional y amigable.
    Su muerte afectó a todos los que convivimos con él e impactó seriamente en la comunidad universitaria.
    Enrique Ávila no merece que su recuerdo y su lamentable muerte sean utilizados en disputas internas en la Facultad de Derecho y en la UAS, ni que su caso se use para golpear y venganza de grupos rivales, que vienen de donde mismo y han compartido, decisiones, vicios y prácticas.
    Tampoco merece que la Procuraduría de Justicia en Sinaloa, ridiculice e invente en su caso, sin darle la seriedad, la profundidad y la formalidad que la investigación de su muerte merece.
    Él, era un hombre comprometido con el derecho, altamente formado, serio, y por eso es lamentable, que se exhiban mentiras, contradicciones e inconsistencias en la investigación.
    Recuerdo perfectamente que la primera versión de la Procuraduría General de Justicia en Sinaloa, horas y días después de que encontraron el cuerpo de Ávila abajo del Puente Piaxtla, fue que había sido un suicidio, con esa versión oficial sepultaron a Ávila porque era la conclusión de los peritos de la Procuraduría.
    Ante las inconsistencias e incredulidad en esa teoría, se tuvo que exhumar el cuerpo y abrir de nuevo la investigación porque gran parte de la comunidad universitaria y de sus compañeros de derecho no estaban satisfechos con esa conclusión.
    Desde los primeros días, las sospechas de la muerte en el caso de Ávila, se concentraron en los conflictos laborales de la Universidad y en el desorden que heredó en la Dirección Jurídica, donde recién había sido nombrado.
    Se habló de que había descubierto una red de corrupción, de complicidad y de fraude contra la Universidad, que la estaba investigando y que por ese motivo había sido asesinado.
    Una de las versiones más comentadas en aquellos meses de junio y julio de 2005, era que lo habían levantado alguien o algunos que se sentían amenazados con su investigación, que seguramente la pretensión era amagarlo y golpearlo, y que probablemente se les había ido la mano con él o que al ser hipertenso podía haberse infartado.
    De hecho el semanario Río Doce de esta semana, da cuenta que esa era la línea de investigación y conclusión de la Procuraduría del Estado, y que originalmente pretendía consignar a Noé Martínez Peñuelas y Armando López Uriarte como autores intelectuales del crimen de Ávila, pero no como autores materiales.
    Desconozco en que momento la Procuraduría General de Justicia le dio vuelta al caso de Ávila, lo que si se aprecia son muchas inconsistencias y contradicciones en los testigos de cargo, es infantil, y pareciera que se apela a la ignorancia de la ciudadanía y la comunidad universitaria, cuando se dice que un empleado de lavado de carros que fue despedido y buscaba abogado, fue el testigo que escucho cuando Martínez y López Uriarte lo amenazaron en el edificio central a Ávila Castro.
    Primero, el Bufete Jurídico de la UAS y el Edificio Central están a más de 10 cuadras de distancia, y es en el bufete donde se da la asesoría laboral.
    Segundo, habiendo decenas y cientos de universitarios que merodean en el edificio central diariamente, como es posible que sea un externo a la UAS precisamente el que escuchó las amenazas y no haya ningún universitario que así lo sostenga.
    Los otros testigos son iguales de inverosímiles. Un supuesto chofer de trailer que pasa en la noche por el Puente Piaxtla, supuestamente alcanza a ver los ojos azules de Martínez Peñuelas, además de una camioneta naranja, un rifle y a dos hombres forcejeando.
    Ávila era de complexión más alta y fuerte que Martínez Peñuelas y López Uriarte, es muy difícil creer que lo hayan podido tirar si el estaba consciente y podía forcejear. Además, ¿cómo un trailero con la velocidad que trae en carretera alcanza a ver el color de los ojos?
    Si había armas de fuego y forcejearon, ¿porque usar un medio más difícil como aventarlo?
    No pretendo descartar que Ávila fue asesinado, ni deslindar responsabilidades porque a mi no me corresponde, lo que si es que me parece una falta de seriedad y una irresponsabilidad de la Procuraduría que presente testigos de cargo con versiones tan insostenibles e inverosímiles.
    Si realmente hay interés de que se haga justicia en el caso de Ávila, al menos deben de tener más formalidad, seriedad y profesionalismo en la investigación.
    Por otra parte, lo que no puede omitirse es que el caso de Ávila ha estado siendo utilizado por grupos confrontados en la Facultad de Derecho y en la UAS, y que indebidamente utilizan su memoria para debilitarse y golpearse.
    Ramón López Hernández, el actual director de Recursos Humanos y Jesús Manuel Martínez Peñuelas, hermano de Noe, compartieron durante más de 20 años el mismo grupo político, eran compañeros de escuela y aliados en la política universitaria.
    La carrera política de López Hernández al interior de la UAS, fue impulsada originalmente por Martínez Peñuelas, quien, en su calidad de jerarca político de un grupo, dos veces lo apoyó para que fuera director de la escuela.
    Ambos vienen de donde mismo, y han compartido decisiones y acciones. Hoy, quien controla la escuela de derecho es López Hernández, y éste, con razón o sin ella, en medio de los odios que se han generado entre ambos, se ha empecinado en que Martínez Peñuelas sea declarado responsable del crimen de Ávila.
    Si lo es, debe ser castigado. Lo que no se vale es que se use el caso de Ávila para golpear y vengarse, y que la Procuraduría se preste y presente testigos inverosímiles y declaraciones inconsistentes.
    No se hace justicia a Enrique Ávila inventando historias ni fabricando pruebas y responsabilidades.