|
"Reflexiones"

"Entre crecer y madurar"

""
09/09/2012 00:00

    Héctor Tomás Jiménez

    Los seres humanos, en lo general, somos personas de metas y objetivos, pues desde que empezamos a tener conciencia de nuestros actos, iniciamos también la etapa de los proyectos futuros. Es por ello que siempre veremos a un niño que cuando piensa en el futuro, empieza a decir: --¡Cuando yo sea grande, voy a ser tal o cual cosa! Esta frase que lleva implícita la necesidad de crecer, expone solamente una aspiración de vida, sin embargo, conforme pasa el tiempo, el niño se va dando cuenta que para llegar a ser lo que desea, se requiere definir un proyecto de vida, plantearse objetivos realizables en el corto y el mediano plazo y metas alcanzables y sobre todo, que sabe que habrá obstáculos y dificultades que vencer, es entonces que empieza a planear su futuro y con ello, a crecer y madurar como persona.
    Se crece entonces de manera física, pues conforme pasa el tiempo y se adquiere edad, el cuerpo se expande y se desarrolla y el niño empieza a cambiar de hábitos y preferencias de la misma manera que de talla de ropa o de zapatos. Asimismo, conforme avanza en conocimientos que emanan de manera programada en la escuela y va ascendiendo en grados escolares y simultáneamente va aprendiendo detalles de la vida cotidiana, como conducir un automóvil, observar las reglas de convivencia social, mantener sanas relaciones con amigos de su misma edad o con adultos, entre otros aspectos, va también creciendo emocionalmente, lo que se percibe por sus conductas y comportamientos cotidianos.
    Contrario sensu, puede haber quienes solamente crezcan físicamente, pero no en los aspectos de la convivencia social o las reglas del entorno, y es por ello que es común ver jóvenes o adultos que emocionalmente se comportan como niños, pues sus conductas y comportamientos dejan mucho qué desear.
    Ver que los niños crezcan en ambos sentidos, en lo físico y en lo emocional, es una responsabilidad de la familia, es decir, corresponde esta tarea a los padres, a los hermanos(as) mayores, a los abuelos, pues son ellos quienes con su ejemplo y atención a las reacciones que emanan del niño que empieza su desarrollo, serán los artífices de un crecimiento sano y de que emprendan un camino hacia la madurez.
    Madurar entonces es un proceso de largo plazo y se manifiesta con la edad y la adultez, pues una persona madura refleja conocimientos y sabiduría y, al mismo tiempo, se comporta con mesura, pues sabe bien que la vida debe sentirse día a día, paso a paso, sin prisas y sin apuros, tal y como se degusta un buen vino, sorbo a sorbo, hasta que el vino se acaba. El hombre maduro está consciente de que vive en el otoño de la vida, y que las primaveras quedaron atrás con todas sus satisfacciones.
    Encontré en la red un artículo del cual extraigo algunos párrafos que estoy seguro nos ayudarán a entender mejor este aspecto de la vida. Dice así: "...La vida implica crecimiento, en este crecimiento, inevitablemente, se va envejeciendo, sin embargo, muchas personas envejecen sin madurar. Es como un frutal, que alcanza su madurez dando frutos. A su vez sus frutos cuando maduran pueden ser aprovechados, servir de alimento y generar semillas. Pero, muchas personas siguen siendo niños siendo adultos. El envejecimiento tan sólo les ha traído arrugas, pero no dan frutos, no han madurado y sus acciones son intrascendentes. La vida para ellos no tiene sentido real. Su crecimiento y desarrollo no son correspondientes. ¿Por qué? Son muchos los factores, entre ellos la parte mental y psicológica principalmente. Esto se puede mejorar. La vida no está cumpliéndose a cabalidad en estas personas. Todos los seres humanos tenemos las mismas propiedades de los árboles frutales y, tiene que ser de dicha manera, ya que si no la especie no perdurará. Cuántas personas han tenido las mejores oportunidades y las han desperdiciado. Otros han tenido muchísimas dificultades y han salido adelante. Estos últimos son aquellos que envejecieron madurando, de otra manera los frutos nunca se producirán o si tienen frutos éstos no madurarán. Es un ciclo de doble acción que debe cumplirse para tener éxito en la vida. Siempre será deseable tener frutos y que éstos maduren". (Fin de la cita).
    Moraleja: Si somos capaces de adquirir experiencias de todos los sucesos de nuestra vida, sean éstos cosas agradables o dificultades difíciles de resolver, y aprendemos de cada uno de ellos algo positivo, estaremos en el camino de la madurez, y nuestro crecimiento será vigoroso y feliz sin importar las adversidades de la vida. JM Desde la Universidad de San Miguel.

    udesmrector@gmail.com