"Es difícil, al bote pronto, lograr el consenso para establecer una conclusión autorizada que expliqué qué paso en el debate presidencial, es necesario estudiar el hecho comunicativo de las presencias y ausencias en los debates electorales, incl"
SUGEY ESTRADA / JESÚS LÓPEZ / HUGO GÓMEZ
Nuestra lucha de clases
Tal y como lo pronosticaron los expertos en estudios de demoscopia y comportamientos masivos de la población, el interés por el debate entre los candidatos presidenciales, que tuvo lugar el martes, no duró más allá de tres días, pues, como ya se hizo una costumbre mediática, otros asuntos más escandalosos "llamaron" la atención de prensa, radio y televisión, y, en consecuencia, del público.
Por lo mismo, lo del predebate, debate y posdebate, acontecimientos a los que tanta "información" le sacaron las televisoras, pero no toda la que en su proyecto contemplaba la telecracia, pasaron a un segundo plano, aunque de todos modos, ahora, a los cautivos radioescuchas y televidentes, los están rociando hasta la náusea con chorros de costosos e inútiles spots de los candidatos presidenciales del PAN y del PRI que, por su lado, se autoproclaman como los héroes preciosos de la película, a pesar de que la gente ya no quiere saber más del feo espectáculo que protagonizaron.
Pero, por fortuna, con un borrón y cuenta nueva de por medio, ya no tarda en olvidarse el desaguisado del martes negro, pues, como se decía, otros espectáculos políticos inflados, cuando no artificiales, ya están en los estelares, mientras otros hacen cola para entretener al respetable, o, y ése es el riesgo, espantar a los votantes de las urnas, como lo advirtió la Iglesia católica, como pudimos leerlo en la nota que ayer se publicó en Noroeste.
Efectivamente, la Conferencia del Episcopado Mexicano llamó a ejercer el voto el 2 de julio, al tiempo que solicitó a los diversos sectores del país no infundir pánico en el proceso electoral, pues la angustia desembocaría en el abstencionismo; "es exagerado decir que México vive en caos debido a las elecciones", dijo el presidente de la CEM, José Guadalupe Martín Rábago, al mismo tiempo que les solicitó a los candidatos asumir, con madurez y respeto, la decisión de los mexicanos manifestada en la votación.
Otra cosa mira el burro
Sin embargo, en el ámbito de los medios electrónicos piensan de otra manera, ya que en la lógica de los consentidos productores caribeños de las poderosas telecorporaciones mexicanas, la noticia o información que no entretiene, no sirve, y el chiste es que hasta las desgracias individuales (un niño enfermo o los sufrimientos de algún indocumentado, por ejemplo) o los percances colectivos, como la muerte de 65 mineros o 57 pasajeros de un mortal autobús, sean forzosamente divertidos.
Y la verdad, el susodicho debate de los candidatos fue todo, menos divertido, a pesar de los descomunales esfuerzos de las televisoras, ayudadas por el IFE; lo que se esperaba como el gran espectáculo, tronó ante los embates de los reportes noticiosos que nos llegaron jueves, viernes y sábado, mediante las cadenas radiofónicas y televisivas, en los que se referían a hechos registrados en varios puntos del país, que más bien se parecían a la nota roja de Iraq o a una moderna escenificación de "Las luchas de clases en Francia", análisis escrito por el mismísimo Karl Marx y publicado como libro por Frederich Engels en 1895.
Dominarán los banqueros
A propósito, en esa obra clásica, Marx dice que el banquero liberal (Jacques) Laffitte, amafiado (se plantearía en estos tiempos) con Luis Felipe I de Francia, hijo del Duque de Orleáns, fue quien sentenció visionariamente que, a partir de entonces, dominarían los banqueros, y parece que no equivocó, destacaban los marxistas a mediados de los años 60, como el ahora perredista Pablo Gómez.
Los mismos pupilos del viejo Marx solían citar a su maestro alemán (eran muy buenos "citólogos") para remarcar la "perversidad" burguesa, para lo cual traían a colación que, con el referido Luis Felipe de Francia, quien gobernó no fue la burguesía francesa, sino una fracción de ella: los banqueros, los reyes de la Bolsa, los reyes de los ferrocarriles, los propietarios de minas de carbón y de hierro y de explotaciones forestales y una parte de la propiedad territorial aliada a ellos: la llamada aristocracia financiera.
Ella ocupaba, decían, el trono, dictaba leyes en las cámaras y adjudicaba los cargos públicos, desde los ministerios hasta los estancos.
De esto, por los momentos coyunturales que se viven en el país, resaltan dos cuestiones; una, que los problemas nacionales otra vez quieran verse desde la lucha de clases y, la otra, la percepción que Marx tiene de los dueños de las minas de carbón y de hierro (los de antes que tratan de aplicarla a los de ahora), pues los ubica entre el poderoso grupo que puede controlar a un país.
Relacionado con México, 150 años después, aunque esto ya se había dejado atrás con el salinismo, están reapareciendo quienes, como expertos en economía y política, rescatan el modelo de la lucha de clases para explicar lo que en estos momentos ocurre en nuestro país.
Lo anterior lleva a que algunos académicos y analistas privilegien, por encima de los principios de la vida armoniosa en comunidad, el supuesto de que los verdaderos intereses de la clase obrera son fatalmente irreconciliables con los intereses de la clase burguesa, es decir, con los dueños del dinero y los medios de producción.
Al respecto, hacen notar que un destacado académico, como lo es el presidente de la CNDH, José Luis Soberanes, implícitamente se refirió a la citada perspectiva teórica, al sostener en Villahermosa, en los momentos de mayor efervescencia acusada por los activistas de algunos sindicatos, el viernes, que "existe responsabilidad" de las autoridades federales "no sólo en los homicidios" de dos trabajadores mineros en la Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas, sino por todo el contexto que tiene su origen en la explosión del 19 de febrero en la mina de Pasta de Conchos. (Noroeste, sábado 29)
Los dos muertos no son gratis, recalcó el ombudsman al participar en un foro sobre la especialidad y consideró "precipitado e imprudente" que el Gobierno federal culpara a los mineros del enfrentamiento entre policías federales y estatales, y trabajadores de Sicartsa que apoyan a Napoleón Gómez Urrutia como líder nacional.
Rigor de las teorías
Con relación a estas implicaciones, debe tenerse cuidado y ver con más rigor las teorizaciones de quienes explican la realidad actual mediante el modelo de la lucha de clases, como otros lo hicieron en el pasado, cuando surgieron las guerrillas urbanas, pues vuelven a plantear que la solución al problema de la contradicción que representan los intereses clasistas de los obreros y patrones, inevitablemente lleva a la violencia social, la cual desembocará en el aniquilamiento de la burguesía a manos del proletariado.
La otra cuestión que se aludía, en la coyuntura actual, es que los dueños de minas de carbón y hierro, estigmatizados por Marx, desde hace unas semanas aparecen en calidad de terceros implicados, dentro del enfrentamiento que libran los trabajadores mineros y siderúrgicos con el Gobierno federal, a partir de, como dijo el ombudsman, las explosiones que provocaron decenas de muertos en Pasta de Conchos y el frustrado desalojo de la Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas, a lo cual se sumó el paro laboral de anteayer viernes, y también se agregarán las manifestaciones de mañana lunes, como motivo del día del trabajo.
Precisamente, las noticias referidas a los hechos aludidos, junto con unos videos que fueron difundidos, no por las televisoras de siempre, sino por periódicos del Distrito Federal, en donde se aprecia que las fuerzas policiacas que iban a desalojar a los paristas de Sicartsa dispararon y mataron a dos trabajadores e hirieron a otros, propiciaron que lo del debate entre los presidenciables fuera desplazado de los espacios informativos y perdiera notoriedad.
Por ello, el próximo martes, cuando se reanuden las actividades laborales en el país, los escenarios noticiosos serán distintos, aun cuando los actores políticos de siempre sigan, como lo han hecho desde hace meses, con sus mismos afanes y sus cada vez más enfermizos protagonismos.
Colisiones públicas
Consecuentemente, no tarda en que las interacciones y colisiones públicas, de los ya muy lampareados políticos locales y nacionales, vuelvan a sacar chispas, pero no por lo del debate o por la reformas a las reformas de la siempre pisoteada ley de radio y televisión, por citar algunos asuntos que estuvieron en los titulares y marquesinas durante la semana que acaba de terminar, sino por los nuevos espectáculos mediáticos que ya nos programaron, o por los que, involuntariamente (para esto son muy eficientes), ellos mismos generen.
Así, aun cuando el escenario general donde ocurran los sucesos políticos en nuestro país de todos modos tenga que ver con la contienda electoral, habrá nuevos pretextos para los enfrentamientos de los peleoneros que ya están en el poder, o de los que buscan colarse a tan codiciado y selecto club, o de todos contra todos, que es lo que más les gusta, sin que vaya a faltar la reaparición de algunos escándalos mediáticos que parecían haber pasado a un segundo plano, o estaban cayendo en el olvido, como el asunto de la familia Bribiesca.
Con estas potencialidades de "cambio" y alteración del tablero en que tendrán lugar las nuevas jugadas del ajedrez político, fue que, con mucha pena y poca gloria, los efectos del debate entre los candidatos presidenciales se extinguieron, aunque ahora, como se decía, todavía Felipe Calderón y Roberto Madrazo, sin misericordia, difundan sus baterías de spots en los que, por separado, cada uno se proclama como el triunfador de cotejo.
De todo esto quedan muchas lecciones y valiosas experiencias que deberán tomarse en cuenta en las próximas contiendas electorales para que ya nunca más nos vuelvan a recetar semejantes espectáculos que parten del supuesto de que los votantes son débiles votantes a los cuales se les puede manipular a diestra y, sobre todo, a siniestra.
Yo gané el debate
Como parte de lo que llamó la atención a los analistas acerca del mismo "debate" celebrado el martes, está el hecho de que apenas si habían pasado unos 10 minutos de haber terminado la "confrontación" de los presidenciales, cuando el panista Felipe Calderón Hinojosa, en declaraciones a los medios informativos, dijo que había ganado la contienda.
Aun cuando se le hayan dado el beneficio de la duda, dicen los comentaristas, de cualquier forma fue inevitable preguntarse cómo es que Calderón supo que había ganado la reyerta, o en qué fulminante y velocísima encuesta basaba su apreciación; incluso, en el caso de que la hubiera, ¿bastaban las respuestas y juicios de valor de los encuestados para autoproclamar una victoria? ¿O acaso Calderón ya conocía los resultados de los sondeos que se publicarían a las primeras horas del día siguiente?
Haya o no respuestas a las anteriores interrogantes, ya se sabe que, independientemente de sus usos políticos, si se analizan con seriedad, las mediciones basadas en opiniones volátiles no pueden tomarse como datos duros obtenidos con instrumentos de precisión.
Igualmente, como parte de la lógica de que, a fuerza, con unas cuantas y breves apariciones en las telepantallas, debe haber un vencedor y derrotados, al amanecer del miércoles 26, en algunos medios empezó a circular la versión, sustentada en las apreciaciones personales de quienes así lo manifestaron, de que el gran perdedor era el perredista Andrés Manuel López Obrador porque no se presentó al susodicho debate, ausencia que había sido anunciada de manera anticipada.
Perdió por faltista
No obstante, se mantuvo la consideración de que AMLO era el gran perdedor, cuando ni siquiera asistió a dicho espectáculo televisivo, y dadas las características de las conclusiones a las que llegan los observadores sobre esta particularidad, como las planteadas ayer en Noroeste, por parte de don Jorge del Rincón Bernal, quien asentó que a pesar de lo mucho que se ha visto al Peje, ahora que no lo vieron, es cuando lo conocen en su verdadera dimensión; a su vez, Esteban Zamora, hizo notar que a Andrés Manuel López Obrador le fue mal con su estrategia de fuga y evasión, pero tal vez le hubiera ido peor con su presencia en un escenario que le hubiera resultado muy peligroso debido a su pobreza de ideas.
Como en esto, a pesar de las exigencias de objetividad y neutralidad que procuran, o deberían procurar, los analistas, es difícil, al bote pronto, lograr el consenso para establecer una conclusión autorizada que expliqué qué paso, es necesario estudiar el hecho comunicativo de las presencias y ausencias en los debates electorales, incluso, ver la pertinencia de que estas confrontaciones se realicen o mejor se suspendan, pues, a fin de cuentas, ni son debates y sólo fortalecen a la telecracia.
Con lo anterior, sostienen los analistas, además de fomentar el pan y circo, las televisoras mercantiles también tratan de consolidarse como el "factotum" que ofrece el servicio (pagado) y destinado a promover candidatos a puestos de elección y también la "ayuda" encaminada a lograr la aprobación o legitimidad, no del pueblo o de los electores, sino de una masa de televidentes a los que quieren mantener ocupados, entre otros, con los chismes de la farándula o con los disparates de las telenovelas, para que voten de la misma forma acrítica con que se compran "alimentos" chatarra.
Queda claro que ésos pueden ser los propósitos de la telecracia, pero también es cierto que no siempre lograrán manipular a todos los mexicanos para que ni siquiera analicen o cuestionen lo a que a ellos mismos y a su país les ocurre.
En dicho sentido, el sentir generalizado es que habrá cambios y serán para bien.