FIFA
Me llega este impactante imeil, firmado por César Mella, siquiatra, español, supongo. "Hay que llamarlos varias veces en la mañana para llevarlos a la escuela. Se levantan irritados, pues se acuestan muy tarde hablando por teléfono, viendo tele o conectados a la Internet.
No se ocupan de que su ropa esté limpia y mucho menos ponen un dedo en nada que tenga que ver con "arreglar algo en el hogar". Idolatran a sus amigos y viven poniéndoles 'defectos' a sus padres, a los cuales acusan a diario de que "están pasaos". No hay quién les hable de ideologías, de moral y de buenas costumbres, pues consideran que ya lo saben todo.
Hay que darles su "semanal" o mesada de la que se quejan a diario porque "eso no me alcanza". Si son universitarios, siempre inventan unos paseos de fin de semana que lo menos que uno sospecha es que regresarán con un embarazo o habiendo fumado un pito de mariguana. Definitivamente estamos rendidos y la tasa de retorno se aleja cada vez más, pues aún el día en que consiguen un trabajo hay que seguir manteniéndoles.
Me refiero a un segmento cada vez mayor de los chicos de capas medias urbanas que bien pudieran estar entre los 16 y los 24 años y que para aquellos padres que tienen de dos a cuatro hijos, constituyen un verdadero dolor de cabeza.
¿En qué estamos fallando?
"Para los nacidos en los 40 y 50, el orgullo reiterado es que se levantaban de madrugada a ordeñar las vacas con el abuelo; que tenían que limpiar la casa; que lustraban sus zapatos; algunos fueron limpiabotas y repartidores de diarios; otros llevábamos al taller de costura la ropa que elaboraba nuestra madre o teníamos un pequeño salario en la iglesia en donde ayudábamos a oficiar la misa cada madrugada.
Lo que le pasó a nuestra generación es que elaboramos un discurso que no dio resultado: "¡Yo no quiero que mi hijo pase los trabajos que yo pasé!". ¿Usted por qué tiene lo que tiene? Porque le costó esfuerzo, sacrificios.
Y así es que se aprende a valorar los esfuerzos de los padres y no acostumbrar a nuestros hijos a recibir todo por obligación.
Nunca conocieron la escasez. Se criaron desperdiciando. A los 10 años ya habían ido a Disney World dos veces, cuando nosotros a los 20 no sabíamos lo que era tener un pasaporte. El "dame" y el "cómprame" siempre fue generosamente complacido y ellos se convirtieron en habitantes de una pensión con todo incluido, televisor, DVD, equipo de sonido, Internet y comer en la cama, recogerle el reguero que dejan porque siempre se les hace tarde para salir y luego pretendemos que fuera un hogar o exigir o preguntarnos ¿por qué nuestros hijos se aíslan, no comparten con nosotros, cualquier cosa es mejor que sus padres o una actividad familiar? ¿Quién les suministró todo eso a nuestros hijos? Nosotros mismos, solitos y sabiendo que no estaba bien.
¿Qué hacer entonces?
"Al final se marchan al exterior a la conquista de una pareja y vuelven al hogar divorciados o porque la cosa "se les aprieta" en su nueva vida. Si tú tienes hijos pequeños, ponlos los domingos a lavar los carros y a limpiar sus zapatos a ganarse las cosas.
Un pago simbólico por eso puede generar una relación en sus mentes entre trabajo y bienestar. Las hijas mujeres deben desde temprano aprender a manejar el hogar para que entiendan la economía doméstica en tiempos que podrían ser más difíciles, y porque ellas tienen una conciencia más amplia del orden y la prosperidad del hogar.
La música metálica, los conciertos, la tele, la moda y toda la electrónica de la comunicación han creado un marco de referencia muy diferente al que nos tocó, y ellos se aprovechan de nuestra supuesta desinformación para salirse con la suya. Estamos forzados a revisar los resultados, si fuimos muy permisivos o si sencillamente hemos trabajado tanto, que el cuidado de nuestros hijos queda en manos de las domésticas y en un medio ambiente cada vez más deformante y supuestamente, por nuestro cargo de conciencia de no pasar mucho tiempo con ellos, subsanarlo con cosas materiales.
Ojalá que este mensaje llegue a los que tienen muchachos chiquitos, pues ya los abuelos pagaron la transición. Nunca es tarde para cambiar. Y recuerda: es mejor tarde que nunca. Nuestros hijos algún día lo van a agradecer."
Colofón
"Y si no lo agradecen", remata el Evribodi, "es su pedo y peor para ellos." Qué bueno que ya soy abuelo y puedo consentir; si todavía fuera papá, estaría obligado a ser estricto y educar.
Aplausos y chiflidos: gfarberb@gmail.com
Consultas: www.buhedera.mexico.org







