|
"¿Porvenir de la crisis?"

"Estoy hablando de Europa, del espacio atlántico y del mundo"

""
27/01/2012 00:00

    BELIZARIO REYES /VERENICE PERAZA

    Estoy hablando de Europa, del espacio atlántico y del mundo. Me pregunto cuál es el porvenir de la crisis europea y si nos reserva un porvenir de crisis o no. No hay que ser pesimistas. Lúcidos, sí. Lo que implica que demos atención e importancia a lo que ocurre fuera de México, algo que no hacemos porque somos narcisistas. ¿De veras lo somos? Pues, sí. Nos interesamos del mundo exterior sólo para saber qué dicen de México o felicitarse de que en Japón hay mariachis japoneses y que un presidente francés bebe cerveza Corona. Ahora bien, resulta que lo que pasa afuera nos afecta siempre.
    La crisis, dizque europea, es muy grave. Financiera, bancaria, económica, social, política, no tiene equivalente desde la de 1929. Nació en EU y se manifestó en el verano de 2007 con la crisis de las subprimes, la quiebra de Lehman Brothers y una severa crisis de liquidez bancaria al otoño siguiente: crisis de la deuda pública en EU y en Europa, todo esto forma un solo y único evento. Hay que repetirlo, la crisis "europea" es una crisis mundial de sobreendeudamiento de origen estadounidense. ¡Tranquilos!, no hay ningún antiyanquismo en mi afirmación y tampoco absuelvo a los europeos.
    La deuda pública es una vieja historia, México lo sabe muy bien, pues arrastró su deuda desde la Independencia hasta los años 50; el Imperio romano solucionó un tiempo el problema con nuevas conquistas que eran saqueos; Felipe el Hermoso acusó a los templarios de no sé cuántas abominaciones -cuando eran inocentes-, y expulsó a los judíos del reino de Francia, para apoderarse de sus riquezas; al final de las guerras de Luis XIV, la deuda francesa era de 3 mil millones de libras, cuando las entradas fiscales eran de 70 millones al año; la guerra de independencia de EU, en gran parte financiada y ganada por Francia, le costó mil millones y llevó la monarquía a la quiebra y a la Revolución (francesa), la cual nacionalizó los bienes de la Iglesia para liquidar la deuda: no logró hacerlo y la bancarrota fue total. Por cierto, si el Estado quebraba, los empresarios y negociantes se enriquecían fabulosamente, en particular los que gestionaban los títulos de la deuda pública. Nada nuevo. Las guerras de Afganistán e Irak han hinchado de manera colosal la deuda de EU, enriqueciendo a muchos fulanos, contribuyendo a esta crisis. La deuda pública es el resultado de gastos extravagantes inducidos por grandes conflictos o por políticas irresponsables.
    Ahora la moneda única, el euro, y la construcción europea corren un terrible riesgo que no nos deja indiferentes, porque todo el sistema económico mundial está en juego. Tanto en Europa, como en Estados Unidos, al principio la deuda fue euforizante y ayudaba al crecimiento de la economía y de la prosperidad general. Eso se llama vivir encima de sus recursos, de modo que Europa (como EU) era fragilizada cuando llegó el primer golpe en 2008. Muchos economistas diagnosticaron entonces que lo que venía era mucho más que un breve ciclón: el mal tiempo iba a durar y empeorar. No les hicieron caso y creyeron que la tormenta había pasado. Estaban en el ojo del ciclón.
    La novedad en Europa, y en el mundo: es que la globalización existe, los capitales circulan, los títulos de las deudas no se encuentran en el país endeudado, sino en el mundo entero, lo que desarma a los gobiernos. Las dos terceras partes de la deuda francesa, por ejemplo, se encuentran en manos extranjeras. Los bancos y los fondos de inversión tienen su lógica, que no es la de los Estados nacionales, y la venta o la compra masiva de los títulos es demasiado fácil, en función de la anticipación sobre su valor futuro.
    Todos quieren ganar al máximo, o, en tiempo de crisis como ahora, perder lo mínimo. Pierre Giraud tiene toda la razón cuando dice que los inversionistas actúan racionalmente y que no hay que acusar a los jugadores, si las reglas del juego son lo que son. "Lo único que se les puede reprochar es intentar bloquear todo cambio de las reglas del juego. Pero lo logran porque el bando de los que las quieren cambiar no tiene la fuerza suficiente". En una palabra, la inestabilidad de los mercados financieros, el yo-yo bursátil no significa que los actores sean irracionales, sino que todos buscan lo mismo, la ganancia rápida o la fuga protectora. Ni la bolsa ni las agencias de notación son responsables de la crisis. "La única manera de salvar las deudas públicas de la inestabilidad inevitable de la finanza global de mercado, es financiar de otra manera el déficit público". Estados Unidos no está dando el buen ejemplo. Por desgracia, para todos.

    jean.meyer@cide.edu
    Profesor e investigador del CIDE