|
"Reflexiones"

"Evadir responsabilidades por miedo a la libertad"

""
01/10/2011 00:00

    Héctor Tomás Jiménez

    La evasión es uno de esos recursos que con frecuencia
    utilizamos los seres humanos para no asumir la responsabilidad de nuestros actos.
    Podemos encontrar muchas excusas o pretextos para ello, sin embargo, cualquiera de ellos, no tendrá nunca el peso suficiente como para darle validez a nuestra actitud evasiva. Evadimos, por la simple y sencilla razón de que es una conducta generalizada y por lo mismo, no queremos hacernos responsables de nuestras obligaciones,
    porque tenemos la percepción de que nadie lo hace y por lo tanto, no vale la pena esforzarnos.
    Es así como un mal hábito, el de la irresponsabilidad, va tomando carta de naturalización dentro de nuestra sociedad, sin darnos cuenta que con ello, trastocamos el esquema
    de valores de convivencia, pues ante la evasión generalizada, todos incumplen y por lo mismo, todos asumimos las consecuencias, pues dejamos de ser beneficiarios de lo que se llama el bien común.
    Incumple el ciudadano, incumple
    el oficial de la autoridad, incumple
    el juez que califica, incumple una autoridad mayor, incumple este, aquel, el otro, y el de más allá, y todo se trastoca, pues ante la irresponsabilidad
    social generalizada, la única constante es el caos en la convivencia.
    Dejamos de ser responsables cuando empezamos a tener miedo de no saber usar nuestra libertad; y en ese sentido, sin quererlo, la irresponsabilidad
    se convierte en una atadura moral de nuestros actos.
    ¿Haz visto la paja en el ojo ajeno?
    ¡Sí...! Pero... ¿has visto la viga en tu ojo? ¡No...! Esta es por lo general
    la conducta generalizada, aprendemos a ver los errores de los demás, como una forma de evadir nuestras responsabilidades, pues no nos gusta sentirnos obligados a algo, pero sí nos gusta ser beneficiarios
    de los demás.
    Por alguna razón, no aprendimos a dar, pero sí a recibir, no fuimos enseñados a ser generosos aunque nos gusta ser halagados, somos buenos
    para criticar, pero muy malos para asumir que somos observados, por lo general, siempre nos incomodamos
    cuando vemos nuestros derechos y libertades trastocados, pero nos justificamos cuando violentamos
    los de los demás.
    Cuando esto podamos verlo, empezaremos a crecer y a madurar
    como personas y sobre todo, a darnos cuenta que recibimos porque
    damos, nos halagan porque halagamos, nos admiran porque
    Salvo que ocurra algo verdaderamente
    inesperado, el próximo Presidente de México saldrá de un pequeño
    grupo de siete personas. En el PRI, Enrique Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones; en el PAN, Josefina Vázquez Mota, Santiago Creel y Ernesto
    Cordero; y en el PRD, Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard. No parece existir alguien que dentro de esos partidos pueda competir con los mencionados, ni parece posible que algún partido pequeño pueda postular a alguien diferente de ellos con posibilidades reales. Finalmente, los externos, o candidatos ciudadanos, ya no son tema, y parece difícil que pueda aparecer alguno que dé la sorpresa.
    En una semana inicia el año electoral, propiamente hablando, y casi de inmediato empezarán los partidos a definir sus procesos internos. La forma de seleccionar al candidato varía en todos ellos, pero difícilmente irán en contra de lo que las mediciones de opinión vayan diciendo. En este momento, todas las encuestas muestran una ventaja muy amplia de Peña Nieto en el PRI; una ventaja importante, pero no abrumadora, de Vázquez Mota en el PAN; y una situación muy complicada en el PRD. La razón
    es porque en los dos primeros partidos la ventaja existe en población
    abierta y en simpatizantes, mientras que en el caso del PRD estas dos mediciones dan resultados
    diferentes: en abierta va arriba Ebrard, mientras que entre simpatizantes
    unas encuestas ponen arriba a AMLO, otras a Marcelo.
    Hay problemas técnicos en estas mediciones, que son menores. Uno primero es que al sólo considerar las respuestas de los simpatizantes de un partido, el tamaño de la muestra se reduce, y no poco. Si en una encuesta
    se encuentra que 20 por ciento
    de los que responden son simpatizantes
    del PRD, al tomar en cuenta sólo sus respuestas, la muestra se hace cinco veces más pequeña, y el error de la medición se multiplica. En consecuencia, mientras que la encuesta en su conjunto puede tener el error tradicional de 3 por ciento, la selección de los simpatizantes puede
    tener 8 o 10 por ciento de error, y eso sí ya es mucho.
    Pero el problema viene desde que se decide quiénes son los "simpatizantes". Puede incluirse a quienes han votado en otras ocasiones por el partido, muchas veces llamados votantes duros. Puede incluirse a quienes se declaran simpatizantes, aunque nunca hayan votado. Puede incluirse a todos los independientes, porque son los que deciden la elección.
    Y cada una de estas decisiones va a llevar a resultados diferentes.
    Por eso no es sencillo utilizar encuestas como mecanismo para decidir quién debe ser el candidato de un partido. Y en el caso del PRD parece que éste será el mecanismo, lo que implicará un gran esfuerzo para determinar adecuadamente quiénes son los simpatizantes que deben incluirse y cuál debe ser el tamaño de la muestra para garantizar
    un error de medición razonable.
    Políticamente, la decisión importante es la primera.
    López Obrador ha insistido en que no deben incluirse en la encuesta
    los enemigos de la izquierda, algo que suena razonable, pero que no es tan fácil de determinar en los hechos. En broma, hay quien ha sugerido
    tener una primera pregunta que identifique a quienes forman parte de la mafia del poder, y con eso eliminarlos. Pero más allá de las bromas, el tema es importante. Para competir en serio por la Presidencia,
    el PRD debe llevar como candidato a alguien que no tenga sólo el voto duro del PRD, sino que amplíe su horizonte. Mientras más se restrinja a los respondentes de la encuesta, más cerca del voto duro estará la decisión. Si se amplía a la totalidad de los mexicanos, el resultado
    ya lo conocemos: en población abierta, Ebrard va arriba.
    Acción Nacional decidirá, según
    todo lo indica, como hace seis años: con una elección entre sus militantes. Si las cosas siguen como
    van, tendremos por primera vez una mujer con posibilidades reales de alcanzar la Presidencia.
    En el PRI, en cambio, no hay un método claro aún. Han empezado ya a discutir la plataforma, una exigencia
    que había planteado Beltrones, pero se ve difícil que la mayor habilidad
    del Senador en estos temas alcance para superar la popularidad del ex gobernador, que dedicó cinco años a posicionar su imagen.
    Aunque no sepamos exactamente
    quiénes serán los tres candidatos,
    sí podemos saber hoy que las opciones se reducen a estos siete políticos. Y también sabemos que quien llegue enfrentará el proceso de deterioro que arrastramos desde
    1997. Si no obtiene mayoría en el Congreso, o logra construir una coalición de gobierno, esa Presidencia
    va a ser una ordalía.
    www.macario.com.mxadmiramos, nos respetan porque respetamos, nos aman porque amamos.
    Este es el verdadero orden de las cosas, aunque por lo general, hacemos
    las cosas al contrario, creemos
    que damos porque recibimos, respetamos porque nos respetan, amamos porque nos aman, en fin, todo en la vida lo condicionamos a primero yo, después yo y siempre yo. Por eso yo pregunto: ¿Cuándo empezaremos a hacer lo correcto?
    Y la respuesta más sencilla es: Cuando dejemos de ser egoístas y aprendamos el valor intrínseco de la libertad con responsabilidad como norma de nuestra vida.
    El valor sublime de la libertad con responsabilidad es lo que hace a una persona un verdadero ser humano;
    sobre todo, porque el hombre cabal, es aquel que sabe responder por sus actos, asumir el compromiso
    de cumplirlos en tiempo y forma, y sobre todo, estar consciente de que con ello está construyendo una sociedad más justa y equitativa.
    Una persona responsable es aquella que es capaz de tomar sus decisiones concientemente y afrontar
    las consecuencias que éstas implican.
    En resumen "responsabilidad"
    significa: "Saber responder por nuestros actos", actitud que emana de un efectivo sentido de vida, un saber consciente de que se es libre a pesar de tener ataduras.
    Si aprendiéramos a usar nuestra
    libertad desde que empezamos a tener uso de razón, los pretextos,
    como concepto, no tendrían ninguna razón de ser en nuestra vida diaria, sin embargo, existen porque los usamos, y nos sirven muy bien cuando queremos justificar
    nuestras omisiones o errores cometidos, y con ello, evadimos nuestra responsabilidad y de paso, sin darnos cuenta, condicionamos nuestra propia libertad.
    Erich Fromm en su libro "El miedo
    a la libertad" lo dijo muy claramente,
    el ser humano vive evadiendo
    sus responsabilidades y obligaciones
    por el simple hecho de que a pesar de que la libertad le ha proporcionado
    independencia y racionalidad,
    lo ha aislado y tornado ansioso e impotente, y con ello, ha permitido la aparición de algunos mecanismos de evasión que resultan de la misma inseguridad del individuo aislado. Por ello, empecemos a usar mejor nuestra libertad, y encontraremos el camino de la responsabilidad. ¡Así de simple!
    JM Desde la Universidad de San Miguel.
    udesmrector@gmail.com