"Felipe Calderón parece iniciar su gobierno con la tesis maquiavélica de que ´más vale ser temido que amado´, la cual funciona para gobiernos autoritarios en contextos de control absoluto de la sociedad, tal y como sucedía en los tie"
Noroeste / Pedro Guevara
Decir que Felipe Calderón Hinojosa entró a la Presidencia de la República por la puerta de atrás no es una mera metáfora. Físicamente ingresó por la puerta trasera a la ceremonia del cambio de gobierno y también da sus primeros pasos políticos por el lugar menos indicado para consolidar a democracia.
El nombramiento de Francisco Ramírez Acuña no avizoraba una política interna de reconciliación, negociación y fineza, pero tampoco de tanta torpeza. En su primera acción política, el ex gobernador de Jalisco ejecutó la orden calderonista de apresar a Flavio Sosa, uno de los dirigentes más visibles de la APPO cuando lo había llamado a retomar las negociaciones para superar el conflicto. El nuevo gobierno no tan solo utiliza una estratagema deshonesta sino que envía el claro aviso de cómo entiende la política.
Las clases altas y medias conservadoras se sienten aliviadas de que hayan aprendido a Sosa, porque interpretan que con él en la cárcel se acaba un movimiento de desheredados que perturba sus sueños y comodidades, pero ese alivio será efímero e infundado porque un movimiento social profundo no se termina porque detienen a uno de sus dirigentes. Mientras las causas de la movilización popular no hayan desaparecido, el fuego seguirá vivo. Esta es una ley elemental que cualquier estudioso de la sociedad conoce. Quizá sea mucho pedir a políticos derechistas que conozcan el abc de la sociología, pero sí se les debe pedir un mínimo de sensibilidad para no arrojar más sal a las llagas del cuerpo nacional.
Felipe Calderón parece iniciar su gobierno con la tesis maquiavélica de que "más vale ser temido que amado", la cual funciona para gobiernos autoritarios en contextos de control absoluto de la sociedad, tal y como sucedía en los tiempos felices del PRI, pero en un escenario donde las mayorías se han creído que pueden opinar y actuar libremente, y donde dos terceras partes de la sociedad no votaron por el PAN, la presunción calderonista de que podrá asumir el control político del país a base de golpes de mano, aun gozando del apoyo casi absoluto e incondicional de los medios de comunicación, es falsa y en extremo peligrosa.
No deja de sorprender que Felipe Calderón se haya dejado ganar por un impulso autoritario y tomado una decisión política en extremo errónea al encarcelar a Flavio Sosa y otros dirigentes de la APPO. El argumento legal es tontamente maniqueo, aunque los medios se encargan de decir otra cosa, porque si las acusaciones son ciertas se deberían haber cumplido no ahora, ya que Calderón asumió oficialmente la Presidencia, sino desde hace meses. Es obvio que la decisión de apresar a los líderes de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca es política. Calderón simplemente escogió el momento para tomar la decisión. Los tiempos que consideró el gobierno no fueron legales sino políticos.
Una decisión política de este corte solo puede ser tomada por irresponsabilidad, ingenuidad, pésimo cálculo, fanatismo ideológico o prepotencia. Si Felipe Calderón cree que por el hecho de que las encuestas le dicen que una mayoría respalda sus decisiones contra la APPO, el PRD y en general la izquierda, se está apoyando en criterios técnicos y volátiles, y no en juicios políticos maduros.
La ofensiva contra el movimiento popular de Oaxaca solo está tensando más las cuerdas de la vida política mexicana, en lugar de distenderlas. Felipe Calderón está apostando a la guerra y no al arte de la política.
La ceguera panista es tal que están apostando a conducir solos la política del Estado. En el Congreso, la bancada blanquiazul se va a apoyar en la facultad de veto del presidente para legislar y no en los acuerdos con el PRI. César Nava, uno de los hombres más cercanos a Felipe Calderón, declaró después del cambio de gobierno según sus compañeros de partido: "Si una ley se regresa al Congreso será vetada, sólo con los 207 votos del PAN se pueden aprobar los cambios, y la orden fue: ´No habrá ley ni presupuesto que no cuente con la aprobación de Felipe´". (Revista Proceso, 3-12-06).
Esta postura no es triunfalista sino gravemente prepotente e impolítica porque no será posible conservar un poder estable enfrentándose al resto de las fuerzas partidarias y movimientistas, y solo con el apoyo de la tercera parte del electorado.
El nuevo gobierno confía excesivamente en la capacidad manipuladora y propagandística de los medios electrónicos de comunicación y el poder de los empresarios más poderosos del país. Confía también en el respaldo de los gobiernos de Estados Unidos y España. Cree que así como ganó las elecciones puede gobernar, pero las dinámicas políticas de las campañas electorales y la de gobierno son muy diferentes. El uso propagandístico de los medios en las campañas juega con deseos, miedos, expectativas, promesas e ilusiones, pero su uso en acciones de gobierno tiene un referente más real y se contrasta con hechos. Calderón no podrá gobernar a golpes de mano y mediáticos.
Es cierto que los medios y Felipe Calderón están viviendo la primera noche de la luna de miel. Le aplauden y justifican sus primeras decisiones. Argumentan y razonan en su favor, tanto por razones políticas, ideológicas como económicas. Ocultan sus contradicciones, errores y deslices. No quieren recordar cómo es que Felipe Calderón, los panistas, conductores de noticieros y comentaristas periodísticos descalificaban varias de las propuestas de López Obrador, y ahora, pretendiendo "rebasar por la izquierda", desfiguradamente las imita. Cuando el tabasqueño decía en su campaña que iba a reducir a la mitad el salario de los funcionarios de alto nivel y que aplicaría una política de alta austeridad gubernamental, Felipe Calderón le respondió en su penúltima visita a Culiacán: "Que no se azote. A todos nos gusta el poder, el dinero, el placer, todos somos tambor del mismo cuero, pero debemos dominar ese apetito con ética y con los valores". Así como Calderón, prácticamente no hubo crítico del perredista que se mofara y menospreciara de la propuesta de austeridad. Ahora que la presenta Felipe Calderón, ya como Presidente de la República, se levantan los coros de alabanzas.
La pobreza ética y profesional de los comentaristas de la mayoría de los medios es tal que, en lugar de mostrar su independencia del poder político, como dicta la mejor tradición periodística, se arrodillan ante él.
La política del miedo y la amenaza parecían recursos exclusivos de campaña, pero no, en realidad, Felipe Calderón las sigue utilizando ya como Presidente y los panistas parecen regodearse con ella. La entrevista que Noroeste le hizo al Diputado Carlos Felton, donde éste narra la manera en que contuvieron a los perredistas el 1 de diciembre en el Congreso, muestra a un individuo fascinado por la fuerza, donde solo responsabiliza a los contrarios de recurrir a ella. "Los violentos" son los otros. Pero lo que muestran las imágenes es que panistas y perredistas se agredieron y violentaron por igual los reglamentos del Congreso. La portada de la revista Proceso de esta semana exhibe a una Diputada panista que con rostro fiero arremete con un bote a otro Diputado. ¿Los violentos solo son los otros? ¿Solo los miembros de la APPO recurrieron a la violencia? ¿Cuántos priistas están en la cárcel por el conflicto de Oaxaca? ¿El gobernador Ulises Ruiz es inocente?
Indigna tanto maniqueísmo.
Qué mal principio. Qué grave. Qué preocupante. Felipe Calderón entró por la puerta de atrás.