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"Estrictamente Personal"

"Gobierno bajo fuego"

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14/04/2015 00:00

    Claudia Beltrán/Marcos Vizcarra

    Ya sabían en Los Pinos que la revelación de las casas de precios multi­millonarios del entor­no cercano al Presidente Enrique Peña Nieto no iba a parar. Cuando apareció en la prensa que el Se­cretario de Hacienda, Luis Vide­garay, tenía una casa en Malinalco que había adquirido a través de una operación de compra-venta a la empresa Higa, el Presidente le preguntó al propietario de la empresa, su amigo el empresario Juan Armando Hinojosa Cantú, si había más miembros de su go­bierno a quienes le hubiera ven­dido propiedades. Ninguno más, le respondió, pero las preocupa­ciones no pararon.
    En los últimos días se reaviva­ron las versiones que iba a haber más revelaciones de propiedades de la cúpula del poder. En la casa presidencial había temor que se difundiera una especie sin confir­mación que Peña Nieto tiene una propiedad no declarada en Punta Mita -algo que nadie que ha inves­tigado ha podido verificar-, y en los corrillos políticos se hablaba de las propiedades del Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, en Las Lomas de Chapultepec. Finalmente, detalles sobre dos presuntas casas de Oso­rio Chong en ese elegante barrio de la Ciudad de México, fueron publicados este domingo por la revista Proceso, adjudicando una de las propiedades a la esposa.
    Osorio Chong respondió rápido. Las casas no eran suyas ni de su esposa, sino que fueron rentadas. Proceso respondió con una carta de sus reporteros para defender la investigación, aunque lo que pro­baron fue haber cometido un error. Dieron como hecho consumado una notificación de compra-venta e hipoteca a nombre de la esposa del Secretario, llamada en el sector inmobiliario "primer aviso pre­ventivo", que es un requisito que se tiene que cumplir con vigencia de 30 días, donde si no hay una ac­ción consecuente, se elimina au­tomáticamente. Los Osorio Chong quisieron comprar esa casa, pero les resultó muy costoso para sus posibilidades comprar la deuda.
    La investigación periodística dio por cierto un hecho falso, a partir de una lectura superficial de los documentos del Registro Público de la Propiedad. Sobre la mala lectura de los mismos, al identificar a Carlos Aniano Sosa como el dueño de la inmobiliaria que hizo la operación de compra-venta, dijeron que era contratista en Hidalgo cuando el Gobernador era Osorio Chong y figuraba en el padrón de proveedores de Pemex. Y a partir de ello, lo colocaron en la misma línea del conflicto de interés en la compra de la casa blanca del Presidente Enrique Peña Nieto y su esposa Angélica Rivera, y de Videgaray.
    Proceso, que es una revista que nunca reconoce errores aunque sea flagrantes, logró inopinada­mente el objetivo en el imaginario colectivo, establecer como cierto un patrón de comportamiento ile­gítimo de la élite del poder.
    Ya saben en Los Pinos que la búsqueda y revelación de casas de precios multimillonarios del en­torno cercano al Presidente Peña Nieto no va a parar. No es un tema que sólo lo afecte a él o a su gobier­no. Apenas en marzo pasado, la Casa Blanca tuvo que desmentir que el Presidente Barack Obama había comprado la espectacular mansión en Hawaii que protegía el investigador privado "Tom Magnum" en una popular serie de televisión de los 80, y en julio del año pasado, negó que hubiera adquirido una mansión en Rancho Mirage, California.
    En 2008, Obama tuvo que co­locar en línea toda la documenta­ción sobre la compra de una casa en Chicago ya como candidato presidencial, ante la especulación que había incurrido en un con­flicto de interés con su vecino, un donador del Partido Demócrata.
    Respuestas rápidas y transpa­rencia ha sido el camino de Obama y la Casa Blanca para enfrentar los rumores. No detiene la especula­ción en medios y redes sociales, pero neutraliza el daño político. Osorio Chong logró ese objeti­vo, hasta ahora, en gran medida porque los dos elementos tóxicos fueron falsos: la propiedad y el conflicto de interés.
    Lo que más afecta en términos políticos es el conflicto de interés, porque abre el espacio a la sos­pecha de corrupción. Este es el punto que no han podido resol­ver el Presidente y el Secretario de Hacienda, y dar una respuesta convincente que cambie de rum­bo la percepción que incurrieron en un conflicto de interés, lo que niegan tajantemente.
    La experiencia del fin de sema­na con el Secretario de Goberna­ción obliga al Presidente a volver a colocar en el tema de sus priori­dades la investigación que realiza la Secretaría de la Función Pública sobre la obra pública adjudicada a las empresas de Hinojosa Cantú, de donde se determinará si hubo o no conflicto de interés.
    La investigación sobre Hinojo­sa Cantú, de acuerdo con personas que conocen de la obra pública adjudicada, mostrará que como Sosa en el caso de Osorio Chong, el empresario es proveedor y ha sido constructor en el Estado de México, en otras entidades y a ni­vel federal, desde los tiempos en los que Peña Nieto y Videgaray eran absolutamente irrelevantes, o inexistentes en la vida pública.
    No hay que olvidar que la polí­tica dejó de ser hace mucho tiempo un acto de fe, y exige que las vero­similitudes sean combatidas con verdades. Sobre todo, cuando un gobierno como el de Peña Nieto se encuentra sometido a un fuego in­terminable, que no se va a apagar.