"Hace unos días, me encontré con un escrito del periodista Germán Dehesa, en el que relataba su vuelta a México luego de una estancia en Estados Unidos."
Hace unos días, me encontré con un escrito del periodista Germán Dehesa, en el que relataba su vuelta a México luego de una estancia en Estados Unidos.
Contaba el autor que el choque frontal con lo que es nuestro país se produjo desde el aeropuerto, en el que recibió un trato déspota por parte de "una señora uniformada que a las claras se ve que le pega a su marido, (quien) me dice con ronca y bronca voz: apachúrrele ahí y me señala un botón verde. Le apachurro y sale rojo. Suba las maletas a esa mesa y ábralas". El golpe de realidad siguió con "la lentitud, la suciedad del aire que se embarra en las paredes del Viaducto que me llena de pesimismo".
El autor concluía: "Yo soy mexicano, lo soy hasta la vida y hasta la muerte; mi destino es irrenunciablemente azteca, pero eso no puede, no debe significar que me tenga que pasar la vida mirando hacia otro lado y callando cuando veo la fealdad, la mochería, la injusticia y el horrendo conformismo cómplice, padre de toda impunidad y de todo atropello".
Y terminaba con la siguiente opinión: México "no ha despertado y no logra arrojar de su espíritu ese sello de resignación".
Sin embargo, en el mismo texto, don Germán cuenta cómo se salvó de abrir sus maletas en la aduana, con todo y la luz roja: "Como todo esto me parece un atropello al pudor de las personas, declaré inmediatamente abierto el periodo de negociaciones. Mire, seño: no me estoy declarando en rebeldía, pero ya nos habían dicho que pasáramos. Ése es otro control, señor. Le quiero informar, mi seño, que soy gente de letras de ésas que muy rara vez se dedican al contrabando. Aquí traigo unos libros que compré; usted ya conoce los libros ¿verdad?, mire este ladrillón sobre Sor Juana y traigo también un estudio sobre los literatos de Nueva Inglaterra, ¿usted ha leído Moby Dick? No, señor, pero ya puede pasar". El autor anota: "He aquí una victoria de la retórica".
Por esas mismas fechas, un diario publicó una nota en la cual se afirmaba que la Secretaría de Seguridad Pública había entregado más de 4 millones de pesos en donativos a la organización no gubernamental México Unido Contra la Delincuencia. Esa información se sumaba a la de otro medio que había afirmado meses atrás que el hijo de quien encabeza a dicha organización trabajaba directamente con el Secretario de Seguridad Pública.
Inmediatamente, la presidenta de México Unido envió una carta al diario que publicaba la nota, reconociendo que había recibido los donativos mencionados, pero afirmando que eso era legal y conveniente para que la asociación pudiera cumplir con su cometido y agregando que los fondos se manejaban con transparencia. Y en una entrevista concedida hace unos días a otro periódico, aceptó que su hijo trabajaba en la SPP y habló de su amistad con el Secretario García Luna, pero aseguró que eso no alteraba ni el trabajo de la organización ni su discurso personal.
María Elena Morera en la presidencia de México Unido Contra la Delincuencia y Germán Dehesa en el periodismo, son dos mexicanos cuyo trabajo es sumamente importante para nuestro país, pues ambos, cada uno desde su trinchera, denuncian lo que sucede con enorme valentía.
Si elegí hablar de ellos y poner los ejemplos anteriores es por lo siguiente: porque muchas veces nosotros mismos no nos damos cuenta de que incurrimos en lo que denunciamos.
Don Germán no habría podido convencer a un oficial de aduanas en Estados Unidos de no abrirle su maleta, porque de aquel lado no hay triunfo de la retórica sobre los reglamentos y leyes que se deben cumplir. Así de sencillo.
Doña María Elena, al recibir dinero y prebendas por parte de aquel que encabeza a la institución encargada de combatir lo que ella denuncia, está generando una sospecha, pues quien es juez no puede ser parte y quien recibe dinero de alguien genera un compromiso con él. Así de simple.
Lo anterior nos remite a la vieja sabiduría que afirma que más allá de las palabras, la única verdadera forma de predicar es con el ejemplo.
sarasef@prodigy.net.mx
*Escritora e investigadora en la UNAM