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Vi ayer esa película (titulada en México La matanza). Narra una de las mil historias desgarradoras del geonocidio de 1994 que cobró en Ruanda un millón de vidas (de un total de nueve de población). La película pinta a los tutsis como víctimas y a los hutus como villanos. Cierto, éstos masacraron al 80 por ciento de aquéllos, pero como siempre la historia es mucho más compleja y no describe las "razones" de los hutus para odiar tanto a los tutsis. El tutsi es uno de los tres pueblos de Ruanda y Burundi en el África central. En el idioma kinyarwanda el término tutsi es de número indeterminado: el singular es batutsi (un solo tutsi), mientras que el plural (más de un tutsi) es watutsi (éste es el origen del baile Watusi). Los habitantes nativos de la región son los twa (o watwa), un pueblo pigmeo (hoy 1 por ciento de la población). Los hutu (wahutu, un 84 por ciento), un pueblo bantú, llegaron ahí y dominaron a los twa. Más tarde, los tutsi (15 por ciento) inmigraron y dominaron tanto a los hutu como a los twa, estableciendo reinos que ellos dominaban. Una característica distintiva de estos tres grupos es su estatura. Los twa son bajitos, los hutu tienen una estatura media y los tutsi son altos (de ahí la orden genocida: ¡A cortar todos los árboles altos!), aunque el cruce entre estos grupos ha venido reduciendo esas diferencias. Las desigualdades entre los derechos de los grupos raciales no eran tan extremas como en muchos casos similares, pero eran importantes. Los tutsis consideraban a los hutu como poco más que simples trabajadores manuales. Si un tutsi asesinaba a un hutu, los del linaje del hutu podían matar al tutsi en venganza, pero si un hutu asesinaba a un tutsi, los del linaje del tutsi podían matar al hutu y a otro miembro de su familia. En los años recientes Ruanda ha sido, al menos en teoría, una nación democrática con los mismos derechos pactados para todos. Sin embargo, los tutsis han mantenido todavía la mayoría del poder, creando un gran resentimiento entre los hutu. Los hutu y los tutsi hablan el mismo idioma, lo cual apoya la tesis de que realmente no son razas o pueblos diferentes, sino diferentes castas (fueron los colonizadores belgas quienes crearon esa pérfida noción de dos razas diferentes). El genocidio fue financiado, por lo menos en parte, con dinero distraído de programas de ayuda internacionales, como el Programa de Ajuste Estructural del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (se estima que 134 millones de dólares se fueron en planear y desatar el genocidio; nada más en machetes, azadas, hachas, cuchillas y martillos se gastaron casi 5 millones). Marcos A diferencia de Ruanda, en México se habla un medio centenar de idiomas, no uno solo; somos 100 millones de habitantes, no nueve; y los mexicanos históricamente vapuleados y ninguneados (tan mestizos como el resto de nosotros, pero mañosamente catalogados como "indios") son 20, no siete. ¿Y todavía eres tan ingenuo para creer que no puede ocurrir aquí, elevada a la enésima potencia, una guerra civil "racial" como la ruandesa (o yugoslava)? A ese genocidio le apuesta Marcos; para eso está comisionado aquí desde hace 11 años por intereses trasnacionales perversos, enemigos del pueblo mexicano. ¡Y todavía hay paladines del izquierdismo chic que le hacen el caldo gordo a su canto de sirenas dizque indigenista, cuando a ese payaso peligroso sólo le importan esos grupos sociales marginados como eventual carne de cañón! Que piensen un segundito esos corazones sin cerebro que se creen redentores, si no están sirviendo de tontos útiles para la filmación de esta espantosa película futura: Hotel México. ¿Creen que la matanza del Jueves de Corpus del 71 fue un "genocidio"? Sin duda, fue una chin... criminal tamaño caguama; pero esas ingenuas buenas conciencias no tienen ni idea del tamaño del horror que es un verdadero genocidio, el que desatará Marcos si se lo permiten. Aplausos y chiflidos: gfarberb@yahoo.com.mx