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"Guadalupe Loaeza"

"Igual que Echeverría Juan Velásquez debe de tener la conciencia muy tranquila"

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27/07/2004 00:00

    Gestionan

    Ojos de serpiente Igual que Echeverría Juan Velásquez debe de tener la conciencia muy tranquila y mirada de serpiente, pero de las peligrosas. Después de todo no está más que cumpliendo con el Estado de derecho Sólo la memoria y la justicia pueden cerrarle el paso a la barbarie desatada desde el Estado; sólo la memoria y la justicia podrán curar las heridas abiertas en aquella larga noche; sólo la memoria y la justicia podrán reconciliar el país con su pasado. Presentación del más reciente número de la revista Nexos número 319 Luis Echeverría no ha librado la cárcel, desde hace muchos años vive encarcelado en medio de viejos fantasmas y soledades. De hecho, su corazón está encerrado en un calabozo, por eso Luis Echeverría no sabe sentir; no siente tristeza, ni alegría, ni mucho menos remordimientos. Tengo la impresión de que a sus 82 años no se arrepiente de nada. El jura y perjura que es un hombre de bien, un padre muy tolerante, un abuelo muy divertido y que fue un espléndido Presidente. Lo maravilloso con alguien como Luis Echeverría es que tiene su propia memoria y su propio criterio acerca de lo que debe de ser la justicia. Por eso tiene la conciencia tan tranquila y con esa misma tranquilidad administra sus bienes, sus terrenos, sus propiedades y sus cuentas bancarias de México y extranjero. Por ejemplo con respecto a lo del 68 y lo de la matanza del Jueves de Corpus de 1971, tiene sus propias versiones. Las cuales naturalmente no corresponden con la de los demás, más que con la de los priistas, sus congéneres que tanto lo admiran. En realidad esto es lo que más le importa, el apoyo que recibe por parte de su partido. No esperaba menos de ellos. Sobre todo de los que colaboraron con él cuando era Presidente. Sabe que cuenta con su solidaridad incondicional. Esto lo tiene muy tranquilo. Aunque por las noches, tal vez, a veces duerme mal. Últimamente, tememos que ha tenido una que otra pesadilla, pero sin importancia. Sobre todo una con la que ha soñado varias veces y lo ha perturbado. Se ve entre halcones, pero de verdad, esos pájaros de presa utilizados antaño por lo grandes señores feudales, terratenientes, tiranos en el antes noble arte de la cetrería en la que se educaban a estas aves para cazar animales indefensos. Estos aparecen descendiendo de unos camiones grises, como los que había en el Departamento del Distrito Federal. En sus garras llevan unas cañas de bambú. De pronto lo comienzan a atacar, lo persiguen por todos lados, hasta que le vacían las cuencas de sus ojos. Sus lentes no le sirven de nada. Está ciego. No obstante, de pronto se ve en una cama de un hospital en donde vuelve a ser atacado por otros halcones, pero en esta ocasión son jóvenes de carne y hueso. Los mismos que fueron adiestrados por Corona del Rosal, y que atacaron a los estudiantes el 10 de junio de 1971. Siempre que sueña con lo anterior, suda copiosamente. Se incorpora, se dirige hacia el baño y se lava, incesantemente, las manos. Pero afortunadamente desde que contrató a su abogado Juan Velásquez, ya no tiene tantas pesadillas. Se siente un poquito más seguro en relación a lo sucedido ese Jueves de Corpus. Sabe usted licenciado, ese día yo estaba muy ocupado acordando sobre el problema del agua en la zona metropolitana. ¿Usted cree que yo tenía cabeza para preocuparme por unos cuantos heridos que aparecieron allá por San Cosme? De ninguna manera... Además todo eso pasó hace muchísimo tiempo, ¿me creerá que ya ni me acuerdo de lo que hice ayer, cómo creen que pueda recordar lo que sucedió hace 33 años...Yo no me siento responsable. Culpar a una persona es caer en simplismos. Lo que ocurrió fue consecuencia de una corresponsabilidad compartida...le ha de haber explicado el ex Presidente muy despacito y viéndolo fijamente a los ojos. Viéndolo con su mirada fría, con esos ojitos que tiene, los cuales con el paso del tiempo se le han hecho chiquitos, chiquitos, pero cada vez más penetrantes. Y claro como es su cliente, pero no un cliente cualquiera, sino uno con posibilidades de pagarle muy, muy bien, súper bien, pues le creyó. Por eso aceptó defenderlo. Además no ha de haber tenido de otra alternativa, ha de ser sumamente difícil decirle a un hombre que tiene mirada de serpiente mala (¿existirán serpientes buenas?) que no puede ocuparse de su defensa. ¿Qué le habrá dicho el abogado a sus hijos cuando éstos le preguntaron si Echeverría de verdad era inocente? Ciertamente no es una perita en dulce, pero tampoco es como lo describe la prensa. Yo soy abogado y mi obligación es defender a mi cliente. Además, tengo argumentos legales suficientes como para ganar el caso. La parte moral no tiene por qué interesarme. En el fondo estoy orgulloso de mí, como lo está Luis Echeverría de sí. El caso es que una vez que el juez ya dio su veredicto, pues seguramente, el abogado Juan Velásquez ya cobró su cheque. Qué suerte, porque justo lo ha de haber depositado en su cuenta para mandar a la familia de vacaciones. ¡Está todo tan caro!!... ¡Qué suerte tiene este abogado de tener a clientes como Luis Echeverría! Ha de ser la envidia de todos sus colegas, por eso lo critican tanto y muchos de ellos osan decir que es un pésimo abogado. Por otro lado, Luis Echeverría todavía no puede cantar victoria, porque la fiscalía puede aún apelar, quedando el caso en manos de la Suprema Corte de Justicia, en donde probablemente el ex Presidente ya no la tendrá tan fácil y su abogado tampoco. Por último nos preguntamos, ¿dónde estaba Juan Velásquez en el 68 y el 10 de junio de 1971? ¿Estaría en esa época en la UNAM, estudiando cómo defender a asesinos millonarios? ¿Tendría conciencia de lo que en esos momentos estaba sucediendo? ¿Estaría ya desde entonces de acuerdo en que los crímenes prescriben? ¿Habrá tenido alguno de los maestros de Luis Echeverría? ¿Tendría credencial del PRI? ¿Era anticomunista convencido? ¿Qué soñará Juan Velásquez por las noches? Igual que Echeverría él también debe de tener la conciencia muy tranquila y mirada de serpiente, pero de las peligrosas. Después de todo no está más que cumpliendo con el Estado de derecho. No hay duda de que Dios los cría y ellos se juntan... Y ahora sí, por último, nos preguntamos sumamente contrariados, ¿de verdad se quedará sin castigo Luis Echeverría? Si así sucediera, seguiremos siendo un país sumido en el desamparo. Como bien dice Denise Dresser: Dentro de la clase política mexicana hay quienes piensan que la verdad es una concesión a la población, algo que puede soltar a cuentagotas para callar a aquellos que no paran de gritar. Hay millones de mexicanos que no dejan de hacerlo, no permitamos que se callen, porque cualquier gobierno democrático producto de una transición tiene la obligación ética de explicar lo que ocurrió en el pasado. No es algo que el poder pueda conceder sino algo que el poder no puede quitar.