"Ingenios"

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01/10/2014 00:00

    Geovanni Osuna

    Los ingenios azucareros eran uno de los pilares de la economía nacional cuando la mayoría los administraba el Estado y, en menor medida, por compañías con capital foráneo; pero con el desgarriate que inició Salinas con las privatizaciones de empresas del Estado, la industria azucarera resultó una de las más dañadas en todo el País.
    Aquí en Sinaloa tenemos dos casos ilustrativos de lo que señalamos, Eldorado y Los Mochis, dos ciudades que nacieron y se desarrollaron de manera pujante gracias a los ingenios. El Dorado empezó a funcionar a partir de 1900 con la iniciativa privada de por medio, con la familia Redo como principal impulsor de este cultivo en Sinaloa.
    Para instalar la fábrica azucarera, la familia Redo compró la maquinaria del ingenio azucarero "San Claudio", ubicado en la Florida, Estados Unidos, la cual tenía una capacidad de molienda diaria de 600 toneladas.
    Por otra parte, los hijos de Joaquín Redo (Joaquín, Diego y Alejandro) realizaron los planos de distribución para colocar la maquinaria, la cual sería enviada por barco desde el puerto de Tampa, Florida, trazando una ruta que rodearía Sudamérica por el Cabo de Hornos hasta el puerto de Rabal, al sur de la bahía de Altata, en Sinaloa, su destino final. Un gran esfuerzo.
    Después de trabajar con ahínco y esfuerzo se hizo la primera zafra en Eldorado, iniciándose el 2 de marzo y terminando el 2 de mayo de 1903, con una producción de 6,128,902 toneladas de caña, de un corte de 875,550 hectáreas, dando un rendimiento de 70 toneladas de caña por hectárea. Además se empacaron 447,874 kilogramos de azúcar blanca, con rendimiento en fábrica de 73 kilos de azúcar por tonelada de caña molida.
    En el caso de Los Mochis, esta ciudad no se concibe sin su ingenio azucarero, es el emblema más reconocido de esa gran orbe, sus habitantes desde los más adultos hasta los más jóvenes siempre han tenido como referente el ingenio y particularmente el trabajo que éste desempeña en la vida de la ciudad.
    En época de auge su industria derramaba bienestar a su estable planta de trabajadores. De hecho, la ciudad fue fundada en 1903 por Benjamín Johnston, quien vino a hacer fortuna con el cultivo de la caña de azúcar. El ingenio azucarero, que produjo su boom demográfico, fue construido a la par con la ciudad; o sea, se hermanan en su gestación, como dos almas que tienen su raíz en un mismo lugar.
    El trazo cuadriculado del centro histórico de la ciudad impide olvidar su pasado estadounidense. El 20 de diciembre de 1916 por acuerdo del Congreso del Estado se creó el Municipio de Ahome, estableciendo su cabecera en La Villa de Ahome, en ese lugar permaneció hasta el 1 de abril de 1935, que se trasladó la cabecera municipal a la ciudad de Los Mochis. En la actualidad es el centro comercial del Valle del Fuerte y su radio de influencia comprende desde la parte sur del estado vecino de Sonora hasta los municipios sinaloenses de El Fuerte, Choix, Guasave y Sinaloa.
    El desarrollo económico de la ciudad se inició con la industria azucarera. Los campesinos que sembraban la caña que luego se industrializaba en los ingenios. Lo mismo que pasaba en Eldorado sucedía en todos en todos los ingenios azucareros del País, gestando ciudades y pueblos a su alrededor y su desarrollo económico y cultural giraba en torno a la industria azucarera.
    Sin embargo, con la puesta en práctica de las políticas de la economía derivada del neoliberalismo, todos los ingenios del País entraron en crisis, sus obreros vinieron a menos y los sectores beneficiados con esta industria entraron en caída libre, al ver sus recursos económicos perdidos en la desesperanza por la quiebra o la mera subsistencia.
    Esa industria sólida y fuerte en el pasado ha venido a ser usufructuada por mercaderes de baja estofa, hundiéndola en la incertidumbre más prolongada, en una agonía que huele a muerte, porque la enfermedad que sufre esta empresa es derivada del germen del modelo económico que prevalece en el país, una imposición que proviene desde los grandes centros económicos y los organismos que administran sus intereses.
    En el caso de Los Mochis, aparte de la larga crisis por la que atraviesa su industria azucarera, sumamos otro ingrediente más relacionado con el ingenio, la depredación del patrimonio histórico y cultural de la Colonia Americana, donde vivieron los fundadores del ingenio y de la ciudad de Los Mochis.
    Sus casas antiquísimas fueron derribadas con contumaz estulticia; por lo tanto, de manera irresponsable, seguramente con la anuencia de las autoridades del Municipio; esa es la prueba más tangible de la falta de cuidado de parte de las autoridades del patrimonio cultural e histórico de las ciudades del estado.
    Eso sí, una vez depredados los vestigios de los primeros pobladores de las ciudades más emblemáticas de la entidad, queda el lamento por lo que pasó la arquitectura y su gente, que ve morir su historia, pero nunca se castiga ejemplarmente a los depredadores del patrimonio histórico de las ciudades y tampoco se señala la apatía de los encargados de conservación del patrimonio nacional.
    Ingenio y ciudad, la vida era una para ambos; sin esta dualidad, la dulzura de las ciudades sinaloenses también se pierde. Sería bueno lanzar la pregunta a la academia y saber qué responsabilidad existe en la violencia desatada en el estado con esta pérdida del respeto a nuestra historia común y particularmente a la historia de la caña de azúcar en Sinaloa.


    lqteran@yachoo.com.mx