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"Análisis: Un pragmático en la Rectoría"

"Integrante de gobiernos priistas, José Narro Robles no sólo encontró en la vida académica una forma de supervivencia después de que el PRI perdió la Presidencia, sino que fue acumulando poder en la UNAM hasta que, tras varios intentos, se hiz"

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21/11/2007 00:00

    Antonia Duarte y 14 firmas más

    José Narro Robles ya no será el poder oculto en la Universidad Nacional Autónoma de México. A partir de ayer es la más alta autoridad de la máxima casa de estudios, luego de un proceso en que la única duda era cuándo lo designaría la Junta de Gobierno como Rector para los próximos cuatro años.
    Formado en el viejo régimen, en el que ocupó destacados cargos públicos y partidistas, el cirujano especializado en medicina comunitaria llegó a la Rectoría no sólo por su añeja influencia en la vida de la Universidad y la cargada institucional, sino por el pragmatismo que lo ha hecho un sobreviviente político después de que el PRI perdió el poder presidencial.
    A su vez, la trayectoria burocrática de Narro en la UNAM se vio interrumpida cuando hizo sentir que simpatizaba con ciertas demandas estudiantiles de 1990 para reformar el método cardenalicio de elección del rector (Proceso 1206). Paradójicamente, este mecanismo es el mismo que ahora lo encumbró y que ha dado lugar a numerosas críticas hacia la forma de gobierno de la universidad más importante de América Latina.
    Tras su participación en los últimos gobiernos del PRI, en especial en el de Carlos Salinas de Gortari, Narro echó tierra a su pasado político en busca de la Rectoría, y en pleno proceso sucesorio tendió puentes con el gobierno de Felipe Calderón.
    Para ello, no sólo se reunió con el jefe de la Oficina de la Presidencia, Juan Camilo Mouriño, sino que asistió a Los Pinos el pasado 24 de octubre, Día del Médico. Antes, al inicio de la actual administración federal, Juan Ramón de la Fuente no acudió a un encuentro del presidente Calderón con los rectores de las universidades del país.
    Atrás quedaron para Narro Robles su defensa del salinismo, que lo llevó a descalificar públicamente a Cuauhtémoc Cárdenas y a trabajar para Emilio Gamboa Patrón en el IMSS, sus aspiraciones, frustradas con la muerte de Luis Donaldo Colosio, de llegar a la titularidad de la SSA, o su enfrentamiento en diciembre de 2000 con el entonces diputado Felipe Calderón por la gratuidad de la educación superior.
    Incluso le hizo un reconocimiento al residente de Los Pinos: "El entonces jefe de la bancada de Acción Nacional tenía una perspectiva. Estoy seguro de que como titular de Ejecutivo Federal tiene una diferente, siete años más tarde", respondió Narro a Proceso (edición 1615) cuando se le preguntó qué opinaba acerca de la reiterada posición de Calderón de favorecer a las universidades privadas por encima de las públicas.

    Amarres

    La noche del martes 13, cuando la Junta de Gobierno anunció su designación, Narro se quedó formalmente con el poder que desde hace tiempo ejercía en la Universidad. No era sólo el director de la Facultad de Medicina, sino que tenía gran influencia en el Colegio de Directores de Facultades y Escuelas, considerado por el Sindicato de Trabajadores de la UNAM como el sindicato de directores.
    El Colegio de Directores se encarga de la relación entre el rector y los directores de las facultades y escuelas. Es un influyente órgano que planea y coordina las funciones docentes y la marcha general de la Universidad. Sus funciones incluyen la elaboración de reglamentos para ser sometidos al Consejo Universitario, que junto con el rector y la Junta de Gobierno es una de las principales autoridades universitarias.
    Hasta antes de formalizar su aspiración a la Rectoría, Narro fue durante cinco años representante del Colegio de Directores ante la Comisión Especial para el Congreso Universitario, instancia que De la Fuente creó en 2002 para darle salida a la reforma universitaria luego del paro de casi un año de 1999.
    Próximo a cumplir 60 años, el 5 de diciembre, y titulado como médico cirujano de la UNAM en 1973, el académico y político originario de Saltillo fue designado por De la Fuente como coordinador general para la reforma universitaria. Previamente fue el responsable de organizar el plebiscito que a comienzos de 2000 terminó con el paro.
    Meses antes, en 1999, un rumor abonó la fama conciliadora de Narro: que los dirigentes del Consejo General de Huelga (CGH) Mario Benítez y Leticia Contreras habían pactado el fin del paro con el entonces secretario general ante su tercera aspiración a la rectoría. La primera había sido en 1988, ante José Sarukhán y la segunda en 1992, ante el mismo rector, que fue reelecto.
    En los dos períodos del rector saliente (1999-2007), las decisiones importantes de la UNAM pasaron por la consideración de Narro. No había reunión importante en la que no participara, asegura un ex funcionario de la UNAM que estuvo presente en varios de esos encuentros, pero pide que no se publique su nombre por temor a represalias en el reacomodo burocrático que se avecina.
    Dice que De la Fuente solía decir: Hay que esperarnos a que llegue Narro para hablar del problema. Narro era el hombre detrás del poder, sostiene el entrevistado.
    También fue preponderante la actuación de Narro en la UNAM al principio de la gestión de Sarukhán (1989-1996), quien lo ratificó como secretario general, cargo al que había llegado en el rectorado de Jorge Carpizo (1985-1989).
    Con Sarukhán, Narro formó parte de la comisión de Rectoría que en 1987 dialogó con el Consejo Estudiantil Universitario (CEU) para la organización del Congreso Universitario realizado en 1990. Durante tres años y medio fue el responsable del encuentro destinado a revisar la organización de la UNAM.
    En esas negociaciones, el CEU lo responsabilizó de haber filtrado a la prensa supuestos expedientes de varios dirigentes estudiantiles. Pero al final del Congreso, en junio de ese año, ya tenía a varios de ellos, así como a algunos profesores, de su lado.

    Pacto de silencio

    A pesar de ser reconocido por su manejo político y administrativo de la Universidad, Narro cargó en todo momento del reciente proceso sucesorio con los señalamientos de que la estructura universitaria actuaba a su favor. Su candidatura también quedó en medio de filtraciones y de una guerra sucia que en parte se atribuye a su propio entorno.
    Si hubo guerra sucia, yo no la vi. Y si la hubo, la ropa sucia se lava en casa, declaró a las pocas horas de su designación. Aunque de forma implícita admitió que la sucesión dejó ropa sucia, Narro canceló la discusión sobre lo ocurrido en una institución de carácter público y que es financiada con recursos asignados por el Congreso de la Unión.
    Varios de los involucrados en el proceso no quisieron abundar en el tema. La sucesión acabó en una suerte de omertá, un pacto de silencio estilo mafioso en medio del festejo mediático.
    El nuevo rector sepultó así los libelos que circularon en la UNAM en vísperas de su designación. Uno, que presuntamente estaba destinado a minar su candidatura, no era más que una recopilación de artículos que escribió en años recientes para la Organización Editorial Mexicana, donde se refugiaron varios priistas luego de salir del poder.
    Bajo el título Obras completas de José Narro, el apócrifo fue seguido de un escrito destinado a desacreditar al ex Director del Instituto de Matemáticas, José Antonio de la Peña, a quien se señaló como el candidato del gobierno de Calderón por haber sido director adjunto del Conacyt de diciembre de 2006 a octubre pasado. A esa consideración contribuyó un encuentro que tuvo con Mouriño, igual que Narro.
    En ese texto se hacía hincapié en los vínculos familiares de De la Peña, perteneciente al grupo de Sarukhán. El primer cuestionamiento se dirigió hacia su esposa, ex Directora de la Escuela Nacional de Trabajo Social, Nelia Tello Peón, hermana de quien fuera director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) y actual vicepresidente de información internacional de Cemex, Jorge Tello Peón.
    El segundo objetivo fue su hermano Ricardo de la Peña, director de GEA-ISA, la consultora que en sus encuestas hizo ganador a Calderón en la disputa por la Presidencia de la República. El entonces director de la encuestadora era Guillermo Valdés, actual director del Cisen.
    Entre algunos de los contendientes de Narro se atribuyó la difusión de esas versiones al equipo del nuevo rector, quien desde 2003 ocupó la dirección de la Facultad de Medicina, antesala para cinco rectores desde 1945.
    En medio del llamado proceso de auscultación a la comunidad universitaria hubo filtraciones periodísticas atribuidas a la Junta de Gobierno, que contribuyeron al ambiente favorable a Narro. El 22 de octubre, La Jornada difundió que el director de la Facultad de Medicina llevaba una delantera de tres a uno sobre el resto de los aspirantes.
    El diario, que citó fuentes de la Junta de Gobierno, añadió que para ese momento Narro había concentrado la mayoría de las preferencias y no sólo en el ámbito de las ciencias médicas, a la que pertenece, sino de una diversidad de dependencias universitarias.
    La Junta de Gobierno, de cuyos 15 integrantes 13 fueron propuestos por De la Fuente, designó a Narro por unanimidad en una segunda votación, luego de que en una primera ronda obtuviera 11 votos, uno más de las dos terceras partes exigidas por el Estatuto General de la UNAM.

    Deslindes

    Las suspicacias sobre el uso del aparato universitario a favor de Narro apuntan también a la Dirección General de Comunicación Social, así como a la propia oficina del abogado general de la UNAM, Jorge Islas.
    A la primera se le atribuyen los primeros contactos de Narro con la prensa en su búsqueda de la Rectoría. El pasado 8 de octubre, en el auditorio de la Facultad de Medicina, Narro anunció su interés para contender por el cargo. Un día antes, los periodistas que cubren el sector universitario fueron invitados por su equipo para asistir a este acto.
    El director general de Comunicación Social, Néstor Martínez Cristo, dijo a este semanario que Islas no operó a favor de Narro.
    El viernes 9, cuatro días antes de la designación de Narro, el abogado general dijo en entrevista que eran falsas las acusaciones de que él pretendiera construir una candidatura institucional en el subsistema jurídico de la UNAM. Me reúno comúnmente con los 180 abogados del subsistema y en ningún momento sucedió nada en ese sentido, aseveró.
    Abogado de la Cámara Nacional de la Industria de la Radio y la Televisión y asesor legal de TV Azteca antes de que De la Fuente lo designara en enero de 2004 abogado general de la UNAM, Islas asegura: Lo que sí hubo fueron recomendaciones del abogado general de que nos debemos conducir con transparencia bajo el principio de legalidad e imparcialidad al que estamos obligados por la legislación y la Ley Orgánica de la UNAM.
    Narro tenía por lo menos otros dos simpatizantes en lugares importantes. Uno de ellos, clave: su hijo José Antonio Narro Lobo es asesor de la Secretaría General; y su hermano Carlos, subdirector de Radio UNAM.
    El martes 13, Narro fue designado el Rector número 62, menos de 24 horas después de que terminaran las comparecencias de los ocho candidatos a la Rectoría.
    Además de De la Peña y Narro, contendieron Gerardo Ferrando Bravo, ex Director de la Facultad de Ingeniería; Luis Javier Garrido, investigador y ex abogado del CGH en el paro de 1999 y Fernando Pérez Correa, director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.
    Así mismo aspiraban al cargo Rosaura Ruiz, secretaria de Desarrollo Institucional de la UNAM; Fernando Serrano Migallón, director de la Facultad de Derecho; y Diego Valadés, ex Director del Instituto de Investigaciones Jurídicas.
    Ninguno de ellos ha cuestionado públicamente la designación de Narro, a excepción de Garrido. En un discurso ante estudiantes y profesores en el auditorio Ho Chi Minh de la Facultad de Economía, el jueves 15, aseguró que se reprodujeron viejas prácticas del mundo priista, como el tapadismo, la cargada y el dedazo. Por la tarde de ese día, un grupo de manifestantes quemó la puerta de la Rectoría en rechazo a la designación.
    A pesar de su estrecha relación con De la Fuente, con quien fue subsecretario de Salud en el gobierno de Ernesto Zedillo, Narro negó que su elección fuera por dedazo. También en 1993, cuando era presidente de la Fundación Cambio XXI, en vísperas de la designación de Luis Donaldo Colosio como candidato presidencial dijo que en el PRI no existen mecanismos de elección, como el dedazo.
    Sus vínculos con este partido continuaron. En enero de 1991, Emilio Gamboa a la sazón director del IMSS lo designó secretario general del instituto. Ahí estuvo hasta octubre de 1992, cuando anunció que contendría por la Rectoría.
    En esos años el ahora rector fue un abierto defensor del liberalismo social de Salinas, y en especial de su Tratado de Libre Comercio. Incluso, promovió la publicación de desplegados para atacar a Cuauhtémoc Cárdenas y al PRD.
    En 1994, luego del alzamiento del EZLN en Chiapas, el secretario de Gobernación Jorge Carpizo nombró a Narro subsecretario de Población y Servicios Migratorios, así como de Gobierno. Su carrera incluyó cargos en el gobierno de Miguel de la Madrid, con el ex Rector Guillermo Soberón, como titular de la Secretaría de Salud; y con Ramón Aguirre, cuando estuvo al frente del Departamento del Distrito Federal.
    En la semblanza que difundió para llegar a la Rectoría, su pasado político apenas quedó en un apresurado recuento.