"Involución"

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23/03/2013 00:00

    Noroeste / Pedro Guevara

    Quien piense que no hay involución se equivoca. La hay en la sociedad y en la naturaleza. 

    Quien sostenga que no pueden regresar regímenes políticos autoritarios o dictatoriales es que no ha leído bien la historia, y no ha estudiado bien la condición humana. 

    Quien piense que la democracia se instala de una vez y para siempre es un ingenuo.
    La historia no es lineal ni siempre evolutiva, también involuciona y transcurre con muchos accidentes. 

    Ciertamente la historia no se repite pero sí exhibe sociedades que retroceden y se acercan a lo que se creía superado y anacrónico. 

    Si tomamos tan solo como ejemplo a América Latina, vemos a la largo de su historia independiente periodos políticos democráticos y otros dictatoriales. Etapas de competencia electoral limpia y otras de imposición ilegal. Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Perú, Ecuador, Bolivia, Paraguay son abundantes ejemplos de zigzagueo democracia-dictadura-democracia. 

    Las dictaduras nunca han sido iguales ni siempre han representado los mismos intereses, pero a final de cuentas han sido regímenes antidemocráticos. 

    Otra visión ingenua de la historia es creer que formas antiguas y tradicionales de poder desaparecen para siempre cuando los integrantes de la sociedad gozan de una alta escolaridad y bienestar económico. No es así, en sociedades o instituciones altamente educadas pueden fomentarse y establecerse el más feroz de los regímenes políticos y la más alta corrupción. Un ejemplo de ello fue la Alemania hitleriana. 

    Lo anterior nos auxilia para sostener que regresa una nueva versión del presidencialismo autoritario mexicano con Enrique Peña Nieto. 

    Al menos al interior del PRI no queda ninguna duda que el Presidente será el gran elector, o el "palomeador" de los candidatos tricolores a puestos federales de elección popular y a gobernador en los diferentes estados. Las recientes reformas priistas a sus estatutos lo dejan muy claro. También queda muy claro que las direcciones sindicales quedan nuevamente bajo el control directo de Los Pinos. ¿Quién duda que el SNTE será comandado desde la SEP y la Secretaría de Gobernación, e incluso desde Hacienda, con la supervisión del Secretario Videgaray, el favorito del hombre de Atlacomulco?
    La reforma a Ley de Telecomunicaciones propone, y muy seguramente se aprobará así, que el Presidente dé su visto bueno en las decisiones que tome el Instituto Federal de Telecomunicaciones. 

    Y así podemos seguir haciendo crecer la lista de poderes que está recuperando el presidencialismo priista. 

    Cuando veamos que Enrique Peña Nieto, para allegarse legitimidad o para eliminar un escollo, fulmine a un Gobernador, sea o no de su partido, veremos otro ejemplo más de la restauración del viejo presidencialismo. Teniendo a la mayoría de los medios de comunicación de su parte, o por lo menos a las televisoras, el Presidente rodeará su decisión de "legalidad, patriotismo y modernidad". 

    No sorprendería que como en el viejo presidencialismo también se dominara a varios partidos políticos. No extrañaría que Peña Nieto tuviera injerencia en sectores del PAN, en el PRD, Verde Ecologista y, por supuesto, de Nueva Alianza, del que demos por descontado, estará al servicio de Los Pinos. 

    A nivel de Sinaloa el anacronismo político es todavía más grave porque no es el Gobernador, o no tan solo él, quien ejerce el control o por lo menos una inocultable influencia en varios partidos, sino también el "hombre fuerte" o el cacique del estado, Juan S. Millán. El cetemista ha ejercitado formas de poder premodernas, es decir, sin tener cargos institucionales y formales ha decidido dentro de varios partidos y en el Gobierno del Estado. 

    Todavía más sorprendente es que en una institución de educación superior, como es la UAS, puede dominar un anacrónico cacicazgo totalmente al margen de su legalidad. 

    Pero lo más grave no tan solo se sabe dentro de la universidad sino también fuera de ella y no hay ni una sola voluntad para evitarlo. Lo cual demostraría que Sinaloa está hundida en la más añeja y premoderna de las culturas políticas. 

    Solo en Sinaloa nadie se queda pasmado ante la aberración de que un individuo y sus seguidores utilicen a una institución educativa como su base para crear un partido político y utilizarla para sus campañas. 

    La UAS reúne a los hombres y mujeres con la escolaridad más alta del estado pero se somete al cacicazgo político externo de Melesio Cuén. Alta escolaridad no es sinónimo de alta cultura cívica ni valor civil. Los grados académicos no garantizan un comportamiento apegado a derecho ni un comportamiento democrático. 

    Así las cosas, tanto a nivel estatal como nacional se observan comportamientos políticos y sociales que desde una óptica simple de la historia y la sociedad se creerían superados. No es así, la historia, la sociedad y los seres humanos somos mucho más contradictorios y complejos que lo que dictan los dogmas y la superficialidad.