Sugey Estrada/Hugo Gómez
La paja es considerada un bien de ínfimo valor. Cuando alguien no habla directo y al grano, se comenta que profiere palabras que son pura paja. En la mayoría de los países latinoamericanos equivale a desgano, falsedad, exageración o cosa inútil.
Paja se dice paglia en italiano, y de ahí deriva la palabra payaso (pagliaccio), que equivale a un saco o monigote de paja.
En francés, paillasse es un muñeco de paja que todavía es posible admirar en algunos carnavales y festivales. En cambio, paillasson es un tapete que se pisa sin miramientos, donde se limpia una persona los pies antes de entrar en una casa. No es una alfombra de categoría, sino un tapete de segunda clase.
En la antigua China, la expresión perros de paja hacía referencia a muñecos rellenos de paja que se utilizaban en las ceremonias rituales como ofrenda a los dioses. Una vez terminada la ceremonia se desechaban o pisoteaban, pues no representaban ya ningún valor.
Actualmente también se usa la expresión para indicar algún falso valor que se quiere aparentar, ya sea comercial o moral, así como para referirse a un intermediario o chivo expiatorio.
En 1971, la película estadounidense-británica titulada Perros de paja mostró la agresividad que brota en una persona cuando se le somete a violencia extrema, aunque se resista en un primer momento.
Cuando alguien realiza una negociación fácil y obtiene gran rendimiento, se dice que resultó un negocio libre de polvo y paja.
De igual forma, cuando se emprende una tarea difícil, es normal que se compare a encontrar una aguja en un pajar. Pero, ¿por qué perder tiempo? ¿Por qué no desechar la inútil paja, en lugar de buscar en ella la aguja?
¿Me entretengo inútilmente con la paja? ¿Busco lo esencial?
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