"La brecha generacional entre jóvenes y adultos"
Héctor Tomás Jiménez
Nuestra reflexión de hoy tiene que ver con la forma como consideran y viven en la actualidad los jóvenes, hombres y mujeres, las virtudes humanas y además, con la forma como se relacionan y comunican con sus mayores, pues todo parece indicar que cada día se abre más la brecha generacional existente y el lenguaje y los significados de las palabras pareciera que son de mundos distantes y diferentes.
En efecto, da la impresión que los jóvenes viviesen en un mundo distinto al nuestro, es decir, al de los adultos, pues cada vez se van haciendo más grandes las diferencias y las formas como ambos, jóvenes y adultos, concebimos el "deber ser de las cosas", sobre todo las que tienen relación directa con el ejercicio de las virtudes humanas trascendentes que son la causa primaria del sano crecimiento de la persona dentro del orden y la moral social y además, de los valores más relevantes como son el respeto, la tolerancia, y el control social.
Cuando los padres, maestros o familiares adultos les hablan a los jóvenes sobre estos temas, estoy seguro que ellos entienden lo que se les dice, más sin embargo, no lo comprenden a cabalidad pues no lo asumen como una nueva conducta o forma de vida.
No hacen propio el consejo y por lo tanto, este no tuvo el efecto deseado, y por su parte, los adultos confían que con solo decirlo fue suficiente y no supervisan que las conductas cambien, y de esta manera, la brecha generacional se va haciendo cada vez más grande.
Hoy en día, la mayoría de los jóvenes desdeñan los consejos de los adultos, ya sean sus padres, profesores o familiares, pues han diseñado sus propios códigos de conducta trastocando con ello el orden tanto dentro de las familias como de la propia vida en sociedad. Esto podría aplicarse a muchos ámbitos de la vida, sin embargo, y sólo como una muestra, deseamos resaltar el efecto que se ha tenido en la concepción de los valores y las virtudes humanas.
Alguien dijo sabiamente que "el pudor, es una actitud que nace desde lo más profundo del alma, y que se manifiesta como una forma de protección del instinto femenino frente a los convencionalismos y que le permite a las jovencitas apreciarse más diciéndose a sí mismas, no soy un objeto, valoro mi cuerpo, me quiero y quiero que me quieran tal como soy". A pesar del valor de estas ideas, el significado de las virtudes como "recato", "pudor", "sobriedad", entre otras en las que desde siempre, la mujer ha fincado el valor de su feminidad y sobre todo, de distinción y diferencia de "forma de ser" frente a aquellas mujeres que en pleno ejercicio de su libertad, hacen uso y abuso de sus encantos, pareciera que perdieron vigencia y pasaron a ser tan solo conceptos de diccionario, pues es común ver ombligos con aretes, cuerpos tatuados, minúsculas prendas de vestir, embarazos tempranos entre otras cosas que falsamente promueve la mercadotecnia. Habría que preguntarse si lo hacen con la complacencia de los padres o si acaso éstos ignoran lo que sus hijos hacen.
Una de las consecuencias inmediatas de esta influencia mercadológica, es que en todo el mundo, se han generalizado la bulimia y la anorexia, enfermedades derivadas de un bajo nivel de autoestima y que tienen en riesgo la vida de miles de jovencitas que no se aceptan como son, sino que quieren ser y parecer diferentes.
¿Por qué ha sucedido este cambio? Habría que reconocerlo, en el fondo de todo subyace una causa muy poderosa que tiene que ver con la forma en como se ha venido educando dentro del hogar a nuestros jóvenes, pues es ahí, donde deben de florecer las virtudes humanas, donde los padres tenemos la obligación y la responsabilidad de orientar a nuestros hijos; a los varones en la castidad, la sobriedad y la responsabilidad del ejercicio de su sexualidad y a las mujercitas, en el pudor, la delicadeza y el cuidado de su cuerpo como santuario vivo de la maternidad.
Debemos estar conscientes que los jóvenes de hoy en día, tienen mucha más información fuera del hogar, y por lo mismo los padres debemos ser más cuidadosos de la educación de los hijos, pues por lo general, la información que llega de fuera ya sea a través de la televisión como de la Internet, no es con mucho mejor, sino al contrario, mucho más perjudicial.
No debemos los adultos dejar a un lado nuestras responsabilidades pues con ello les estamos haciendo mucho daño a nuestros jóvenes que cada día se ausentan más de los valores y se alejan de las virtudes esenciales consustanciales al ser humano. ¡Ayudemos a nuestros jóvenes no dejándolos solos en la difícil tarea de crecer y madurar el carácter!
JM Desde la Universidad de San Miguel.
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