"La carretera pavimentada es como el oscuro tronco de un árbol al cual se injertan ramas gruesas, que a su vez se ramifican hasta llegar a ser angostos senderos penetrando en las rancherías."
Noroeste / Juvenci Villanueva
Esos caminos de tierra...
Los caminos vecinales llegan hasta lo negro del asfalto y se detienen habiendo encontrado su objetivo: acercarse a la comodidad de una vía rápida.
¡Me parecen tan sugerentes esos caminos vecinales! Sobre la tierra apisonada de tanto que han pasado sobre ella muchas ruedas, se dibuja la huella delimitada por maleza baja que crece a sus lados, y entre ellas, un rastrojo verde-pajizo que no puede crecer un palmo sin verse podado por la carrocería que pasa sobre él.
Con mucha frecuencia hacen una curva que se pierde en el monte sin decir de dónde viene, y sólo queda sobre el paisaje un diseño indicativo de que "más allá" hay gente que vive donde no hay pavimento y las casas se mimetizan entre el varejonal de los huizaches y las cercas protectoras de palos de brasil.
Piensa uno en esos caseríos donde se conocen y saben hasta el color de sus ropas, tendidas siempre como banderolas a la vista del que pasa. Viven bastante aislados, y en forma diferente a los habitantes de la ciudad.
Toda moneda tiene dos caras y las formas de vivir también; pero creo que la sencillez, la simplicidad que se va acentuando a como el lugar va siendo más chico y más alejado de las ciudades, sería un tratamiento provechoso para algunos capitalinos de cualquier entidad.
Sabemos que vienen del Distrito Federal a desintoxicarse en provincia de todo lo que allá molesta, y de cualquier ciudad provinciana, la gente busca el campo para ir a descargar el lastre acumulado por las carreras, compromisos y obligaciones de la vida citadina.
La gente del campo carece de bastantes cosas, pero no les hace falta lo que no conocen, ni anhelan una lavadora eléctrica si la ropa siempre se ha lavado en el arroyo; ni la secadora, si sol es lo que les sobre y la deja tan blanca y tibiecita; ni desean una picadora de verduras si con chile, cebolla y tomate llenan los requisitos de su cocina, y eso no requiere un aparato.
El consumismo los fustiga menos con su propaganda inquietante y como no hay mucho donde ir, les alcanza muy bien el día para hacer tranquilamente sus labores.
Los caminos que entroncan con la carretera, llevan a algún lugar donde unos hacen y otros mueren, como en cualquier parte; pero los acontecimiento tienen distintos grados de significación, y lo notamos en el caso del 2 de noviembre, que acaba de pasar: al transitar, vimos cómo blanqueaban y adornaban no sólo los cementerios, sino esas señales acostumbradas de donde alguien falleció en un accidente antes de llegar a su destino.
Los cementerios ese día 2, son centro de reunión alegre, con abundancia de gente, colorido y bendimias. En muchos pueblitos "la fiesta de los difuntos" empieza al anochecer y sigue hasta en la madrugada, porque en la noche es cuando lucen los cientos de llamitas bamboleantes de las veladoras que iluminan realmente el cementerio, rodeado de vendedores de tamales, atole, pan refrescos y golosinas.
Esos caminos de tierra tienen muchas historias... lástima que no todas son edificantes, pero llevan a donde hay familias más felices que muchas de la ciudad, naturales como una flor de calabaza, humnildes y sufridos como fueron los primeros pobladores de esas tierras allá, atrás de los montes.