"La cultura de la legalidad y la cultura de la honestidad"
JESÚS LÓPEZ / MAGDALENA RODRÍGUEZ
Permítaseme repetir algunas preguntas que ya se han hecho en este espacio de reflexión: ¿por qué en México parece haber más corrupción que en otros países?
¿Por qué en México no existe una cultura de la legalidad en la sociedad y en sus gobiernos?
¿Por qué en México proliferó la delincuencia organizada y el narcotráfico?
¿Por qué en México no parece haber líderes y organizaciones en quienes creer?
Algunas respuestas, más las que usted, estimado lector, quiera aportar, son:
1. Porque no hay realmente educación, tenemos instrucción y aún está deficiente, pero no se tiene educación.
2. Porque no se nos enseña a convivir con los demás, a respetarnos unos a otros. Los casos de "bullying" en las escuelas son un claro ejemplo de falta de respeto entre alumnos y maestros.
3. Porque no se nos enseñan principios, valores de vida que nos permitan ganarnos la confianza de los demás. Si no confiamos unos en otros, no puede haber educación y no puede haber desarrollo personal, y por lo tanto, tampoco desarrollo social.
En cambio, sí se nos enseña la anticultura de la ilegalidad, pues el que viola la ley "es muy listo" y el que sabe cómo "darle la vuelta a la ley" es muy inteligente. La autoridad que a su vez no cumple con las leyes que ella misma propuso e implantó, no sufre ninguna consecuencia. La impunidad es el mejor estímulo para violar y seguir violando las leyes; si a esto agregamos las leyes mal elaboradas, confusas y excesivas y la desigual aplicación de las mismas, nos dan los elementos para que el ciudadano decida irse por el camino de la ilegalidad en su vida diaria, desde la escuela, los negocios, la política y el gobierno.
La anticultura de la ilegalidad nos lleva indefectiblemente a la cultura de la corrupción, pues es más fácil y provechoso ser corrupto que cumplir la ley. Hoy sólo existe la idea de aprovechar lo que se pueda, cuando se pueda y donde se pueda. En México tenemos dichos populares muy ilustrativos de esto: "A mí que no me den, nomás que me pongan donde hay"; "Robar al gobierno no es robar"; "Qué tonto, estuvo en el gobierno y no aprovechó", etcétera.
¿Qué es la cultura de la legalidad? Es el conocimiento que tiene una sociedad sobre las leyes y normas (Derecho) que regulan su convivencia; comprende también los esfuerzos que hace una sociedad para difundir, socializar y defender dichas leyes y normas, así como el cumplimiento de las mismas.
La cultura de la legalidad significa que los miembros de una sociedad acatan las normas, conocen sus derechos y obligaciones y se movilizan a favor de la defensa del estado de derecho y esto incluye a ciudadanos, servidores públicos y funcionarios en general.
La cultura de la legalidad sirve para fortalecer el orden social en un estado, pues si se conocen y acatan las normas y leyes, se reducen significativamente las posibilidades de conflicto, así como para dar certeza de lo que cada quien puede esperar del otro y para poner en evidencia a quien decide ponerse fuera de la ley.
El combate a la anticultura de la ilegalidad y la corrupción se ha vuelto una perentoria necesidad en México, pues sus consecuencias han sido fatales socialmente hablando: gobernantes deshonestos que se enriquecen impunemente o que abusan del poder que se les ha conferido; la proliferación del narcotráfico y la delincuencia organizada, el incremento en delitos como los secuestros, robos, asaltos, asesinatos impunes y nunca investigados, y ahora hasta delitos de niños contra niños y hasta contra maestros.
Los maestros, los padres de familia y los líderes sociales nos perdimos en la búsqueda de resultados materiales y olvidamos enseñar los principios y valores que nos dan orden social, que nos dan las buenas leyes y que también nos proporcionan buenos políticos, buenos jueces, buenos empresarios, buenos maestros; en suma, una sociedad donde podamos desarrollarnos como personas.
Si la educación y no sólo la instrucción son el principio de una cultura de la legalidad y de la honestidad, hemos de reiniciar, desde la familia y la escuela, ese proceso de formación y educación en valores y principios involucrando a padres de familia, maestros, empresarios, líderes sociales y gobernantes, para lograr, aunque sea poco a poco, un México más sano en el que se cumpla la ley, aunque nos duela.