"La derecha, el centro y la izquierda del espectro ideológico y político mexicano no desaparecerán simplemente porque no simpaticemos con ninguno de esos signos"
Noroeste / Pedro Guevara
Tine razón Manuel Clouthier cuando dice que es necesario rescatar al PAN de su desonrientación política y, habría que añadir, también de su extravío ético.
No es necesario comulgar ideológicamente con este partido u otro para decir que los partidos políticos, cualquiera que sea, mientras más honestos, apegados a sus principios y al derecho mejor servirán a la sociedad mexicana.
La derecha, el centro y la izquierda del espectro ideológico y político mexicano no desaparecerán simplemente porque no simpaticemos con ninguno de esos signos. Por el contrario, en una sociedad plural y democrática los diferentes sellos son necesarios para equilibrar los potenciales excesos o señalar las debilidades en el uso del poder de cada uno de los flancos partidarios que existen en una sociedad.
Todos los mexicanos debemos de exigir a los partidos políticos, al ser entidades públicas sostenidas con dinero que se recaba de los ciudadanos, y como responsables del uso del poder que les otorgan esos mismos ciudadanos, un comportamiento apegado al derecho. Por eso, votemos o no por ellos, los ciudadanos debemos exigirles rectitud.
Las críticas de Manuel Clouthier se han dirigido, principalmente, al Presidente de la República y a la dirección estatal del PAN en Sinaloa.
El estilo frontal de Clouthier, el cual rompe con los convencionalismos políticos, no es del agrado de algunos panistas, pero sí lo agradecen un amplio número de ciudadanos sin partido en el país, incluyendo a Sinaloa. Ser franco en la política mexicana es una rareza, casi un sacrilegio, y el ex director de Noroeste lo es, lo cual no deja de ser poco más que incómodo para los simuladores.
El hijo del Maquío no es militante del PAN y esa ausencia la pueden utilizar sus adversarios para descarrilarlo de una candidatura para el Senado; pero tal condición no es, al parecer, ningún obstáculo, porque los blanquiazules postularon a Malova para la gubernatura y quizá presenten a más de un ex priísta como candidato a diputado. Sería una contradicción muy evidente, y torpe, rechazar a uno de los críticos más severos del priísmo en el país y candidatear al mismo tiempo a unos personajes que todavía huelen a tricolor.
Una de las razones por las cuales el PAN ha perdido la brújula de sus principios partidarios es el uso del poder. Este desgasta inevitablemente, sobre todo cuando sus bases militantes y los ciudadanos no les exigen estricto apego a la legalidad y a sus compromisos de campaña.
Viejos y nuevos militantes blanquiazules han caído en las trampas de la gula política y se han puesto las viejas máscaras diseñadas por el priísmo.
Tanto en Sinaloa como en varias partes del país, un número creciente de panistas se olvidan de los intereses republicanos y los de sus localidades; ya nada más quieren mirar su ombligo. Esto es lo que ha pasado con el Alcalde de Mazatlán y varios de sus colaboradores cuando anunciaron que dejaban el gobierno local para buscar candidaturas de su partido a puestos de elección popular y/o sumarse a la campaña de Alejandro Higuera, pero después se arrepintieron cuando el "Diablo Azul" se dio cuenta que no podía llegar al Senado. El tres veces Alcalde de Mazatlán hizo cálculos equivocados de su fuerza al interior de su partido y llegó a pensar que podría encabezar la lista de candidatos a Senador, o por lo menos ubicarse en un segundo lugar, para aterrizar en la Cámara Alta del Poder Legislativo Federal. La sobreestimación de sus influencias en el PAN lo cegaron y eso metió al Ayuntamiento de Mazatlán en un peligroso vaivén, donde la oscilación solo parecía un juego caprichoso del noreño cuando, en realidad, estaba haciendo sus últimos intentos y cálculos para salir como candidato al Senado en una buena posición.
Los ciudadanos de Mazatlán pudieron darse cuenta que el municipio está en en segundo lugar dentro de los intereses de Higuera y sus colaboradores. Permanecen en él porque no les queda otra y no porque se sientan plenamente identificados con los intereses locales.
Alejandro Higuera, era un político que en sus inicios y primeras gestiones municipales prometía escalar mayores alturas políticas pero se llenó de soberbia y no supo caminar con mesura y cautela. Se mareó en el ladrillo municipal y ahí se quedó. Más le valía entregarse de lleno, sin reservas y autenticidad, a su localidad y demostrar con ello que la ciudadanía lo recompensaría con tareas mayores. Se engolosinó y no pudo. Lo menos que puede hacer, en los años que le restan como munícipe, es sacarse la espina y demostarle a los ciudadanos que su reciente aventura fue un error, para ahora trabajar con la pasión y autenticidad que demostraba en el pasado. Pero, para que eso sea posible, tiene que recomponer su equipo y mostrar más humildad.
Por principio de cuentas debe pedirle al Secretario del Ayuntamiento que, si va a seguir con él, le pida permiso sin goce de sueldo a la UAS y se entregue totalmente al trabajo en el municipio. Le debe pedir un comportamiento honorable, porque Mejía López no puede seguir yendo a la UAS tres horas a la semana, cuando puede, y cobrar un salario de tiempo completo en la universidad sin merecerlo. Higuera no puede tener de Secretario del Ayuntamiento a quien no desquita su sueldo en una institución pública. Es inaceptable, es reprobable esa conducta en los militantes de un partido que siempre ha criticado los abusos de poder y del mal uso del erario público por parte de políticos de otros partidos.
Los ciudadanos mazatlecos, como los de todo Sinaloa y del conjunto del país, no deben dejar pasar ninguna conducta que viole la legalidad y abuse de los recursos públicos. Ninguna; si no es así no podremos nunca construir poco a poco una cultura cívica sana y democrática. Ni en Mazatlán ni en ninguna otra parte.
Se lo debemos exigir a los funcionarios panistas y a los de cualquier otro partido político.