"La deseducación"

""
12/04/2015 00:00

    Éric Vega

    A quienes decidieron ser educadores 

    Hace casi un año, Ricardo Raphael escribió en El Universal un artículo que sigue dando de qué hablar: "La dictadura de los Mirreyes". En él, Raphael hizo una primera radiografía que después amplió con todo detalle en su libro "Mirreynato. La otra desigualdad".
    Dice Raphael, los Mirreyes son "una tribu urbana que desde mediados de la década pasada comenzó a ser síntoma vergonzoso de la ostentación mexicana dentro y fuera del territorio nacional. [...] muchachos que se sacaron la lotería y han logrado un liderazgo social sin justificación; personas que no tuvieron que hacer mayor esfuerzo y, sin embargo, son tratados por la sociedad como hijos consentidos". Por su parte, en Animal Político, Alberto Tavira dice que el procedimiento para hacer un Mirrey es relativamente fácil: se echa a la licuadora a "dos heterosexuales, un tecnosexual, un medio de ubersexual y cinco homosexuales... Se licuan con tres [cedés] de Luis Miguel, un litro de autobronceador de Roberto Palazuelos, dos copas de champaña, dos cucharaditas de Splenda y un clavel rojo de Óscar Wilde..."
    La definición simbólica del Mirrey descrita por Raphael no deja lugar a dudas de lo que estos personajes son y representan: "champaña y "duckface", camisa desfajada y desabotonada hasta la boca del estómago, dinero en todas sus representaciones, pañuelo que asoma de la bolsa superior izquierda de un saco que porta el chico de quince años, el cinturón que no puede pasar inadvertido por su enorme hebilla con letras CH, de Carolina Herrera, el dedo índice que señala a un otro imaginario, mientras el gesto de su dueño ofrece una mirada desdeñosa. [...] El Mirrey se asume como un ser humano aparte de los mortales", para ser exactos, del resto, de quienes forman parte de la prole.
    Si de mostrar distancias se trata, cabe aclarar que los Mirreyes no son lo mismo que los "Juniors", porque los primeros exponen un obsceno, desmedido y ridículo interés por publicar la riqueza de la que pueden echar mano. Cuanto más puedan ostentar, presumir, mejor. Las fotografías que aparecen en www.Mirreybook.com nos ofrecen una idea clara del lugar que ocupan en la jerarquía social mexicana: sesiones en cámaras de bronceado, viajes "de amigos" en jets privados, paseos en yate, botellas y más botellas vacías de "Moët & Chandon" tiradas en jardines versallescos, bíceps esculpidos en gimnasio y pectorales depilados con láser, chicas hermosas que forman parte de la utilería: las mal llamadas "Lobukis", una extraña mezcla de loba y jovencita ingenua. El Mirreybook es el repugnante reflejo de un México que sólo vive el uno por ciento de la población mexicana; es el culto al ego, la patética vitrina de la entronización al "mi": mi ropa, mi carro, mi viaje, mi risa, mi borrachera, mis mujeres, mis amigos príncipes, mi dinero, mi cuerpo, mi estúpido narcisismo puesto al alcance del ojo plebeyo desde la virtualidad de Facebook, Flicker o Instagram.
    Retomo esta anatomía de los Mirreyes porque creo que es ahí donde reside buena parte del problema que en su misión educativa y formadora continúan enfrentando Los Legionarios de Cristo. Por más buenas intenciones que tengan "Los Legios" para llevar a buen puerto su misión institucional, la tarea resulta prácticamente imposible si la arcilla que moldean proviene del fango del Mirreynato.
    El "nuevo" escándalo en el que ahora están metidos "Los Legios" era, hasta cierto punto, prevenible. La "tradición" de los videos pregraduación ya había generado una serie de críticas que desoyó la institución. A su modo, la institución ha reducido el tema a "Bromas de muchachos", a "chistes locales que no tienen ánimo de ofender". Y aunque se quiera tapar el sol con un dedo, todos los videos producidos con motivo de las graduaciones tienen como centro el mundo del Mirrey. La broma y los valores que debe encarnar toda tradición se desdibujan cuando la celebración del paso por el bachillerato se expresa en un video que sólo representa la aspiración a mantener un estilo de vida elitista, de despilfarro, exclusión, superficialidad, materialismo, discriminación y pérdida de la realidad de lo que es nuestra realidad nacional.
    Insisto, el griterío que volvió a desatar el video de la graduación del "Cumbres" pudo haberse evitado. En 2014, Ricardo Raphael describió el video pasado en estos términos: el video inicia con un "príncipe de los tiempos posmodernos, rodeado de sirvientes, despierta bailando su escultórico cuerpo caucásico gracias a que su valet, ataviado de librea, le lleva el desayuno a la cama. Mozalbete de 17 años con aspiraciones de multimillonario que solo por el azar de la cigüeña amanece con jugo de naranja en la cama en vez de llevarlo. [...] galán irresistible que se lo merece todo sin ser capaz de ofrecer nada".
    El video de la graduación de 2015 es todavía más ofensivo para un País donde los pobres rebasan los 50 millones: largas filas de guapas lobukis esperan triunfar en el casting que les permitirá acompañar a la fiesta de graduación a uno de los seis "príncipes", que por su pinta, quedan en deuda con las chicas que los acosan. Más que galanes los "sujetos de deseo" sólo muestran a unos chavalines pretenciosos, aburridos, indiferentes, arrítmicos. En suma: soporíferos. A falta de pensamiento crítico, el video repite sus ediciones pasadas: una grosera ostentación de la riqueza, nula conciencia de la dignidad humana, merecimiento sin mérito, disfrute sin esfuerzo, arrogancia, nepotismo y desdén a "lo naco".
    Dichas escenas encarnan buena parte de las cualidades morales del régimen del Mirreynato, por ello no debería extrañarnos la conclusión lógica-satírica que surge en todos aquellos que soportan terminar de ver el video: si los protagonistas son egresados de escuelas de "Legios", es fácil pensar, éstas fallaron al momento de inculcar los valores contenidos en su misión institucional. Más aún, como dice Ricardo Raphael, las escuelas de Legios parecieran ser el mejor recinto para, sin mayor esfuerzo, construir un patrimonio relacional, donde los tutores se encargan con celo de evitar el molesto disgusto que provocaría a los jóvenes enterarse del País donde realmente viven. Vivir la experiencia del Mirreynato, entonces, forma parte de las aspiraciones curriculares.
    Pero, ¿hasta dónde el Mirreynato es un problema exclusivo de "Los Legios"? En aras de hablar con justicia hay que decir que el Mirreynato es un producto colectivo. No cabe duda que los Mirreyes de "cepa" son la hechura de la pobreza intelectual de nuestras élites, el resultado de lo que muchas familias "de clase" han entendido por educar en mayúsculas, y que al final del día es el reflejo del fracaso de su rol como primera instancia formadora.
    Tampoco podemos negar que día con día surgen más escuelas que a falta de un buen programa formativo lo único que ofrecen a las familias-clientes son entornos para educar en los valores y aspiraciones del Mirreynato. Pululan las escuelas mediocres donde, más que calidad educativa, donde su principal cualidad competitiva es ostentar una fachada de club exclusivo desde el que es posible hacer relaciones sociales que en el futuro generarán réditos en términos de alianzas empresariales, empleabilidad o, por qué no, matrimoniales. Si de exclusividad se trata, ni en esto son exclusivos "Los Legios".
    Los antivalores del Mirreynato son la viva expresión de la degradación valoral de la deseducación que prevalece en toda sociedad de consumo. Como lo he dicho en otras ocasiones, nuestro abierto desdén hacia la dignidad humana, la apatía hacia los males sociales que nos aquejan, especialmente el de la pobreza, el desdén por la participación ciudadana y la discriminación hacia quienes "no son gente como uno", forman parte del precio que debemos de pagar por haber abrazado con tanto amor los valores del mercado y desdeñar los valores de la sociedad civil.
    Si esto último no lo tienen claro los centros educativos, más que educar, seguirán deseducando.


    pabloayala2055@gmail.com
    @pabloayalae