"La desnuda sencillez"

""
16/04/2014 00:00

    Sugey Estrada/Hugo Gómez

    El reposo de estos días es ideal para reflexio­nar sobre el sentido acelerado y compli­cado en que transcurre nuestra existencia. La vida es sencilla, pero la tornamos demasiado compleja porque la teñimos con innumerables apegos, deseos, afanes y aspiraciones.
    No es malo soñar, planear, prever y anhelar conseguir las metas que perseguimos, lo lamentable estriba en los objetos innecesarios con que queremos llenar el vacío que lleva­mos dentro del alma.
    Para ser felices no necesitamos adquirir interminables y extrava­gantes cosas, tampoco es necesario correr ni apresurarse excesivamen­te.
    El amor que colma y sacia nuestro ser tiene los pies descalzos y entra si­giloso en nuestra alcoba, no necesita mansiones espectaculares, discur­sos circenses ni ropajes de seda.
    "Me agrada vivir entre cosas sen­cillas como el tener arroz ordinario para comer, agua para beber, y mi brazo doblado como almohada", se­ñaló Confucio.
    Henry David Thoreau, en su obra Walden, describió a un inmigrante irlandés que se complicó al no con­tentarse con lo sencillo y esencial: "Intenté ayudarle con mi experien­cia, yo no tomaba té, ni café, ni man­tequilla, ni leche, ni carne fresca, pero como él empezaba con té, café, mantequilla, leche y carne de vaca, tenía que trabajar duro para pagarlo y como había trabajado mucho, tenía que comer mucho para reparar el gasto de energía, de modo que estaba descontento y había malgastado su vida, aunque había creído que salía ganando al venir a América".
    Sin embargo, prosiguió, "la única América verdadera es aquel país donde somos libres para seguir un modo de vida que nos capacite para pasarnos sin esas cosas y donde el Estado no intente obligarte a mante­ner la esclavitud y la guerra y otros gastos superfluos que directa o indi­rectamente resultan del consumo de todo esto".
    ¿Soy sencillo o complico mi exis­tencia?
    rfonseca@noroeste.com @rodolfodiazf