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"La crisis en la UAS"

"La discusión de la problemática en la UAS se ha centrado en cómo dotarla de más recursos económicos, lo cual si bien es indispensable no constituye más que una parte del problema, que no ve el fondo sino que atiende consecuencias."

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18/04/2007 00:00

    Abigauil Bello

    Durante los últimos meses se ha comentado en diferentes foros la complicada situación que vive la UAS y sus dificultades financieras, sin embargo, hace falta ampliar la reflexión y abonar ideas entorno a las causas de la crisis de la universidad y sus alternativas.
    Aunque es una realidad que la crisis de la UAS está tocando fondo y que hay una compleja situación económica, es importante puntualizar que no se enfrenta correctamente si se insiste en ponderar únicamente los efectos, evadiendo el tema del origen de los problemas que están poniendo en riesgo la permanencia y estabilidad de la UAS.
    La discusión de la problemática en la UAS se ha centrado en cómo dotarla de más recursos económicos, lo cual si bien es indispensable no constituye más que una parte del problema, que no ve el fondo, sino que atiende consecuencias.
    Es real que desde hace años la UAS enfrenta un déficit presupuestario, ya que la SEP no le reconoce gran parte de su planta laboral de tiempo completo, de asignatura y administrativos, además porque el presupuesto por alumno asignado por el Gobierno federal es mucho menor que el que se otorga a otras universidades del país, y porque el Gobierno estatal le entrega a la UAS menos del 20 por ciento de su presupuesto, mientras que en otras entidades como Sonora y Veracruz más del 50 por ciento de los recursos universitarios provienen de sus gobiernos estatales.
    Por ejemplo, un punto que debe revisarse responsablemente por autoridades universitarias y los sindicatos en la UAS es el de la jubilación, mas allá de lo confortable que es en lo individual, a largo plazo es insostenible que a los 25 años de servicio se genere el derecho de por vida para que los trabajadores obtengan el salario íntegro sin laborar.
    Con todo y lo benéfico que sea en lo personal, institucionalmente es insostenible que los jubilados devenguen sus salarios por más tiempo que lo que dura su vida activa.
    En la UAS, si un trabajador se jubila a los 45 años, en caso de haber ingresado a los 20 años, y ese trabajador sobrevive hasta los 75 años, hay que sostenerlo con su salario íntegro 30 años más después de su jubilación.
    En la UAS debe haber un programa institucional de reinserción de jubilados, con estímulos para incentivarlos a que acepten reincorporarse a su vida laboral activa, porque es menos costoso reincorporar un jubilado, que además ya está formado, que abrir una nueva contratación.
    El Contrato Colectivo de la UAS debe modificarse y elevarse los años para acceder a la jubilación, porque actualmente está establecido que son 25 años de antigüedad o 55 años de edad y 15 de servicio para tener derecho a la prestación, pudiéndose en este último caso jubilar anticipadamente con el 80 por ciento del salario.
    En la UAS es más conveniente mejorar las prestaciones de seguridad social y pagar al IMSS las cuotas correctamente, estableciendo que una vez que el IMSS otorgue las pensiones a los 60 años por cesantía y/o a los 65 por vejez, la UAS cubrirá la diferencia para garantizar el salario íntegro.
    Porque el pago de doble pensión que actualmente existe en la UAS, y que algunos jubilados perciben, si bien es gratificante para la situación personal de los trabajadores que la reciben, a la larga no es sostenible. Si se quiere que el reparto de jubilaciones les toque a todos y no nada más a los primeros, se necesitan bases más sólidas para mantener la prestación de jubilación.
    La UAS debe mejorar las prestaciones de Seguridad Social, pero también debe trabajar para que la carga en el pago de jubilaciones de parte de la institución sea menor, a fin de darle viabilidad a mediano plazo, para ello, además de constituir los fondos de pensiones con aportaciones de trabajadores, gobierno y empleador, debe capitalizarlos, y elaborar un plan que le dé certidumbre a la prestación de la jubilación dinámica, para ello debe pensar en que el Seguro Social, al llegar el trabajador a los 60 años, aporte una parte y la UAS pague la diferencia, elevar los años de servicio y la edad para acceder a la jubilación y establecer que el salario promedio devengado en los últimos cinco años sea el que se tome de base para la prestación.
    Ello además de implementar un serio programa de retención, sin la ingerencia caprichosa y controladora de las autoridades universitarias y un programa de reincorporación laboral de jubilados.
    Seguir ignorando hoy el problema y la carga que representa la jubilación dinámica en la UAS o proponer que se mantenga inalterable el Contrato Colectivo en este aspecto es abonar a la desaparición de esta prestación.
    Si no se hace nada hoy, los derechos de los jubilados van a durar poco, y a los que no se han jubilado se les negará la oportunidad de que algún día puedan acceder a esa condición.
    Nos guste o no, a largo plazo no es sostenible la jubilación en los términos que lo establece el Contrato Colectivo de la UAS. El debate no debe darse únicamente entorno a lo justo o no de la prestación, sino a su viabilidad y la forma de asegurar su permanencia.
    Lo grave de la problemática universitaria es que ni las autoridades de la UAS ni los sindicatos están haciendo su trabajo para resolver este problema, al contrario, con sus compromisos de grupo y prioridades de control de poder, enredan más los problemas y hacen más difíciles las soluciones.
    Lo paradójico de la UAS es que a la par que evoluciona en algunos aspectos académicos, porque no todo a su interior es caos, en los aspectos centrales de cómo se conduce la universidad y en materia de relaciones laborales hay rezagos históricos que no se quieren atender y que hoy por hoy vienen poniendo en riesgo a la institución.
    Las crisis nunca son resultado de un sólo factor, pero siempre hay un elemento que las desencadena, la cuestión laboral y las jubilaciones, por el crecimiento desordenado de la plantilla, los juicios laborales y sus resultados, así como el costo y número de las jubilaciones, constituyen en el corto plazo los efectos más visibles de la crisis universitaria.