Mañana tiene lugar una ceremonia que definirá, para muchos, una época. Se trata del ceremonial por la muerte de Michio Kushi, a los 88 años, ocurrida en el ocaso de 2014. Kushi fue el más importante y reconocido seguidor de las enseñanzas de George Oshawa, un japonés que propuso la dieta de la macrobiótica como una forma de integrar la filosofía con la alimentación.
La macrobiótica es más que una dieta, es un estilo de vida, complejo como ella misma y decididamente antagónico a las formas industrializadas de existencia contemporáneas. Kushi aprendió en Japón pero divulgó la macrobiótica por Occidente, principalmente Estados Unidos y Europa. Escribió más de 70 libros. Por muchos años, Kushi fue el promotor de una alimentación que curaba las enfermedades y los problemas emocionales, prevenía el cáncer y activaba los meridianos de energía propios de la Medicina China. De hecho, las directrices de la macrobiótica son dos principios de la China Ancestral, el yin-yang y la Teoría de los Cinco Elementos.
Michio Kushi aprende macrobiótica tras sufrir en Japón las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. Inspirado por el contexto, Kushi aseguraba que una dieta macrobiótica era el único camino posible hacia la paz mundial. Nadie querría una guerra en un cuerpo sano, en armonía con su entorno, con el clima y con la energía del Universo.
Pero para completar la ironía de la vida, Hace 19 años, una de las hijas de Kushi muere de cáncer. Seis años después fallece su primera esposa, Aveline, también de cáncer. Ambas mantuvieron diversos síntomas de la enfermedad sin atención, seguras de que la macrobiótica las sanaría. Cuando fueron al hospital, era demasiado tarde.
Kushi muere de cáncer pancreático, un domingo helado de Boston. Dicen que años atrás, Kushi rechazó ayudar a amigos cuando los diagnosticaban con cáncer, acusándolos de no haber sido fieles a los principios macrobióticos, de no haber sabido escuchar.
La lección no es sólo para Kushi. ¿Cuántos no nos esperanzamos con la cura milagrosa, con la religión correcta o la solución ilusoria de nuestros males? Kushi se equivocó al creer que en los principios ancestrales del pueblo chino se hallaba la panacea universal, como millones se equivocaron al creer que este hombre los ayudaba, además de al bienestar y a la felicidad, a la salud eterna.
Esperábamos que Kushi viviera eternamente. Quizás lo haga, a partir de mañana, entre los derroteros del cáncer. Su muerte abre una puerta, la del futuro de la nutrición, que llenarán personas como Annemarie Colbine, Wataru Ohashi o Giampiero Bellini. Será un gran espacio vacío el que no llene Kushi.
Esta idea me recuerda una cita del mismo Kushi en su "Camino Espiritual": "Aunque el futuro ya existe, puedes evitarlo o alterarlo cambiando las condiciones de tu presente. Es la calidad de nuestra condición actual la que atrae o es atraída por formas particulares de experiencia. Si nuestra condición es buena, no atraemos, pues no necesitamos, ciertas experiencias o eventos que serían necesarios para balancear nuestra vida. Ejercemos control y nos hacemos responsables de nuestro futuro porque lo determinamos en nuestra situación presente".
Buen fin de viaje, maestro.
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