Héctor Tomás Jiménez
Desde el principio
de los siglos y por
institución divina,
el hombre y
la mujer saben que en algún
momento de su vida deberán
elegir pareja con el fin primordial
de formar una familia
y preservar la especie. La
elección de pareja es un acto
de voluntad que lleva implícito
el conocimiento mutuo
de las virtudes, cualidades y
defectos de cada quien, y sobre
las cuales fincarán la conformación
de su familia, sin
la pretensión de supremacía
de uno sobre otro. Es un acto
de voluntad en libertad que
lleva implícito la intención
de crecer juntos en el amor, el
respeto y la tolerancia.
A partir del instante
mismo en el que bendicen
su amor con el matrimonio,
dejan de ser dos personas
donde cada quien es uno,
para convertirse en solo unosin dejar de ser un nosotros.
Esto significa que ambos
se entregan el uno al otro
para vivir juntos su propia
historia de amor, sin dejar
de ser personas en toda su
plenitud. En este sentido,
un hombre y una mujer, se
construyen a sí mismos en el
arte de amar, aprendiendo
a darse de manera incondicional,
con la responsabilidad
de inculcarles a los
hijos, fruto de su relación
de amor, toda la esencia de
valores que son capaces de
aportar juntos.
Hay una hermosa frase
que resume muy bien el
enorme significado del amor
en pareja y que a la letra
dice: "Amar no es mirarse
mutuamente a los ojos, sino
mirar juntos en la misma dirección".
Y así es como debe
interpretarse el verdadero
amor entre un hombre y una
mujer, pues su unión debeestar fincada en una decisión
madura, que les dé la fortaleza
para vencer juntos todas
las vicisitudes que la vida les
presente.
La unión de voluntades
de un hombre y una mujer,
se ha institucionalizado a
través del matrimonio, por
un lado frente a la ley de los
hombres por las corresponsabilidades
legales y sociales
que se adquieren, y por
el otro, frente a Dios en un
acto donde ambos se aceptan
mutuamente, frente a un ministro
de culto religioso que
da fe de su proyecto común
de vida.
El matrimonio frente a
Dios no es sólo un acto de
complacencia o la validación
de una convivencia entre un
hombre y una mujer que se
quieren, ¡No!, es mucho más
que eso, pues como sacramento
instituido por Dios, es
algo sagrado que debe durarpara siempre, pues bien se
indica en el pasaje bíblico:
"Se acercaron a Jesús algunos
fariseos y, para ponerlo a
prueba, le dijeron: '¿Es lícito
al hombre divorciarse de su
mujer por cualquier motivo?'
El respondió --¿No han
leído ustedes que el Creador,
desde el principio, los hizo
varón y mujer, y que dijo:
--Por eso, el hombre dejará
a su padre y a su madre
para unirse a su mujer, y los
dos no serán sino una sola
carne? De manera que ya no
son dos, sino una sola carne.
Que el hombre no separe lo
que Dios ha unido". (Mateo
19 3:12)
El matrimonio no debe
verse como una pesada carga
que limita nuestras propias
libertades, sino como
una oportunidad de aprender
del otro dentro de un
ambiente de cordialidad y
respeto mutuo. Es tambiénuna experiencia que debe
vivirse cargada de pequeños
detalles, como pueden
ser una sonrisa acompañada
de una frase halagadora,
una mirada furtiva de admiración,
una invitación a
pasar la tarde juntos, hacer
una oración en familia, una
nota escrita en el espejo y
otros tantos detalles sencillos
que sirven como medios
para reafirmar el amor en el
matrimonio.
La antigua metáfora de
sabiduría indígena nos da la
lección de que el hombre al
buscar una águila, y la mujer
un halcón, lo hacen con
el firme propósito de volar
juntos con su propia esencia
y sin estar atados, pues
las ataduras son símbolo de
esclavitud y sometimiento,
mientras que el matrimonio
es un acto de libertad constructiva.
¡Volar juntos sin
estar atados!El amor en pareja debe
vivirse como una historia
personal, donde cada quien
aprenda el secreto de bajar
polvo de estrellas con las
manos y ponerlo a los pies
del otro, de saber cómo utilizar
las nubes para secar sus
lágrimas en momentos de
tristeza, de saber darse cada
quien de manera generosa, la
energía suficiente para sacar
adelante sus proyectos, donde
la Luna les sirva de testigo
al amarse mutuamente, que
aprendan a abrir su corazón
cada vez que sea necesario
consolarse mutuamente,
que sean capaces de poner
su hombro para aliviar las
penas y cargas emocionales
del otro y, sobre todo, que
miren siempre juntos en la
misma dirección, viviendo
el amor de manera incondicional.
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