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"No hay que acostumbrarse"

"La expresión ceguera del taller es muy utilizada en los procesos que buscan la mejora continua"

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04/08/2010 00:00

    1. La expresión ceguera del taller es muy utilizada en los procesos que buscan la mejora continua. Esa frase refleja la extendida costumbre que tenemos de habituarnos a las cosas, de verlas sin mirarlas, de captarlas pero sin atender a ellas. A fuerza de convivir, por ejemplo, con un desperfecto en nuestra oficina, nos olvidamos de él, lo hacemos parte de nuestro todo, lo convertimos en un hecho inevitable.
    2. Me parece que eso nos está pasando con la terrible inseguridad que azota al País entero y que, a fuerza de leer en los periódicos noticias terribles todos los días, de ver en los noticiarios televisivos imágenes de guerra en nuestras calles, de enterarnos por amistades y familiares del último secuestro o levantón, nos estamos acostumbrando a que esa violencia ya forme parte de nuestro entorno, ya es nuestra.
    3. Y es que, ante la pregunta: ¿cuándo terminará esta situación?, nuestra respuesta revela la misma impotencia que sentimos ante el fenómeno: no lo sabemos, como tampoco tenemos certeza de qué hacer para protegernos. Si antes se decía que con no andar en malos pasos era suficiente para vivir en paz, ahora no. Ya no hay lugares ni tiempos seguros. En cualquier esquina y a cualquier hora podemos ser alcanzados por un fuego cruzado.
    4. Vivimos, entonces, o con la angustia existencial instalada de manera permanente, con un miedo que nos inmoviliza cada día más, y que nos ha llevado a cancelar reuniones y compromisos, o con la actitud del flojito y cooperando, dispuestos a colaborar con nuestros -sí nues-tros, raptores- intercambiando estrategias para salir bien librados de un robo, con una sensación de desapego similar a la del enfermo terminal.
    5. Es cierto que la autodefensa es necesaria. Es cierto que cuando nos toca nos toca pero no hay que ponerse en el tocadero, como decían las abuelitas. Por ello hemos tenido que modificar trayectos y agendas, y sabemos que la autoridad no resolverá esta situación, ya sea por incompetencia, basta comparar los armamentos de policías y narcos para darnos cuenta de la infinita superioridad de éstos, o por complicidad.
    6. Pero no debemos acostumbrarnos a algo que asemeja a una enfermedad mortal. No podemos deslizarnos por este tobogán de la fatalidad, arrojados a una especie de destino escrito por las manos criminales. No es posible que concibamos la vida en términos de defensa o de saldos favorables en medio de la tragedia. No es justo que renunciemos a las salidas nocturnas, a las fiestas con las amistades a la vida.
    7. Sin embargo, y asumida la necesidad de la autodefensa personal y colectiva, no debemos eximir a las autoridades de su tarea. Ellas son las responsables de generar estructuras y procedimientos que nos lleven a vivir con seguridad, con tranquilidad. Ellas reciben un sueldo de la comunidad para que garanticen la vida en paz. Si no saben cómo hacerle, o tienen miedo que renuncien.
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