Sugey Estrada/Hugo Gómez
En el tema de ayer recordamos cómo los sofistas se especializaron en proferir discursos para influir y convencer al pueblo, incluso al margen de la verdad.
Este tipo de discursos, muy utilizados en la incipiente democracia griega, se desvirtuaron hasta convertir esa forma de gobierno en una demagogia, definida por Aristóteles como "forma corrupta o degenerada de la democracia".
La palabra demagogia significó originalmente dirigir, guiar o conducir al pueblo, pero paulatinamente adquirió un cariz peyorativo y se comenzó a llamar demagogos a quienes proferían discursos engañosos para controlar y mantener tranquilo al pueblo, mientras que conseguían sus propios intereses. A esta degeneración de la democracia Polibio prefirió llamarla oclocracia, o gobierno de la muchedumbre, masa o gentío, en la que los aspirantes al poder se dirigían al sector más ignorante con mensajes manipuladores. "Mientras más grande una masa, más ciego su corazón", escribió Píndaro.
Habrá que estar muy atentos en los próximos días, pues ya van a empezar las campañas políticas de los candidatos a presidentes municipales y diputados de los diferentes partidos, que tradicionalmente construyen discursos apelando a los sentimientos, realizan muchas promesas y prometen paraísos artificiales asemejándose a los demagogos, a quienes Aristóteles definía como "aduladores del pueblo".
Demóstenes, en Las Filípicas, exhortó a los oradores a no buscar la lisonja y la palabra agradable sino siempre lo mejor, aún cuando tuvieran que oponerse a la voluntad de la gente para serles útil, pues el pueblo no siempre sabe lo que le es más conveniente. "Aquel que lo hace es un hombre de corazón y un buen ciudadano; no éste que, para complacerles, sacrifica los intereses más grandes de la República", expresó.
¿Sé distinguir un demócrata de un demagogo? ¿Soy capaz de revertir los mensajes demagógicos?
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@rodolfodiazf