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"Mirador porteño"

"La historia novelada de Vidales Soto, no sólo nos entera de la desgracia que vivió nuestro puerto por aquellos años"

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23/11/2008 00:00

    JANNETH ALDECOA /JOSÉ ALFREDO BELTRÁN

    Desmemoria mazatleca

    Hace tres o cuatro semanas, tuve el gusto de encontrar de nuevo al investigador y escritor Nicolás Vidales Soto. Con la amabilidad que lo distingue, me regaló un ejemplar de su obra La Peste en Mazatlán, una historia recontada, la cual nos presenta, de manera novelada, algunos fragmentos históricos del puerto, arrancados de los amargos momentos que vivieron nuestros ancestros, a causa de los embates desatados por la peste bubónica, la cual provocó trágicos estragos entre la población, entre 1901 y 1903.
    La historia novelada de Vidales Soto, no sólo nos entera de la desgracia que vivió nuestro puerto por aquellos años; también nos da cuenta del valor, del conocimiento y de la solidaridad social protagonizada por un grupo de notables mazatlecos, encabezados por el Doctor Martiniano Carvajal, en lo que respecta a las brigadas sanitarias, y por don José Rico, representando a los empresarios de aquella época, quienes se solidarizaron con la causa, consiguiendo importantes recursos económicos que sirvieron de base para acabar con la epidemia.
    Al respecto, Nicolás Vidales me dice: "Ustedes los mazatlecos no han valorado en toda su dimensión la hazaña cívica y científica tejida por el Doctor Carvajal con el apoyo de los médicos y los ricos de su época. Siguen siendo ustedes una sociedad muy desmemoriada y poco agradecida con aquellos que lo dieron todo sin pedir nada a cambio".
    De la obra de Nicolás, a continuación presentó algunas ilustraciones que nos demuestran que, en lo sustancial, no hemos cambiado mucho, pese a que ha transcurrido más de un siglo de aquel desagradable recuerdo:
    "A diferencia del puerto, pestilente y lodoso, El Quelite estaba seco y se respiraba un aire limpio y fresco, oxigenado, oloroso a limones..."
    "Mazatlán, la famosa población sinaloense localizada en la mitad del Pacífico mexicano, era un conjunto de casas mal distribuidas, o peor acomodadas, entre las faldas de los cerros que desafiaban las embestidas del mar; otras que rodeaban el estero que recibía los desperdicios y excrementos humanos producidos por sus contiguos pobladores, y unas pocas más, muy raras por cierto, que empezaban a construirse en espacios rellenados entre isleta e isleta, obstruyendo el cauce natural que permitía el desagüe de las corrientes marinas que entraban en esas insalubres zonas. El famoso puerto mexicano no podía presumir de profesar respeto a las normas establecidas para la construcción de viviendas y edificios públicos..."
    "Al despertar el siglo veinte, el Puerto de Mazatlán presentaba un desolador cuadro en materia de salubridad e higiene pública, sobre todo por la indolencia de sus habitantes para buscar mejores espacios vitales, prácticamente inexistentes en la región; por la incuria de las autoridades y el poco respeto a las advertencias que éstas hacían a los pobladores..."
    "Esta inocultable dispersión habitacional, ausente del más elemental sistema de drenaje público y privado propiciaba que el foco infeccioso más importante se encontrara a sus puertas: el canal de drenaje, que desde la cima del Cerro de la Nevería se miraba en forma de Y. Este canal, huérfano de la mano del hombre, recorría lo que pudiera identificarse como casco urbano, iniciando su acción en los más recónditos sitios que la naturaleza prodigaba en esa región, y a su paso iba arrastrando inmundicias, basura y excrementos que muchas veces no alcanzaba a llegar a su destino, bloqueando su raquítico y desmadejado cauce, convirtiendo aquel remedo de desagüe en una miasma pestilente propicia para el incubamiento y explosión de enfermedades tropicales bien alimentadas".
    "La ausencia de obra pública que asee la ciudad es un factor elemental para explicarnos el origen, desarrollo y propagación de las condiciones causantes de la peste, empezó diciendo en su intervención el Ingeniero Natividad González... El principal problema sanitario es el deficiente sistema de drenaje que tenemos en la ciudad; el famoso canal de desagüe no funciona como tal, ya que su cauce se encuentra azolvado y taponeado en varios puntos. Es urgente que le pongamos atención y se dediquen unos pesos a resolver, con visión de mañana, este sistema de drenaje, si no, pasado el tiempo de aguas volveremos a enfrentarnos al mismo problema: agua encharcada, excrementos a cielo abierto en permanente estado de descomposición, fetidez ambiental, animales muertos... en fin, las consecuencias de un drenaje que no fue mal hecho, pero que con el tiempo se ha convertido en un recurso incapaz de servir eficientemente, tal y como el puerto lo necesita..."
    De todo lo contado por Nicolás Vidales, y replicado por el paso del tiempo, han transcurrido 105 años, pero algunos aspectos, tales como nuestra proclividad a la suciedad, al poco respeto mostrado hacia las reglas de construcción y el problema del drenaje, bien pudieran pintar, de manera plena, la realidad actual.
    Esperemos que nuestro desorden no sirva de caldo de cultivo para el nacimiento de una nueva epidemia como la que sufrieron los mazatlecos de aquellos viejos días de los principios del siglo pasado.

    Perlas
    De entrada y para los que lean las presentes líneas antes de las cuatro de la tarde de hoy domingo, les invito a que asistan a la Verbena Gastronómica organizada por el Club Rotario Mazatlán. Además de sentir la satisfacción de ayudar, el paladar se los agradecerá, ya que de verdad, se come rico y abundante con los rotarios.
    De mi parte es todo. Como siempre, les agradezco el que hayan acudido a esta cita dominical. Por lo pronto procúrense un buen domingo y un mejor arranque de semana.

    osunahi@yahoo.com.mx