Sugey Estrada/Hugo Gómez
Se afirma que alguien es congruente cuando existe coincidencia entre lo que hace, dice y piensa. En geometría, dos o más triángulos son congruentes cuando existe correspondencia entre sus lados y sus ángulos.
Sin congruencia, ninguna persona alcanza la paz y estabilidad, pues navega en la turbulencia de su inconsistencia emocional y carga el lastre de su inautenticidad.
"La felicidad se alcanza cuando lo que uno piensa, lo que uno dice y lo que uno hace están en armonía", expresó Mahatma Gandhi.
Sin congruencia, el ser humano se encuentra escindido en lo más profundo de su ser, aunque es normal padecer algún pequeño grado de incongruencia.
"Me siento muy satisfecho cuando puedo ser auténtico, cuando puedo acercarme a lo que sea que ocurra dentro de mí. Me gusta poder escucharme a mí mismo. Saber lo que realmente experimento en un momento dado no es cosa fácil, pero me alienta la ligera sensación de que, a lo largo de los años, voy aprendiendo a lograrlo. Estoy convencido, sin embargo, de que ésta es una tarea vitalicia y de que nadie llega jamás a acercarse lo suficiente a todo cuanto ocurre en su propia experiencia.
"En lugar del término realidad, utilizo algunas veces la palabra congruencia. Con ello quiero decir que cuando lo que experimento en un momento dado está presente en mi conciencia, también lo está en mi comunicación, entonces los tres niveles coinciden, es decir, son congruentes. La mayor parte del tiempo, por supuesto, al igual que todos los demás, muestro cierto grado de incongruencia", dijo Carl Rogers.
La incongruencia no puede ocultarse, siempre se refleja en el actuar, como afirmó Stephen Covey: "Tus actos siempre hablan más alto y más claro que tus palabras".
¿Soy congruente? ¿Muestro equilibrio entre mi pensar, decir y hacer?
rfonseca@noroeste.com
@rodolfodiazf