Sugey Estrada/Hugo Gómez
Los escépticos no creen en nada. Los agnósticos afirman que la divinidad no es asimilada por el cerebro humano. Los ateos niegan la existencia de Dios.
Al creyente, la fe le permite caminar con seguridad y confiar en la promesa divina. "La fe es garantía de lo que se espera, la prueba de lo que no se ve", subrayó Pablo en la Carta a los Hebreos.
Sin embargo, la fe no se circunscribe solamente al campo religioso. "La fe es algo indispensable en el hombre. Desgraciado aquel que no cree en nada", afirmó Víctor Hugo.
Quien no cree, no confía. Quien no cree no puede mantener relaciones ni guardar fidelidad, como sentenció Heinrich Fries.
"Nadie puede vivir sin fe. Pensemos en todos esos sectores de la vida que se sostienen sobre la base de la confianza. Sin confianza, sin abandono, sin fidelidad, sin amor -conceptos todos ellos que implican la palabra fe-, el hombre no puede existir, ni siquiera en aquellas cosas donde parece que podríamos seguir adelante sin esta realidad, como la política o los negocios. Es ésta una experiencia de todos los que miran honradamente su propia vida... Sin confianza y sin lealtad, al menos con uno mismo, sin fiarse de alguien, no es posible vivir, no es posible mantener una relación, no es posible realizar ningún negocio. Sin fe no hay comunidad, ni amistad, ni amor, ni vida conyugal", reiteró.
Raúl Berzosa utilizó una iluminadora metáfora. "Tener fe es como llevar una linterna en una excursión nocturna. El paisaje no cambia al ser iluminado, ni disminuye el cansancio de la marcha. Pero el que tiene la linterna ve mejor cómo es la espesura y camina con un poco más de seguridad".
¿Ilumino mi camino con la linterna de la fe?
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